LA COORDINACIÓN INTERMUNICIPAL EN MORELOS
CINTARAZOS
Por Guillermo Cinta Flores
Martes 06 de agosto de 2024
Tito Flores Cáceres es doctor en Gobierno y Administración Pública por la Universidad Complutense de Madrid, así como catedrático en el Departamento de Trabajo Social, de la Universidad Tecnológica Metropolitana (UTEM) en su natal Chile. Entre otras cosas, ha destacado como consultor para el diseño de políticas públicas. Varios ensayos suyos dividen a las políticas en regulativas o reglamentarias; distributivas; redistributivas; y constitutivas o constituyentes.
Me parece que muchos de quienes cada tres o seis años se dedican a buscar el poder por el poder se quedan atorados solo en la política constitutiva o constituyente. Tito Flores Cáceres explica de manera extensa en qué consiste tal política:
Es la más abstracta de todas. Ella hace referencia a la acción pública por medio de la cual son definidas las normas o las reglas acerca del poder. Ejemplos típicos de ésta son la reforma de la Constitución de un país, la introducción de reformas institucionales o administrativas o la creación de organismos públicos de alto estatus (por ejemplo, un Ministerio). Todas ellas no afectan la vida diaria de los ciudadanos, pero para la autoridad pública, representan una importante manera de intervenir en los asuntos en cuestión.
Me parece que la actual coyuntura postelectoral tiene estrecha relación con la política constitutiva o constituyente. Y ahí están atorados los políticos apoyadores de la Cuarta Transformación de AMLO y Claudia Sheinbaum, y quienes formarán parte de las minorías, sobre todo a nivel parlamentario. Los primeros buscan consolidar el poder y los segundos allegarse las migajas sobrantes.
Sin embargo, en Morelos estamos atestiguando una transición tersa del Poder Ejecutivo, donde destaca la esencia conciliadora de la gobernadora electa Margarita González Saravia, cuya personalidad, construida en la lucha social desde hace varias décadas, es inclinada al diálogo, a la coexistencia pacífica con adversarios políticos y a la reconciliación. Esto último, desafortunadamente, no es entendido por quienes resultaron ganadores el 2 de junio del año en curso y/o por mujeres y hombres acostumbrados, no al diseño de políticas públicas incluyentes, sino al empleo de la politiquería, el golpe bajo y la traición. Deben tener mucho cuidado si, de alguna forma u otra, gozan todavía de la confianza de la mandataria electa, la cual pueden perder más pronto de lo que imaginan.
Aquí creo necesario referirme, aunque sea de manera breve, a una parte de la esencia de la próxima gobernadora constitucional de Morelos. Es una mujer que está más allá del bien y del mal, conocedora de la mentalidad de quienes se sienten políticos, pero que no pasan de ser simples politiqueros. Identifica a propios y extraños en nuestra entidad, siendo ello una de sus principales fortalezas. Asimismo, se trata de una mujer agradecida, sin que sus emociones pudieran moverla a torcer la premisa fundamental de un gobernante, consagrada en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos: respetar y hacer respetar la Carta Magna y las leyes que de ella emanan. Una cosa es la gratitud y otra muy diferente suponer que Margarita pudiera arriesgarse torciendo el sentido de su investidura.
Por todo lo anterior me atrevo a asegurar que, a estas alturas del juego político y la cada día más cercana transición en el Poder Ejecutivo, ya sabe a plenitud quién es quién en su equipo. Es aquí donde deseo comentar que la grilla en torno a Héctor Javier García Chávez, quien se perfila para ser el jefe de la Oficina de la Gubernatura, no prosperará en el ánimo de la futura gobernadora. Ex de muchas cosas en nuestra entidad, García Chávez genera las envidias tan socorridas por los practicantes del canibalismo político en Morelos. Mi recomendación a los politiqueros que insisten en golpear a Javier es: enfoquen sus baterías hacia otro lado, pues se están arriesgando demasiado.
García Chávez ha sido un buen operador político de Margarita, como ha quedado demostrado en infinidad de encuentros de la gobernadora electa con personajes de las oposiciones a nivel estatal, regional y municipal. Un ejemplo reciente fue la reunión de González Saravia con el presidente municipal electo de Cuautla (fue candidato del PAN, PRI y PRD), Jesús Corona Damián, con quien, seguramente, la mandataria electa sentó las bases de un futuro trabajo coordinado entre el gobierno estatal y el Ayuntamiento cuautlense, de la misma manera en que lo hará con el resto de alcaldes. Insisto: esta otra premisa, la del trabajo coordinado con presidentes municipales de cualquier partido político se relaciona con la inclinación conciliadora de la dama. Los politiqueros, por lo tanto, deben irse acostumbrando a esa apertura.
LA INTERMUNICIPALIZACIÓN
Aquí deseo reflexionar sobre el contenido de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en el inciso III del artículo 115, respecto a las funciones y servicios públicos que deben asumir los ayuntamientos.
Todos los ciudadanos tenemos el derecho de exigir a nuestras autoridades locales la satisfacción de lo siguiente: agua potable, drenaje, alcantarillado, tratamiento y disposición de las aguas residuales; alumbrado público, limpia, recolección, traslado tratamiento y disposición final de residuos; mercados y centrales de abasto; panteones, rastros municipales, calles, parques y jardines y su equipamiento; y la seguridad pública en cuanto al control de las policías preventivas municipales y de tránsito. Es obligación constitucional otorgarlos y garantizarlos.
Pero el mismo precepto constitucional también faculta a las autoridades municipales para que, previos acuerdos entre los ayuntamientos involucrados, se asocien y coordinen, a fin de hacer más eficaz la prestación de los servicios públicos o el mejor ejercicio de las funciones que les correspondan.
Y nuestra Carta Magna va más allá de lo que sería la intermunicipalización: la intervención directiva de los gobiernos estatales para hacerse cargo en forma temporal de alguno de los servicios aludidos, o bien se presten o ejerzan coordinadamente por el Estado y el propio municipio. Dos servicios que pudieran ser absorbidos de manera emergente por el Ejecutivo serían la seguridad pública y el abasto de agua potable. Pero esto lo desglosaré en una columna posterior.
En resumen: los ayuntamientos tienen la posibilidad de resolver la problemática concerniente a cada uno de los servicios públicos municipales a través de las acciones coordinadas. Ha trascendido una iniciativa de Margarita González Saravia para dividir al estado en varias regiones. Lo deseable es que los futuros operadores políticos consideren la intermunicipalización como una prioritaria política pública.
Un servicio que pudiera otorgarse de manera más eficiente es el de limpia y confinamiento de la basura. Infortunadamente para miles de ciudadanos, tal coordinación es inexistente en la zona metropolitana de Cuernavaca, donde los ayuntamientos de la capital morelense, Temixco, Jiutepec, Emiliano Zapata, Huitzilac y Xochitepec nunca han acordado nada para resolver de fondo la problemática e instalar un relleno sanitario regional. Mucha gente, pues, se pregunta: ¿Por qué? ¿Por qué no hay avances en torno al añejo conflicto de la basura de dichas localidades? ¿Por qué se ha quedado sola Cuernavaca en este lío? La respuesta es simple: la partidización de las eventuales soluciones, por encima de los intereses sociales.