¿GRILLOS O NARCISISTAS?
CINTARAZOS
Por Guillermo Cinta Flores
Jueves 23 de noviembre de 2023
Durante varios días he puesto atención a la pareja integrada, en Ciudad de México, por Adrián Rubalcava, alcalde en Cuajimalpa, y Sandra Cuevas, alcaldesa en Cuauhtémoc. Tienen una relación sentimental. El primero ha militado en el Partido Revolucionario Institucional (PRI), al que amenazó con renunciar porque no fue candidato del Frente Amplio por México al cargo de jefe de Gobierno de CDMX; y la segunda ha militado en el Partido Acción Nacional (PAN), al que también ha advertido sobre su dimisión, de un momento a otro, porque no fue candidata a jefa de Gobierno, lo cual sí consiguió el también panista Santiago Taboada, alcalde en Benito Juárez, en el mismo Frente, hoy denominado Fuerza y Corazón de México.
Ambos personajes han ocupado espacios importantes en medios nacionales de comunicación, sin que ninguno haya realmente renunciado a sus institutos políticos. Desde mi particular punto de vista, los dos lucen como los políticos de siempre, a la manera del niño caprichudo Marcelo Ebrard, buscando llamar la atención de las dirigencias nacionales del PRI y el PAN, a ver si consiguen un cargo de elección popular que valga la pena. Sus alharacas no pasan de eso: simples escándalos.
Pero la pareja exhibe evidentes rasgos narcisistas. Antes de continuar le doy algunos antecedentes sobre este pequeñísimo defecto de carácter, mismo que afecta a MILES de funcionarios de los tres niveles de gobierno, federal, estatal y municipal. Sin temor a equivocarme puedo asegurar que YA SABEN QUIÉN está bastante afectado por el síndrome narcisista.
Según la mitología griega, Narciso era un joven de gran belleza a quien todos admiraban. Pero él, lleno de vanidad y orgullo, despreciaba y rechazaba a todos sus amantes, tanto mujeres como hombres. La ninfa Echo estaba perdidamente enamorada de él, y cuando Narciso la rechazó ella se consumió en su dolor hasta quedar transformada en una simple voz. Un muchacho a quien Narciso había despreciado del mismo modo, rezó a los dioses para pedirles que se amara a sí mismo sin descanso. La diosa Némesis escuchó sus ruegos e hizo que Narciso se parase a beber en un manantial en la cima del monte Helicon. Cuando vio su propia imagen reflejada en el agua se enamoró al instante de ella, pero no podía abrazarla porque cada vez que lo intentaba la imagen se desvanecía con el movimiento ondulante de las aguas. Incapaz de dejar de contemplarse, se quedó allí hasta que murió de hambre. Pero no fue su cuerpo lo que permaneció, ya que en su lugar apareció una flor.
El narcisismo es una condición caracterizada por una sensación exagerada de importancia y preocupación extrema de una persona por sí misma. Quien está afectado por este grave defecto, menosprecia los sentimientos de los demás; siempre proyecta el interés obsesivo en sí mismo y persigue metas principalmente egoístas.
Una persona con trastorno de personalidad narcisista reacciona a la crítica con sentimientos de rabia, vergüenza o humillación; se aprovecha de otros para lograr sus propias metas; se considera importante; exagera sus logros y talentos; exhibe preocupación con fantasías de éxito, poder, belleza, inteligencia o amor ideal; tiene expectativas irracionales de tratamiento favorable; requiere atención y admiración constantes; y carece de empatía.
La vida de un narcisista (sea hombre o mujer) está marcada por la grandiosidad, la necesidad de aprobación, la falta de empatía, el desdén hacia sus parejas, vive en negación, lo domina la envidia, es arrogante e intolerante a las críticas, tiende a la manipulación, vive en un mundo de fantasías, se consideran los mejores en su trabajo, interpreta de manera distorsionada los resultados, y además cae en la vergüenza, la humillación, la depresión y las manías.
Estoy seguro de que ustedes, estimados lectores, identifican a más de un hombre o una mujer enfermos de narcisismo. Aún así llegan a ocupar cargos muy, pero muy importantes, como el de presidente de la República. Politiqueros a la manera de Adrián Rubalcava y Sandra Cuevas abundan a lo largo y ancho de la República Mexicana. Y ahí vienen de nuevo. Chequen el desenvolvimiento de Samuel García, quien aspira a ser presidente de la República.