TRANSICIONES POLÍTICAS Y CRIMINALIDAD
CINTARAZOS
Por Guillermo Cinta Flores
Martes 28 de noviembre de 2023
Las ciudades de Tijuana, Ciudad Juárez, Toluca, San Luis Potosí y Cuernavaca, según el Índice de Competitividad Urbana 2022, elaborado por el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), son las localidades donde el deterioro de la seguridad es cada día más evidente, pues se presentan de 16 a 18 delitos por cada mil habitantes.
Lo anterior significa que la incidencia delictiva está descontrolada, a pesar de que el presidente municipal José Luis Urióstegui Salgado y la titular de la Secretaría de Protección y Auxilio Ciudadano (SEPRAC), Alicia Vázquez Luna, aseguren lo contrario y siempre busquen evadirse frente a la realidad criminal. Sin duda alguna, Urióstegui, quien el año próximo aspiraría a reelegirse al frente del Ayuntamiento de Cuernavaca, enfrenta ya las siguientes vulnerabilidades: descontrol de la violencia, decadencia de la ciudad en algunas vertientes, pérdida de confianza por parte de la ciudadanía, la impunidad, y el creciente deterioro de su imagen como alcalde.
La incidencia delictiva tiene su origen en diferentes causas, pero expertos en criminología han determinado que para el incremento delictivo destaca un detonante: el aumento del desempleo, especialmente si afecta a la población más joven. La crisis económica internacional surgida en el bienio 2021-2022 tuvo repercusiones en la economía mexicana en muchas de sus actividades y esferas. Una consecuencia de ello ha sido el cierre de puestos de trabajos. De manera obvia, la desaceleración del crecimiento económico se tradujo, además, en una disminución de los empleos nuevos ofrecidos. Ambas dimensiones del mismo fenómeno inciden en el incremento de los delitos.
Sin embargo, es importante considerar lo expresado por el profesor Herbert Simon, premio Nobel de Economía, quien sostiene que “las expectativas son cruciales para explicar el comportamiento económico, no sólo del mercado sino de los individuos”. En este sentido, “la crisis de confianza generada por la implosión de la burbuja financiera e inmobiliaria en Estados Unidos puede estar traduciéndose en, especialmente entre los jóvenes y los sectores más desfavorecidos económicamente, desazón y alarma. La incertidumbre que ha generado la crisis puede estar llevando a que especialmente las personas que bordean alternativamente las regiones del trabajo formal y/o informal y las del delito se inclinen más hacia este último”. Este es precisamente el escenario de México.
Otro fenómeno es el de los altos niveles de temor que los ciudadanos tienen de ser víctimas del delito. El alto miedo al delito puede ser consecuencia de la ineficacia percibida que los ciudadanos portan sobre las instituciones y su incapacidad de hacer imperar la ley. Esto es precisamente el escenario sobre Cuernavaca y demás localidades de su zona metropolitana.
Pero quienes hacemos diversos análisis en LA CRÓNICA DE MORELOS tenemos otra hipótesis respecto al aumento en la tendencia criminal. De acuerdo a estadísticas de los últimos 30 años, a los mexicanos nos esperaba a partir de 2006, cuando tuvo lugar el cambio presidencial, un importante repunte delictivo, debido a que en tres de cuatro transiciones se disparó la criminalidad en determinadas zonas geográficas, incluida la capital mexicana y el Estado de Morelos. Lo importante en la actualidad será determinar si hay o no vacíos de autoridad en los gobiernos federal, estatal y todos los municipales, debido a la inminente transición política, propiciando el fortalecimiento de las estructuras criminales.
Chequen ustedes las siguientes estadísticas, plasmadas en el libro “Criminalidad y Mal Gobierno”, de Rafael Ruiz Harrell, quien indicaba que en 1977 creció la delincuencia un 13.4 por ciento con relación al 3.5 por ciento de 1976, cuando tomó posesión José López Portillo. En 1983, a escasos meses del advenimiento de Miguel de la Madrid Hurtado, el aumento fue del 44.1 por ciento, el más alto de 1975 a la fecha. En 1989, con Carlos Salinas de Gortari en la presidencia, hubo una disminución de 13 por ciento contra el citado 44.1 por ciento y en 1995, ya durante el gobierno de Ernesto Zedillo, el porcentaje creció en 35.4 por ciento. Etcétera. Hasta el día de hoy, jamás han descendido tales porcentajes; y para 2024 el escenario es sumamente grave. El gobierno de AMLO acumula hasta ahora la cifra de más de 160 mil homicidios dolosos. Este sexenio ha sido el más inseguro de toda la historia.
El informe denominado “Seguridad pública y gobernabilidad democrática: desafíos para México y Estados Unidos”, elaborado por expertos de la Universidad de Georgetown, de Washington, DC, indica que en México la delincuencia registrada crece siete veces más rápido que la población. “El crimen tendió a regionalizarse. Por ello, las tasas son notablemente altas en el Distrito Federal, Baja California Norte y Sur, Morelos (aparecemos en cuarto lugar), Sinaloa, Tabasco y Yucatán”.
Conclusión: México en general y cada uno de los estados en lo particular experimentarán el año próximo momentos de gran tensión social, derivados de las circunstancias políticas. Sería recomendable que, al menos los alcaldes de la zona metropolitana de Cuernavaca, junto con sus titulares de áreas vinculadas a la seguridad pública, dejen atrás los pretextos y actúen de manera responsable colocándose al frente de estrategias renovadas de prevención de los delitos. En Cuernavaca, a cualquier hora del día, es evidente la falta de patrullajes por parte de la policía a cargo de Alicia Vázquez Luna. Por las noches, la ciudad es una auténtica cueva de lobos.