RÉQUIEM POR LA DEMOCRACIA
PERSPECTIVA
Por Marcos Pineda Godoy
Viernes 13 de septiembre de 2024
En cualquier régimen, que se haga llamar democrático, debería preocupar mucho la práctica de los oídos sordos del gobierno a las demandas de las minorías o la simulación de que se las toma en cuenta. Todavía más, cuando esas minorías en su conjunto suman casi la mitad de sus ciudadanos.
Queda claro que el 54 por ciento de los electores, como en el caso de las más recientes elecciones parlamentarias mexicanas, no representa -ni con mucho- a la totalidad de la población, así como que el otro 46% de opositores, en una democracia, claramente polarizada, pero que se dice democracia, al final de cuentas, tendría que buscar el diálogo, los acuerdos y los consensos para ejercer el mandato popular, en forma incluyente. No caer en lo que advirtió, desde el siglo XVII, John Locke, uno de los pioneros impulsores en la construcción de los regímenes democráticos: la tiranía de la mayoría.
Hasta ahí, estamos hablando del sistema electoral a secas, sin considerar las inequidades, los vicios y los artificios que fueron heredados de los regímenes anteriores y ahora son aprovechados por Andrés Manuel López Obrador, no sólo a su favor, sino para fortalecerlos, tratando de asegurar la permanencia de su proyecto político personal, con base en la concentración total del poder.
Y aquí es donde se puede ver una estratagema al estilo de la Teoría de Juegos. Más allá, incluso, de como lo hizo el régimen hegemónico el siglo pasado, en el que las cúpulas se iban pasando entre ellas el control político, sexenio tras sexenio, adelantó dos jugadas para la preservación de su poder personal, su propio Maximato. Mientras el de Plutarco Elías Calles duró sus cuatro años de gobierno y siete más, hasta ser expulsado del país, por Lázaro Cárdenas, López Obrador lo quiere al menos por tres sexenios.
Deja como heredera, para su segundo periodo constitucional a Claudia Sheinbaum y perfila para el 2030 al hijo que lleva su mismo nombre de pila, Andrés Manuel López Beltrán. Pretende dejar ya hecho todo el andamiaje jurídico, comenzando por la Reforma al Poder Judicial, seguida de la incorporación de la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa, la reforma electoral, que cerrará todavía más las posibilidades a las oposiciones, ya sea presentes o futuras, al eliminar la representación proporcional en el Legislativo y, concluyendo, con la desaparición de los organismos autónomos, cuya existencia es una amenaza para la discrecionalidad, la corrupción y el abuso del poder.
Hoy por hoy, cuenta con los votos suficientes en el Congreso para hacer de todo esto una realidad en el corto y mediano plazo, pues no parece haber nadie que sea capaz de detenerlo. Ni en la oposición, ni en la sociedad civil y menos entre sus seguidores, pues nadie de ellos se atreve a llevarle la contraria al jefe máximo, de donde viene, precisamente, la palabra Maximato.
La peor parte de esta historia que está escribiendo Andrés Manuel con sus dictados -literal, porque así gobierna, dicta-, es que esa tiránica mayoría en el Congreso la consiguió en forma artificial. El caso de la sobrerrepresentación ya está muy estudiado. Será legal, pero es francamente inequitativa. Más escandalosa es la forma en que logró la mayoría calificada en el Senado: aliándose con unos de sus más criticados opositores, señalados desde corruptos hasta criminales.
Del análisis de esa alianza se desprende la ilegitimidad de esa maquiavélica mayoría, pues la realidad es que en las elecciones el pueblo no le dio la mayoría calificada en el Senado. Con todo y como son las reglas en la actualidad, los electores le dieron 85 votos. No los 86 que la ley establece. Consiguió ese otro voto con los Yunes, lo que puede ser legal, pero a todas luces es inmoral. Por tanto, también es ilegítimo. Es un legalizado fraude a la democracia, cuyas consecuencias apenas están por verse y ¿de verdad cree usted que esas consecuencias serán de beneficio para el país?
Y para iniciados:
Nadie puede negar que AMLO es un gran estratega político, quizá el mejor que haya llegado a la presidencia de la República, superando hasta a Salinas de Gortari, si usted quiere. Como tampoco nadie podría negar que ha sido el más grande demagogo, mentiroso, rencoroso, vengativo y demás… de los políticos mexicanos. Fue capaz de hacerse del poder enarbolando la bandera de ver primero por los pobres y luchar contra la corrupción, cuando en realidad aprovechó los programas sociales y sus mega obras para ver por él y los suyos, dejando a su paso un sistema político corrompido, con un futuro incierto, como nunca. La esperanza de México se convirtió en un réquiem por la democracia.
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