CUANDO HAYA SANGRE EN LAS CALLES…
OPINIÓN
Por Guillermo Cinta Flores
Jueves 17 de agosto de 2023
Debo precisar que el siguiente artículo lo publiqué el 18 de octubre de 2013, pero hoy deseo retomarlo, con algunas modificaciones, porque me parece que nuestra realidad ha empeorado, en diferentes vertientes de la vida nacional.
Cada día los recursos de las familias mexicanas escasean, en tanto la inflación sigue implacable hacia arriba. Y la inseguridad se repite a lo largo y ancho del país. Son muchas las regiones sometidas al crimen organizado, tal como ocurre en Lagos de Moreno, Jalisco, donde cinco jóvenes fueron masacrados. Lo anterior, lejos de conmover al principal inquilino del Palacio Nacional, lo motivaron para contar un chiste, bastante malo por cierto, y cerró sus oídos con el fin de no escuchar los cuestionamientos de algunos reporteros al respecto. En la mañanera de este jueves diría que no escuchó ninguna pregunta de los reporteros sobre el caso, debido a la gritería, y por eso salió con su chistecito.
A continuación me referiré al sentido de la cabeza de esta columna: “Cuando haya sangre en las calles…”.
La familia Rothschild financiaba la Batalla de Waterloo entre Napoleón y Wellington y parecía que Napoleón estaba siendo el vencedor. La entrada del ejército prusiano en la batalla, financiado por los Rothschild, empezó a cambiar el signo de lo que se preveía: un claro triunfo de Napoleón.
Nathan Mayer Rothschild era el miembro de la familia que estaba establecido en Londres.
Su jugada consistió en hacer creer en la Bolsa de Londres que efectivamente Napoleón estaba ganando la batalla, vendiendo todas sus acciones de las compañías inglesas en las que tenía inversiones.
El pánico cundió y todo el mundo comenzó a vender dando por supuesto que la información que poseía Rothschild le hacía desprenderse de todo por la victoria de Napoleón.
Con las acciones de las grandes compañías a precios ridículos, Nathan Rothschild, a través de agentes, recuperó sus acciones y adquirió el control de la economía inglesa antes de que la noticia de la victoria de Wellington sobre Napoleón fuese un hecho.
Rothschild obligó a crear un nuevo Banco de Inglaterra bajo su control y el príncipe Guillermo fue repuesto en el trono. Los Rothschild habían sido los depositarios de su fortuna ante el temor de que Napoleón se la arrebatase. ¡Poder total!
LA REALIDAD ACTUAL
¿Ya vieron cómo incontables bienes inmuebles de Cuernavaca y otras localidades están a la venta? En lo personal no tengo la menor duda de que la problemática causada por la pandemia del nuevo coronavirus Covid-19 y la inseguridad pública están beneficiando a alguien mediante la adquisición de propiedades a bajo precio. ¿Compradores que aprovechan las circunstancias o advenedizos? No lo sé. Sin embargo, lo externado algún día por el Barón de Rothschild se está cumpliendo a cabalidad en Cuernavaca, en nuestros días aciagos. “Cuando veas correr la sangre por las calles, compra”, dicen que dijo.
Alguna mañana, en el programa de Martha Debayle, escuché a Mario Borghino, consultor empresarial y experto en finanzas personales, repetir el viejo adagio mexicano: “Cuando te vendan, compra; cuando te compren, vende”. Y también aseguro que México está en “el valle”, es decir “en caída”, hablando en términos económicos dentro del mundo financiero.
Le concedo toda la razón, pues en los actuales momentos de crisis nacional (incluida la política y la creciente polarización social), en que los empresarios carecen de recursos para generar riqueza, hay sangre corriendo por las calles. Me refiero a los asesinatos, a las muertes provocadas por el Covid-19 y otras enfermedades; y a la sangre, sudor y lágrimas de millones de mexicanos que ya perdieron la capacidad de ilusionarse.
Creo que debido a todo lo antes expuesto es como más de 20 millones de mexicanos, de entre 18 y 25 años de edad, apuntalaron a un personaje en el reality show “La Casa de los Famosos”. Prefieren eso, con mucho entretenimiento de por medio y sin necesidad de esforzarse con ejercicios mentales complicados, que hacerle caso a una pléyade de políticos de todos los colores y sabores, prometiendo que en el siguiente sexenio sí habrá felicidad en todos los mexicanos.