DISCURSO Y MANIPULACIÓN POLÍTICA
CINTARAZOS
Por Guillermo Cinta Flores
Martes 20 de febrero de 2024
Para entender un poco más la propaganda y la publicidad política observada y escuchada a través de diferentes medios de comunicación por quienes seremos potenciales votantes en los comicios federales y estatales del domingo 2 de junio, citaré una de las artimañas que, según indica Nicolás Maquiavelo en “El Príncipe”, debe aplicar quien tenga bajo su mando el poder o aspire a tenerlo:
“Es indispensable disfrazar bien las cosas y ser maestro en fingimiento, pues los hombres son cándidos y tan sumisos a las necesidades del momento que, quien engañe, encontrará siempre quien se deje engañar”.
Conforme se acercan dichos comicios notamos ya la ebullición política dentro de los partidos en busca de sus mejores prospectos a tal o cual cargo de elección popular, así como la anhelada rentabilidad electoral entre quienes aspiran a determinado cargo. En este contexto, donde predomina la iconografía sobre los proyectos e ideas de gobierno, he expuesto la necesidad de analizar, por lo menos superficialmente (lo ideal es lo contrario), el discurso de los candidatos, o habremos de llevarnos el chasco de siempre. Y es que en la época actual los electores dependemos, como fuente de información sobre asuntos políticos, de la “información” procedente de la propaganda y de la publicidad diseñada por los partidos políticos y el gobierno.
Durante tres décadas los mexicanos hemos estado inmersos, dentro de nuestra frágil democracia, en intensas campañas publicitarias que ofrecen candidatos como si fueran productos o artículos de primera necesidad. Sin embargo, ni la propaganda, ni la publicidad proveen información precisa, pero sí tienden a distorsionar o disfrazar la realidad con el propósito de persuadir o manipular a las personas hacia determinada dirección.
Lo importante para nuestros políticos es mantener el poder o alcanzarlo, y emplean la publicidad política como un arma. Nadie puede negar que esta sea la verdadera naturaleza de la política actualmente.
“La realidad política que conoce el ser humano promedio es una realidad mediatizada, construida, fabricada mayormente por los que controlan los medios de comunicación. Desde el punto de vista de la comunicación, la política es también un debate sobre la definición de la realidad, ya que el apoyo o la oposición que se genere depende de la definición o construcción de la realidad que se torne hegemónica o dominante en una sociedad.” (Dan Nimmo y James E. Combs, “Realidad política y mediática”, Nueva York: Editorial Longman, 1983).
“Pero, analizar ¿qué?”, seguramente preguntará usted, amable lector, y como respuesta le diré: de entrada, los tipos de discurso político. Esto es vital.
En las actuales precampañas, basándonos en ciertos elementos del análisis político notamos la proliferación de discursos informativos y argumentativos (por un lado) y persuasivos y manipulativos (por el otro). Cada uno impacta bajo dos aspectos inherentes a la psicología del ser humano: el racional y el emocional.
Según Roberto Mori, director del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad de Humacao (Puerto Rico), los discursos informativos y argumentativos producen una reflexión crítica, mientras el persuasivo y el manipulativo tienden al pensamiento “hipnótico”.
El informativo procurará traer situaciones de hechos cuya veracidad pueda establecerse con certeza, mientras el argumentativo busca presentar cuestiones basadas en razonamientos lógicamente consistentes. Ambos conducen a un proceso de pensamiento crítico con muy poco o ningún elemento de carácter afectivo o emotivo y le permiten al elector perseguir su propio interés por medio del razonamiento. Por su misma naturaleza los dos van orientados a la verdad, son típicos de tareas educativas, científicas y filosóficas y, teóricamente, constituyen los tipos de discurso político que se requieren en un sistema democrático.
Los discursos persuasivos y manipulativos (dice Mori) persiguen una intención general o necesariamente doble (tienen “agendas escondidas”) y se basan en una adhesión más emotiva que racional (López Obrador). Los razonamientos son más bien aparentes (verosímiles, no necesariamente verdaderos). No se apela a la razón, sino precisamente a que no se razone críticamente. Se busca relacionar el objetivo que se persigue con sentimientos positivos o negativos que posee la audiencia o el electorado. En ambos casos no se permite que el votante persiga su propio interés por medios racionales. Van más orientados a la mentira que a la verdad. Por su misma naturaleza son antidemocráticos, pues evitan que el elector tome decisiones racionales.
En el discurso informativo predominan los datos que pueden corroborarse y el uso del lenguaje es veraz; el argumentativo expone razonamientos lógicos y su lenguaje es preciso; el persuasivo recurre a la información distorsionada, con un lenguaje retórico, y en el manipulativo impera la mentira como información y el lenguaje también retórico.
Los analistas políticos mexicanos se han percatado que la propaganda y la publicidad pertenecen, en la inmensa mayoría de los casos, a los discursos persuasivos y manipulativos. Son las armas actuales de los partidos políticos y responden a la necesidad de generar el voto emocional entre las masas. Es el discurso predilecto del presidente de la República, cuyo objetivo ha sido, durante casi seis años, el manipular a su feligresía con la clara finalidad de conseguir la victoria el domingo 2 de junio venidero. Y sigue, sigue, sigue y sigue convertido en el operador preelectoral de Claudia Sheinbaum.