GOBERNABILIDAD Y ELECCIONES
CINTARAZOS
Por Guillermo Cinta Flores
Viernes 25 de agosto de 2023
A inicios de septiembre del presente año arrancará el proceso electoral constitucional rumbo a los comicios del 2 de junio de 2024, a los cuales he aplicado el sobrenombre de LA MADRE DE TODAS LAS ELECCIONES, debido a los miles de cargos que se disputarán y a su importancia.
Los morelenses notamos, cada día con mayor intensidad, la operación de todos los partidos políticos. Con Morena, que es el instituto político más posicionado, simpatizan el gobernador de Morelos, Cuauhtémoc Blanco Bravo, debidamente afiliado al mismo partido del presidente Andrés Manuel López Obrador, y toda una pléyade de funcionarios adscritos al gobierno estatal.
PRI, PAN y PRD parecen haber encontrado renovados bríos a través del Frente Amplio por México (FAM), que dentro de unos días definirá a su candidata al cargo hoy ocupado por el hombre originario de Macuspana, Tabasco. Y así como el morenismo aguarda con ansiedad el “destape” de su corcholata (el 6 de septiembre venidero), también espera la expedición de la convocatoria para abrir el proceso electivo de quien pudiera coordinar en Morelos la defensa de la Cuarta Transformación, o sea de su candidata o candidato a la gubernatura.
Conforme se acerca la etapa preelectoral aparece la necesidad de referirse a tópicos de gobernabilidad o, en su caso, de la ingobernabilidad que pudiese surgir durante la siguiente transición política a nivel estatal y municipal, así como en el Congreso local, si no hay acuerdos entre el partido y grupo gobernante con los representantes de todas las fuerzas políticas y sociales.
Recientemente leí un tuit indicando que “Morelos se encuentra en total ingobernabilidad”, con lo cual no estoy para nada de acuerdo. La realidad en nuestra entidad indica lo opuesto. Por eso desglosemos los componentes de la gobernabilidad, con el fin de determinar si hay o no tal condición de inestabilidad.
Respecto a la gobernabilidad y su preservación durante la etapa venidera es importante analizar los tres principales elementos que la sustentan:
1.- La virtud y la tradición de la “razón de estado”, la cual pone énfasis en la eficacia/eficiencia del poder político y de la gestión gubernamental.
2.- La legitimidad y el buen gobierno, vinculados a la obligación gubernamental de proveer bienestar general.
3.- Y gobernabilidad con estabilidad, es decir la capacidad de adaptación y flexibilidad institucional respecto de los cambios en su entorno.
Me parece que los dos primeros no están alterados, pero del tercero depende la capacidad gubernamental para durar en el tiempo. Es el que más ha estado sometido a prueba, pero, de alguna forma u otra, el gobernador iniciará el próximo primero de octubre su sexto y último año de gobierno. Y no existen en ninguna región signos de ingobernabilidad. Cuando trascienden en medios algunos conflictos entre actores políticos, no golpean estructuralmente al Poder Ejecutivo.
En el forcejeo político, durante los casi cinco años anteriores, el más fuerte contrapeso del Ejecutivo ha sido el Congreso local, cuyos miembros están ahora absortos en ganar reflectores y rentabilidad electoral. Ahí solo queda por resolver los nombramientos de ciertos funcionarios, verbigracia 10 nuevos magistrados del Poder Judicial. Y a finales de año los diputados y el Ejecutivo entrarán a la discusión del presupuesto 2024.
Sin embargo, mal harían los funcionarios estatales si entran en una zona de confort sin anticiparse a cualquier conflicto que pudiese surgir en el contexto preelectoral. Además, la Mesa para la Construcción de la Paz debe realmente cumplir con su responsabilidad. Es necesario que Ejército y Guardia Nacional demuestren que su participación en tareas de seguridad interior no solo es decorativo y demagógica. Necesitan aplicar verdaderos trabajos de inteligencia, con el objetivo de desmantelar a los grupos criminales que aún tienen sentados su reales en determinadas zonas. A ver.