EL ISSSTE Y SU DECADENCIA
CINTARAZOS
Por Guillermo Cinta Flores
Viernes 19 de abril de 2024
Al poeta y filósofo estadounidense de origen español Jorge Nicolás de Santayana y Borrás se le atribuye la popular expresión “quien no conoce su historia está condenado a repetirla”, aplicable al conflicto que se está gestando entre la Sección 19 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) en Morelos, presidida por el maestro Joel Sánchez Vélez, y las autoridades centrales del ISSSTE, así como con los representantes de esa institución en nuestra entidad federativa.
Sánchez Vélez, a nombre de casi 25 mil afiliados al SNTE en Morelos, anunció una multitudinaria marcha el lunes 22 de abril en protesta por la cada día más deficiente atención en el ISSSTE y en demanda de la reapertura del hospital Carlos Calero Elorduy, sito en la avenida Álvaro Obregón de Cuernavaca, mismo que dizque fue reinaugurado el 19 de junio de 2020 por el presidente López Obrador para atender solo a pacientes Covid-19, misión que no cumplió. Con el paso del tiempo, ese nosocomio se convirtió en el prototipo de la decadencia del ISSSTE, cuyo personal es escaso y donde los médicos familiares y especialistas brillan por su ausencia. Ahí son reiterados los malos tratos y, entre otras cosas vinculadas a la salud, los análisis de laboratorio se programan a tres y hasta cinco meses después de las malogradas consultas, si bien les va a los sufridos pacientes.
Joel Sánchez Vélez señaló que sus agremiados padecen todo tipo de complicaciones y maltratos por falta de médicos en clínicas familiares y en áreas de especialidades. “Seguimos sufriendo el desabasto de medicamentos. Campea el rezago en consultas de especialidades, no hay procedimientos quirúrgicos, algunos los cuales están suspendidos porque no hay insumos. Hay compañeros que han tardado más de un año esperando una cita para programar cirugías y, ya que están listos, no hay material”, explicó.
En el Hospital de Especialidades de Emiliano Zapata no hay tomógrafo, en el nosocomio de Cuautla no existen ciertos especialistas, entre otras carencias. Etcétera, etcétera. El escenario descrito por Sánchez Vélez es el de un ISSSTE en absoluta decadencia. Y encima de todo lo anterior, los pacientes y agremiados al SNTE sufren malos tratos por parte del personal de la institución. Esto último se repite con la mayoría de enfermitos. Por cierto, dicho hospital de la multicitada institución situado en Emiliano Zapata, durante casi todo el sexenio de López Obrador, ha sido reducto de una camarilla de cuates presidenciales. Han ocupado cargos muy importantes sin conocer la salud pública y menos el manejo de instituciones médico asistenciales tan complejas. El pago de facturas sigue hasta el día de hoy, en perjuicio de los derechohabientes. En otra ocasión me referiré al deplorable caso del Centro Médico Nacional 20 de Noviembre de CDMX.
El lunes 22 de abril marcharán los trabajadores de la educación y sus familiares; se concentrarán desde las 8:30 en El Calvario para caminar hasta las oficinas de la representación del ISSSTE en Morelos, en la colonia Las Palmas.
ORIGEN ES DESTINO O LA HISTORIA SE REPITE
Años antes de que se gestara el movimiento magisterial de 2008, mismo que paralizó el sistema de educación básica morelense durante varios meses, recordamos los agravios históricos del ISSSTE. Todo se derivó de un caso de negligencia médica, de los cuales abundan los ejemplos, no sólo en la multicitada institución médico asistencial, sino en otras más del sector público y el privado.
Los hechos sucedieron en agosto de 1981. La muerte de la maestra Rutila Estrada, integrante de la Sección 19 (entonces a cargo de Ramiro Quintero Bahena), propiciada por una pésima atención del personal médico del hospital Carlos Calero Elorduy, generó marchas y mítines de sus compañeros, entonces aglutinados en la corriente llamada Maestros Democráticos de Morelos, así como la “toma” de las antiguas oficinas de la Secretaría de Educación Pública, ubicadas en el boulevard Benito Juárez y cuyo titular, César Uscanga (muerto años más tarde en un accidente automovilístico), fue secuestrado junto con varios de sus colaboradores.
En 1988, el inolvidable maestro Ángel de la Rosa escribió en “El Clarín de Morelos” (dirigido entonces por Javier Jaramillo Frikas):
“El silencio del ISSSTE era obvio, y de ahí se inconformó todavía más la base magisterial. Los maestros allegados a la familia de la maestra Rutila Estrada presionaron al sindicato, pero los líderes también permanecieron callados, ocultando la verdad y sin utilizar jamás los conductos institucionales adecuados para lograr respuestas del organismo y el gobierno del Estado”. El delegado del ISSSTE era Juan Salgado Brito, “ex” de muchas cosas en Morelos, cuya cabeza rodó ante las movilizaciones magisteriales. Según añadió Ángel de la Rosa, los maestros democráticos demandaban la construcción de clínicas y puestos periféricos en Jojutla, Cuautla, Puente de Ixtla y Tepoztlán, pero nunca se les hizo caso.
Los principales dirigentes del movimiento fueron Víctor Ariel Bárcenas Delgado (finado), los hermanos Vergara Benítez y Gelasio Miranda Ramírez. Todos formaron parte de la coordinación colegiada del Consejo Central de Lucha Magisterial Morelense que, insisto, buscaba la democratización de la Sección 19 desde una perspectiva de izquierda laboralista. Empero, creó la consigna “Paloma Cordero, tu esposo (Miguel de la Madrid Hurtado) es un ratero”, y la espetó durante muchas manifestaciones públicas.
En pleno movimiento, durante el último año de la gestión de Armando León Bejarano, apareció tras bambalinas Lauro Ortega Martínez quien, sin ser todavía candidato del PRI a la gubernatura (sexenio 1982-1988), movió algunos resortes en la PGR para “echarle una mano” al entonces inepto gobernador. Vino a Cuernavaca el subprocurador de la PGR, David Franco Villa, quien, apoyado por el Ejército, amenazó con reprimir a los líderes del CCLM. Aquello desactivó la “toma” de la delegación de la SEP; su entonces delegado, César Uscanga, fue liberado junto con una decena de funcionarios secuestrados. En el sexenio de Lauro Ortega fue casi aniquilada la disidencia magisterial y muchos de los líderes surgidos en 1981 aceptaron puestos en ciertas escuelas.
Estamos en abril de 2024 y la historia parece repetirse. El ISSSTE lleva años en decadencia. Así de que estaremos atentos a los acontecimientos y después diremos.