LA 4T Y EL TRÁFICO DE INFLUENCIAS
CINTARAZOS
Por Guillermo Cinta Flores
Martes 14 de mayo de 2024
En su magnífico libro “Mexicanidad y Esquizofrenia” (Editorial Océano, 2010), el doctor Agustín Basave Benítez, prestigiado politólogo, catedrático universitario y diplomático mexicano, hace una diferencia entre los políticos de ayer y hoy. Con respecto al primer grupo, a los de ayer, escribió lo siguiente:
“El político corrupto extrapolaba los consejos de los expertos en giras o campañas electorales: come cuando veas comida, aunque no tengas hambre; ve al baño cuando haya uno cerca, aunque no tengas ganas; duerme cuando viajes, aunque no tengas sueño. Es decir, haz dinero cuando tengas la oportunidad, aunque en ese momento no lo necesites. La previsión, ese bien tan escaso en México, era su guía. Y si se le apurara diría que tampoco era deshonestidad sino el justo sobresueldo de una vida de horas extras dedicada a mirar por el bien de la patria. Por lo demás asumía que la tesorería gubernamental, el territorio que gobernaba, las vidas mismas de los ciudadanos que no pocas veces llegó a segar, le pertenecían. Eran los tiempos dorados del patrimonialismo”.
En torno al segundo tipo de políticos, los de hoy, reflexiona Agustín Basave:
“El de ahora imagina que la frontera entre lo público y lo privado es nómada y que la generación de riqueza es siempre buena para el país, empezando por la suya. Y claro, antes y después del retiro hay que hacerse temer y hay que grillar a diestra y siniestra, grillarse a sus enemigos, a sus adversarios, a sus aliados y hasta a sí mismo. Y la intimidación y la grilla cuestan. Sin embargo, el corrupto legal se asegura de validar en el orden jurídico sus fechorías y sus recursos mal habidos para que sus malquerientes no puedan cobrarle facturas. Estamos hablando del campeón de la deshonestidad con estricto apego a derecho. De modo que el discurso legalista no siempre es hipócrita: a veces es simplemente desvergonzado”.
Hasta aquí las referencias al doctor Basave.
La obra me sirve para reflexionar brevemente en torno a la conducta recurrente de muchos cuadros distinguidos de la denominada Cuarta Transformación, en su mayoría emergidos y encumbrados a través del Partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), hoy infestado de personajes siniestros provenientes de los mejores tiempos del Partido Revolucionario Institucional. Ejemplos de ello hay muchos, de quienes consiguieron mantener los vicios de antaño sin ser tocados por las fiscalías generales de Justicia.
Son mujeres y hombres que se “esfuerzan” por proyectar honestidad, moral pública, ética, profesionalismo y objetividad, lo cual pudieran cumplir –hasta cierto punto- quienes constituyen las honrosas excepciones. Los oportunistas y quienes se enriquecieron durante el actual sexenio se adaptan a los políticos de ayer y hoy descritos magistralmente por Agustín Basave.
A continuación, citaré el artículo 221 del Código Penal Federal, en el cual se basa la normatividad local con relación al tráfico de influencias y que a la letra dice:
“Comete el delito de tráfico de influencia el servidor público que por sí o por interpósita persona promueva o gestione la tramitación o resolución ilícita de negocios públicos ajenos a las responsabilidades inherentes a su empleo, cargo o comisión; cualquier persona que promueva la conducta ilícita del servidor público o se preste a la promoción o gestión a que hace referencia la fracción anterior; el servidor público que por sí o por interpósita persona indebidamente solicite o promueva cualquier resolución o la realización de cualquier acto materia del empleo, cargo o comisión de otro servidor público, que produzca beneficios económicos para sí o para cualquiera de las personas a que hace referencia la primera fracción del artículo 220 de este Código”. La sanción es de dos a seis años de prisión, multa de treinta a trescientas veces el salario mínimo vigente en el DF, y destitución e inhabilitación de dos a seis años para desempeñar otro empleo, cargo o comisión públicos.
El tráfico de influencias es el delito que más se comete en los tres órdenes de gobierno, sin ser castigado jamás, a no ser que se trate de los enemigos del régimen morenista. Y ahí vienen de nuevo. No están dispuestos a perder los espacios donde hallaron la forma de enriquecerse a manos llenas y evadir la acción de la justicia.