LA PAGANA DE LOS PLATOS ROTOS SIEMPRE FUE CUERNAVACA
CINTARAZOS
Por Guillermo Cinta
Sábado 7 de septiembre de 2024
Todo parece indicar que la era de tensiones entre el gobernante y el presidente de Cuernavaca en turno ha llegado a su fin. Atención: me refiero a la conflictiva vinculación de dos personas, no a la coordinación del Poder Ejecutivo estatal y el Ayuntamiento citadino, pues siempre han existido funcionarios de ambas instituciones, genuinamente interesados en beneficiar a la ciudad. La pagana de los platos rotos debido a los sistemáticos pleitos siempre fue la ciudadanía cuernavacense, sin tener ninguna vela en el entierro.
Efectivamente. Desde su triunfo el 2 de junio del presente año, hasta este viernes 6 de septiembre, la próxima gobernadora constitucional de Morelos, Margarita González Saravia, ha enviado suficientes señales sobre su legítima aspiración de ver superados los grandes agravios de la capital morelense, desde luego mediante a la coordinación de su administración y la del alcalde José Luis Urióstegui Salgado, quien también ganó las elecciones de este año superando a Alejandra Flores Espinoza, abanderada al cargo de presidenta municipal de Cuernavaca por la misma coalición de González Saravia. Por cierto: la colega y amiga Ale Flores será directora general del Instituto Morelense de Radio y Televisión (IMRyT), donde estoy seguro que hará un magnífico papel.
La verdad sea dicha, gentiles lectores, me cuento entre los miles de cuernavacenses que ya estamos hasta la madre de los conflictos entre el alcalde y el gobernador en turno. Chequen ustedes los siguientes precedentes, de los cuales he sido testigo.
David Jiménez González (1973) no recibió apoyo de Felipe Rivera Crespo; Porfirio Flores Ayala (1976) nunca fue bien visto por Armando León Bejarano (ALB); José Castillo Pombo (1979) disfrutó un relativo respaldo de ALB, pero fue poco lo que hizo por la ciudad debido al escaso apuntalamiento estatal; luego vino Sergio Figueroa (1982), cuyo paso por el ayuntamiento fue mediocre, sin el apoyo pleno de Lauro Ortega; Juan Salgado Brito llegó después (1985) y fue más o menos apoyado por Don Lauro logrando algunas cosas para la ciudad; en 1988 entró Julio Mitre, cimentado por Antonio Riva Palacio, lo cual se reflejó en cierta mejoría de Cuernavaca, escenario que se repitió en 1991 con Luis Flores Ruiz; llegó 1994 con Alfonso Sandoval Camuñas, más o menos respaldado por Jorge Carrillo Olea. Fue un trienio exitoso y hasta se consideró a Sandoval Camuñas con posibilidades de ser el siguiente gobernador, pero la muerte lo sorprendió en 1998 siendo diputado federal.
En 1997 arribó Sergio Estrada Cajigal, quien gozó la reforma federalista decretada por Ernesto Zedillo, disponiendo de un presupuesto que le permitió dar a la ciudad el mantenimiento no recibido durante trienios anteriores y la construcción de nuevas vialidades. Nunca tuvo apoyo de Carrillo Olea y del Ayuntamiento brincó a la gubernatura. Pero Estrada, siendo mandatario estatal, no respaldó a José Raúl Hernández Ávila (2000), ni tampoco a Adrián Rivera (2003), a pesar de que ambos eran de su partido. Jesús Giles (2006) no tuvo suficiente apoyo de Marco Adame Castillo; en 2009 llegó el priista Manuel Martínez Garrigós, quien tampoco logró la simpatía de MAC. Jorge Morales Barud, priista, llegó en 2012 sin el apoyo de Graco Ramírez, quien realizó obras en Cuernavaca, llamadas intervenciones, bajo los auspicios del gobierno estatal.
En 2016 arribó Cuauhtémoc Blanco, enfrentado con Graco Ramírez desde la campaña preelectoral de 2015. En 2018 lo hizo Antonio Villalobos Adán, por Morena, pero jamás fue aceptado por Blanco, quien buscó que el candidato para Cuernavaca fuera el ex árbitro Gilberto Alcalá Pineda, lo cual no se consumó.
José Luis Urióstegui Salgado, con el carácter de candidato del PAN, ganó las elecciones intermedias de 2021, pero jamás pudo alcanzar acuerdos con Blanco Bravo, sino puros pleitos. Y así llegamos a la actual época postelectoral, donde Margarita ha sido congruente con su manera de pensar, su decir y su hacer. Ya extendió varias veces la mano al alcalde Urióstegui. Falta por ver si el edil se mantiene así o tuerce el sentido de su futura relación con la gobernadora solo por “quítame estas pajas”. A ver.