MARGARITA Y LA PROPAGANDA NEGRA
ANÁLISIS
Por Guillermo Cinta Flores
Viernes 26 de abril de 2024
Este jueves, hasta cierto punto, fue desagradable para Margarita González Saravia, candidata a la gubernatura de Morelos por la coalición Sigamos Haciendo Historia (Morena-PT-Verde-MAS-Panal-PES). La parte positiva derivó de su recorrido preelectoral por los municipios de Mazatepec y Xochitepec. Le fue excelente.
Y la parte negativa, me parece, debió percibirla Margarita debido a la difusión concedida, a través de redes sociales, particularmente en las cuentas de Twitter de prestigiados periodistas nacionales, de un audio apócrifo, al parecer elaborado mediante inteligencia artificial, donde se escuchaba a una falsa Margarita dando instrucciones a Javier García Chávez (“El Gato”), coordinador de su campaña, para utilizar a Servidores de la Nación y amenazar a potenciales electores con cancelarles los programas sociales si no optan por ella. Etcétera, etcétera. La candidata se defendió y, en el recuento de los daños este viernes, logró sortear la difícil situación.
Sin embargo, el área de comunicación social de la candidata emitió un boletín, tarde en la noche de este jueves, condenando la guerra sucia en contra de quien, según algunas encuestas, lleva mano en la carrera por la gubernatura. Esta no es la primera ocasión en que Margarita González Saravia y su equipo se refieren a la guerra sucia. Desde luego, ejercen su derecho a defenderse, inclusive ante las calumnias y las embestidas en contra de la integridad y honestidad de Margarita, mismas que son normales en la disputa por el poder. Las he visto durante infinidad de procesos electorales y no veo la razón por la cual la guerra sucia no se hubiera utilizado en 2024 rumbo a La Madre de Todas las Elecciones.
La guerra sucia tiene relación con lo que en el diseño de la comunicación política conocemos como “propaganda negra”. Margarita sabe que la política no tiene escrúpulos, siendo una actividad donde predominan las peores bajezas humanas.
En un contexto de lucha cruenta por el poder público, los grupos de interés o de presión son presas fáciles del rumor, el chisme y la propaganda negra. Este fenómeno ha sido estudiado por la sociología moderna y merece nuestra atención conforme avanzamos en los tiempos preelectorales.
Ayer le comenté a un gran amigo mío, con relación a la manipulación de la supuesta voz de Margarita mediante la inteligencia artificial, que falta poco para que termine esta pesadilla iniciada, por cierto, por el mismísimo presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, a mediados de 2022 cuando destapó a varias de sus corcholatas, incluida su criatura Claudia Sheinbaum Pardo. AMLO adelantó ilegalmente los tiempos electorales. Los mexicanos llevamos más de dos años sumidos en una terrible pesadilla. Pero ya falta poco para despertar de ella… o comenzar a vivir otra a partir del 2 de junio. Falta poco para que una finalice. Después ya veremos.
La propaganda negra le ha funcionado eficazmente a todos los partidos en procesos electorales. En el contexto de los recientes debates la hemos visto en todo su esplendor. Y los interesados lo seguirán haciendo con el fin de sacar raja electoral.
Hoy en día la propaganda política es conocida como operaciones psicológicas, guerra de cuarta generación, operaciones de información, y dentro de un término más amplio, es conocida como guerra política en el marco de la batalla total. Así las cosas, a nadie deberían extrañar, por lo menos entre de los políticos morelenses, los sistemáticos ataques padecidos por propios y extraños en el actual proceso electoral.
La propaganda negra aborda temas que atrapan fácilmente la imaginación del hombre común y que pueden correr de boca en boca. Estos rumores siempre tienen un valor operacional; es decir, obligan a la gente a movilizarse y a entorpecer la labor del gobierno o del partido sin darse cuenta.
Y como los electores de 2024 se moverán emocionalmente, todo sucederá gracias a la propaganda negra. Lo peor es que ciertos políticos no se percatan sobre su efecto corrosivo. Por cierto, López Obrador ha demostrado casi todo el sexenio, que es un magnífico operador político recurriendo a la propaganda negra y a las burlas. A éstas últimas me referiré a continuación.
El mismo día en que los organizadores anunciaron la realización de la concentración del domingo 26 de febrero de 2023 en favor del Instituto Nacional Electoral (INE), advertí la actitud que asumiría el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador. Escribí que el macuspano se burlaría de todos, sin excepción, buscando agredirlos y menospreciarlos durante la conferencia de prensa mañanera del día siguiente. Y no me equivoqué.
No repetiré los insultos y descalificaciones externadas por AMLO, porque su discurso es de sobra conocido entre quienes, más o menos, se interesan por la vida pública nacional y el desenvolvimiento cotidiano de sus más destacados miembros. Sin embargo, en incontables columnas he advertido que los larguísimos sermones no están enfocados a ellos (políticos, periodistas, empresarios, analistas, partidos, intelectuales, etcétera), sino hacia la clientela electoral del partido Morena. Ahí es donde López Obrador siempre ha buscado impactar, ridiculizar y endilgar mentiras a sus más recalcitrantes opositores. Ha sido un discurso de odio, capaz de incendiar comunidades enteras. La verborrea siempre se dirige a despertar el estado emocional de quienes la escuchan.
Hurgando en la internet encontré un valioso ensayo del politólogo Francisco Fernández García, titulado “El menosprecio y la burla como armas de ataque en el debate electoral. Caracterización funcional y configuración discursiva”, difundido en 2015 por un blog de la Asociación Internacional para los Estudios de la Comunicación en Español (filial de la sueca EDICE), dedicada a la divulgación de trabajos de investigación en ciencias sociales. Escribió el maestro Fernández García, aplicando su análisis al debate electoral español de 2011, pero que aplica al caso mexicano:
“Nuestra propuesta analítica se estructura en torno a tres ejes:
A) Las estrategias funcionales de las que se sirven los oradores para atacar al adversario (es decir, qué hacen los oradores cuando atacan al rival; por ejemplo, acusarle de mentir o burlarse de él).
B) Los mecanismos lingüístico-discursivos que utilizan para implementar dichas estrategias (es decir, a través de qué medios lo hacen; por ejemplo, sirviéndose de recursos de intensificación léxica o de enunciados irónicos). y…
C) Las repercusiones sociales que tales ataques tienen desde el punto de vista de la descortesía lingüística (es decir, qué consecuencias tienen los ataques, en qué aspectos específicos atentan contra la imagen social del rival).”
Pareciera como que el investigador, cuando redactó su trabajo, conocía a plenitud al ahora presidente mexicano.
Por ejemplo, indica que “una de las estrategias más usadas por los candidatos (en general y también en nuestro debate) es la de contradecir al rival, llevarle constantemente la contraria; y un mecanismo utilizado con cierta frecuencia para ejecutar dichas réplicas es la interrogación retórica (aunque, evidentemente, la estrategia de contradecir al rival puede ser implementada mediante otros muchos mecanismos y la interrogación retórica, por su parte, puede ser utilizada en la ejecución de otras estrategias).”
A continuación, van algunas estrategias empleadas por los políticos, con el objetivo de ganar rentabilidad electoral:
1.- Asociar al adversario con hechos (proyectos, valores, comportamientos, etc.) negativos.
2.- Criticar (o mostrar el fracaso de) sus ideas, acciones, etc.
3.- Decirle que está equivocado, mostrar desacuerdo, contradecirle, acusarlo de ignorancia, incompetencia o inacción.
4.- Criticar su comportamiento discursivo.
5. Atacar la credibilidad del adversario.
6.- Afirmar que carece de credibilidad. Hoy en México solo la palabra del presidente vale; las demás voces deben ser asociadas con ladrones y corruptos.
7.- Acusarlo de mentir (faltar a la verdad, etc.).
8.- Acusarlo de ocultar la verdad o esconder intenciones aviesas.
9.- Tacharlo de contradictorio o incoherente, poner de relieve sus contradicciones o incoherencias.
10.- Marcar las distancias con el adversario y mostrar su inferioridad.
11.- Hacer manifiestas las diferencias que los separan.
12.- Hacer patente su aislamiento.
13.- Menospreciarle, mostrarle indiferencia.
14.- Burlarse de él, ridiculizarle. AMLO se burla de sus adversarios casi a diario.
15.- Invadir el espacio del adversario, ponerle obstáculos.
16.- Desvelar hechos que le incomoden.
17.- Hacer patentes las carencias de sus argumentos.
18.- Instarle a (o presionarle para) que haga (o deje de hacer) algo.
Conclusión: el menosprecio y la burla son las principales armas de ataque para AMLO y, desde luego, para quienes son los principales exponentes del “morenismo”. A diario escuchamos, vemos y leemos “acciones de contradecir y de criticar al adversario”, aunque lo mismo hacen quienes anhelan quitar de la presidencia a López Obrador para ponerse ellos. Esa película la hemos visto durante muchísimos años. Sin embargo, la actual polarización, generada a partir del discurso presidencial, consiguió una peligrosa inestabilidad social, la cual pudiera desencadenar un estallido de violencia en 2024 si las elecciones presidenciales no favorecen a tal o cual candidato o candidata. Es el México y el Morelos que le corresponderá enfrentar a Margarita o a sus rivales electorales, en caso de ganar las elecciones venideras.