EL SÍNDROME DE HUBRIS
CINTARAZOS
Por Guillermo Cinta Flores
Martes 29 de agosto de 2023
El lunes 13 de septiembre de 2021 escribí una columna cuyo título fue el siguiente, a manera de pregunta: ¿AMLO SE SIENTE UN ILUMINADO? Por lo tanto hice el planteamiento inicial:
El presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, proyecta síntomas de lo que en psicología y psiquiatría se conoce como “disociación afectiva”. Con una frecuencia que día a día se multiplica, es perceptible la desconexión entre sus pensamientos, sus emociones, sus recuerdos y su propia identidad. Ello es común en personas que han sufrido traumas psicológicos de diversos tipos, desde un abuso sexual hasta un maltrato psicológico o físico.
La persona vive el mundo como si no fuera real, como si fuera un sueño. Tiene una sensación de confusión porque se siente torpe a la hora de distinguir si lo que está viviendo realmente está pasando ahora mismo. Percibe el mundo de manera distorsionada y distante sin poder remediarlo.
¿Cuál fue el origen de dicho análisis? Tres días antes, López Obrador captó la atención de propios y extraños cuando, de manera sorpresiva, reveló parte del contenido de “su testamento”, que presuntamente contiene una instrucción clara respecto a la futura utilización de su nombre.
Dijo lo siguiente:
“No quiero que se use mi nombre para nombrar ninguna calle. No quiero estatuas, no quiero que usen mi nombre para nombrar una escuela, hospital, nada absolutamente”.
Esas palabras, sobre todo, las escucharon quienes constituyen su base clientelar.
Las soltó en su principal instrumento propagandístico, es decir la conferencia de prensa mañanera, tratándose de un mensaje ciento por ciento emocional dirigido a sus más fieles seguidores, ante quienes se victimizó como si su fin estuviera cerca, o reiteradamente esté pensando en la muerte; o suponga que ya ha hecho lo suficiente para resolver los grandes agravios nacionales en tan solo tres años.
Y tras lo emotivo vino lo político, pues el macuspano consideró que “el mejor homenaje que se puede ofrecer a dirigentes es seguir su ejemplo y no proceder a convertirlos en piedra”. Es decir: seguir su ejemplo como si fuera un gran ejemplo.
Hice entonces otra pregunta: ¿No será que, a estas alturas de su gobierno, firmes creencias y la realidad que a diario vive en Palacio Nacional, López Obrador se siente ya un iluminado, tal como les ha ocurrido a decenas de líderes populistas y a ciertos tiranos muy bien identificados por la historia?
Sin embargo, no es lo mismo sentirse que estar iluminado. Connotados sabios, a lo largo de la historia, han señalado los peligros del camino espiritual y especialmente el riesgo de la soberbia. Las personas más avanzadas en este camino previenen siempre para evitar caer en este peligro.
Lo que a diario vemos en las conferencias de prensa mañaneras son juicios y constantes opiniones negativas, comentarios destructivos, mentiras, falta de ética, temores y comportamientos que motivan y traen consigo emociones destructivas, como la agitación y la ira. Nada cercano a la iluminación. La práctica impecable de la veracidad incita a la práctica de la ética, requiere un conocimiento preciso del lenguaje y la motivación, realza la percepción clara y la memoria de los acontecimientos, que de otra forma la mentira distorsionaría. También libera la mente de la culpabilidad y del temor de ser descubierta y por consiguiente hace que disminuya la agitación y la preocupación.
Pasemos ahora a escribir respecto al síndrome de hubris. Es un trastorno que se caracteriza por un ego desmedido, un enfoque personal exagerado, la aparición de excentricidades y el desprecio hacia las opiniones de los demás. El término hubris, o hybris (ὕβρις, hýbris) es un concepto griego que significa desmesura.
Los síntomas del síndrome de hubris pueden variar de persona a persona, pero algunos de los más comunes incluyen:
• Confianza exagerada en sí mismo, imprudencia e impulsividad.
• Sentimiento de superioridad sobre los demás.
• Desmedida preocupación por la imagen, lujos y excentricidades.
• El rival debe ser vencido a cualquier precio.
El síndrome de hubris puede ser un problema grave, ya que puede conducir a decisiones imprudentes, mala gestión y fracaso. En algunos casos, incluso puede provocar comportamientos delictivos o violentos.
No se sabe con certeza qué causa el síndrome de hubris, pero se cree que puede ser el resultado de una combinación de factores, como la personalidad, la educación, las experiencias de vida y la exposición al poder. Etcétera, etcétera.
Al buen entendedor, pocas palabras. Cada día la situación se torna más complicada para quienes hemos visto suficiente respecto al actual estilo personal de gobernar. Esto va muy mal y acabará peor. Me dueles México.