GOBERNANTES DE TERRITORIO
CINTARAZOS
Por Guillermo Cinta Flores
Lunes 7 de octubre de 2024
Durante su campaña preelectoral y en su toma de posesión, la gobernadora de Morelos, Margarita González Saravia, reiteró que será una mandataria de territorio y no de escritorio. El sábado, en Jantetelco, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo, retomó la premisa de MGS y también indicó que gobernará en el territorio, no en el escritorio. ¿Qué significa lo anterior, gentiles lectores?
Todo es cuestión de liderazgo, en tanto las funcionarias asumen la gran responsabilidad, con estricta congruencia, de trasladarse a las comunidades, por más apartadas que se encuentren de las capitales y los palacios de Gobierno. Pasemos entonces a desglosar el concepto.
Cuando escuchamos hablar respecto a un “gobernante de territorio y no de escritorio” evocamos un estilo de liderazgo y gestión en el que el gobernante se involucra directamente con la realidad cotidiana de la población a la que sirve. Un líder de territorio no se limita a dirigir desde una oficina, basándose únicamente en informes, estadísticas o la perspectiva de sus asesores, sino que se desplaza activamente por las comunidades, escucha de primera mano las necesidades, preocupaciones y aspiraciones de la gente, y toma entonces sus decisiones.
Este tipo de gobernante valora el contacto personal con los ciudadanos y las autoridades locales, utilizando visitas a diferentes partes de su región o país para evaluar la situación sobre el terreno. Al salir de su entorno de trabajo habitual, se enfrenta a los problemas de manera más tangible, viendo de primera mano los rezagos que padecen los sectores clave como la infraestructura, la salud, la educación o la seguridad. Así, obtiene una visión más completa y profunda de las circunstancias, lo que le permite formular políticas más ajustadas a las realidades locales y no solo a las teorías o informes técnicos.
En contraste, un “gobernante de escritorio” es aquel que prefiere mantenerse alejado de la interacción directa con la comunidad y basa su gestión en datos abstractos, delegando las observaciones del terreno a su equipo sin un involucramiento personal. Aunque este enfoque puede ser eficiente en términos administrativos, corre el riesgo de incurrir en equivocaciones. Nada mejor que conocer de primera mano la realidad.
EL EJEMPLO DE LÁZARO CÁRDENAS
Lázaro Cárdenas fue considerado un presidente de territorio más que de escritorio, y su estilo de liderazgo es uno de los ejemplos más emblemáticos de este enfoque en la historia de México. Durante su presidencia (1934-1940), Cárdenas mostró una profunda conexión con el pueblo y las realidades locales, lo que lo distinguió de otros.
Fue conocido por realizar constantes viajes por todo el país para conocer de primera mano las necesidades de las distintas regiones. En lugar de gobernar únicamente desde la capital, pasaba mucho tiempo en zonas rurales y urbanas, dialogando directamente con campesinos, obreros y ciudadanos de diversos sectores. A través de esta presencia constante, entendió mejor los problemas agrarios, las demandas de los trabajadores y las condiciones de vida en las áreas.
EN MORELOS, EL EJEMPLO DE LAURO ORTEGA
Lauro Ortega Martínez, quien fue gobernador de Morelos de 1982 a 1988, es recordado siempre por su enfoque cercano y comprometido con la gente del estado, lo que lo convirtió en un claro ejemplo de un “gobernador de territorio”. Su administración se distinguió por su estilo de liderazgo personal y su presencia constante en las distintas comunidades de Morelos, buscando atender de primera mano las necesidades sociales.
Ortega, como gobernador, realizó numerosos recorridos por los municipios del estado, con el objetivo de conocer de cerca las condiciones de vida de los habitantes y los problemas que enfrentaban. Este contacto directo le permitió formular políticas y programas que respondieran mejor a las circunstancias locales, especialmente en áreas rurales y agrícolas, donde había grandes demandas sociales. Su enfoque territorial fue visible en su atención a la infraestructura básica, como la construcción de caminos, escuelas y centros de salud, buscando mejorar la conectividad y los servicios en las zonas más alejadas de la capital.
Uno de los legados más destacados de su gestión fue su apoyo al desarrollo agrícola, reflejado en la creación de programas que promovían la modernización del campo morelense. Al recorrer las comunidades rurales, Ortega identificó las dificultades que enfrentaban los campesinos y se enfocó en mejorar las condiciones de producción y distribución agrícola. También tuvo un papel activo en la solución de conflictos agrarios y la mejora de los sistemas de riego, claves para la economía de cada una de las regiones.
Es en este contexto donde, al menos respecto a la premisa de Margarita González Saravia, hemos observado a una política profesional de permanente contacto con la base social morelense. Es, pues, una gobernadora de territorio y no de escritorio. Y así continuará.