MÁS GUARDIAS NACIONALES: ¿EN SERIO?
Por Guillermo Cinta Flores
Lunes 6 de mayo de 2024
El 9 de octubre de 2019, el entonces secretario de Gobierno de Morelos, Pablo Héctor Ojeda Cárdenas, y quien era el jefe de la Oficina de la Gubernatura, José Manuel Sanz Rivera, hicieron un llamado al gobierno federal para enviar más elementos de la Guardia Nacional a la entidad con el objetivo de conseguir “el combate frontal a la delincuencia organizada y con ello reducir los niveles de inseguridad”, según dijeron.
Y mencionaron la cifra de, por lo menos, mil 800 miembros de esa institución, como expectativa tendiente a mejorar la estrategia de seguridad, que desde ese tiempo ya operaba el mismo gobierno federal a través de la Comandancia de la 24 Zona Militar, como ocurre hasta la fecha. Hoy en día no se sabe a ciencia cierta cuántos elementos de la Guardia Nacional hay en Morelos, pero en octubre de 2019 no llegaban ni a 800.
La semana anterior, con bombo y platillo, se anunció el arribo de 900 elementos más quienes serían distribuidos en las zonas con mayor incidencia delictiva, verbigracia la mismísima capital de Morelos, Cuernavaca, ciudad donde un día sí y otro también se comete toda una serie de delitos de alto impacto, mientras el alcalde con licencia, José Luis Urióstegui, anda de campaña buscando su reelección. Por cierto, la Policía Preventiva Municipal de esta ciudad no está adherida al Mando Único de Policía Morelos, ni participa en la Mesa Estatal para la Construcción de Paz, la cual sesiona casi a diario en las instalaciones de la 24ª. Zona Militar de la colonia Buena Vista.
Sobre aquella solicitud de Ojeda Cárdenas y Sanz Rivera nunca trascendió si hubo respuesta federal o no. Lo que sí se conoce es que la novedosa institución no efectúa labores de inteligencia, como pudiese estarlo haciendo la Secretaría de la Defensa Nacional. Esto es un enigma.
Sin embargo, la función de la Guardia Nacional siempre ha estado inmersa en la realidad constitucional, marcándole límites. El único funcionario de Morelos consciente al respecto siempre ha sido el almirante José Antonio Ortiz Guarneros, titular de la Comisión Estatal de Seguridad. A esa institución le corresponde la delicada misión de prevenir la acción de los grupos criminales. Dicho funcionario jamás se ha ido con el canto de las sirenas frente a la Guardia Nacional, recordando lo que el mismo 9 de octubre de 2019 declaró la entonces secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, quien exigió, durante una comparecencia en el Senado de la República, el fortalecimiento de las policías municipales y estatales, bajo la tutela de los gobernadores y alcaldes, sobre todo en estados conflictivos, porque de lo contrario, según dijo, no habrá Guardia Nacional que alcance para atender la demanda social de seguridad.
El 25 de septiembre de 2019, el entonces secretario de Seguridad Pública y Ciudadana Federal, Alfonso Durazo Montaño, precisó que la Guardia Nacional solo sería un complemento dominante, pero sin sustituir la responsabilidad de las instancias estatales y municipales. Exigió, sobre todo a los ayuntamientos, no eludir la obligación de brindar seguridad en sus demarcaciones. Y agregó que la llegada del nuevo cuerpo de seguridad no es “para echarle bolita”, pues su función sería la de reforzar los esfuerzos estatales y municipales para garantizar la seguridad.
Conclusión: la realidad indica que la función de la Guardia Nacional, así como el acompañamiento de miembros del Ejército Mexicano, siguen presentando sus bemoles y no han dejado de participar en actividades de seguridad pública como terceros escalones. Los primeros respondientes, cuando se está cometiendo un delito o ya se consumó, casi siempre son los policías municipales, seguidos por los estatales. Hasta el final llegan los guardias nacionales, solo para hacer las veces de agentes de tránsito y cuidar los perímetros de seguridad. O a veces tienen “operación presencia”, como la que vimos este domingo en la tarde afuera de la Plaza Bugambilias de Cuernavaca.