PERFECTIBILIDAD Y CORREGIBILIDAD
PERSPECTIVA
Por Marcos Pineda Godoy
Miércoles 09 de octubre de 2024
Una vez revisadas las normas vigentes, consultados los especialistas en constitucionalismo y ya con la lectura de las iniciativas de reforma y adición a las leyes secundarias, correspondientes a la nueva forma de integración del Poder Judicial, podemos dar por hecho que no hay manera de que pueda detenerse o frenarse el proceso Electoral Extraordinario para elegir jueces, magistrados y ministros.
Sin embargo, desde el envío de la iniciativa a la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, por parte de Andrés Manuel López Obrador, el pasado 5 de febrero, fuimos advirtiendo las inconsistencias y contradicciones que podrían derivar en problemas operativos, competenciales y demás.
Por supuesto, el argumento que se esgrimió para defender y sostener el texto inicial presentado por el entonces presidente, en una fecha tan emblemática como el aniversario de la Constitución de 1917 fue que, como toda norma es perfectible, ya en el futuro y en las leyes secundarias se podrían hacer las modificaciones que fueran necesarias, siempre que la voluntad soberana del pueblo mexicano, expresada a través de su representación en los respectivos Congresos, así lo decidiera.
Y eso es cierto. Todas las leyes son perfectibles, incluidas las máximas constitucionales. Todo puede ser reformado, siempre que se cumplan con los procedimientos y criterios que la misma Constitución establece. Vamos, incluso esos mismos procedimientos y criterios podrían ser reformados. Dos terceras partes de las cámaras federales, junto con las de 17 entidades federativas -subrayo, cumpliendo con los procedimientos- serían suficientes hasta para convertir a México en un Estado Unitario, en lugar de la Federación que hoy es. Y tendría que ser de observancia obligatoria. Y así como ese hipotético caso, puede usted poner el ejemplo de su preferencia.
No obstante, existe diferencia, quizá sutil, pero sí que es una diferencia, entre “perfeccionar” y “corregir”, pues si se detectan contradicciones, llamémosles por su nombre, errores, la más pura y simple lógica indica que deberían tomarse medidas no para perfeccionar, sino para corregir.
Ayer, Ricardo Monreal Ávila, coordinador de la bancada morenista en San Lázaro, reconoció uno de ellos y afirmó que está en estudio, ya lo están viendo en un grupo de trabajo y habrá de corregirse. Se trata de la contradicción entre los artículos 94 y 97 de la Constitución, recién reformada.
El primero, el 94, ordena que la presidencia de la Suprema Corte “se renovará cada dos años de manera rotatoria en función del número de votos que obtenga cada candidatura en la elección respectiva”, mientras, el segundo, el 97, manda que el pleno elija “entre sus miembros al presidente de la Suprema Corte”.
No hay otra manera de corregir ese error. Como lo dije ayer, tendrán que modificar de nuevo el texto, o sea, reformar la reforma y, como se trata de la Constitución, repetir todo el procedimiento establecido en la misma, incluida la votación mayoritaria de los estados que integran la República.
También ayer, Gerardo Fernández Noroña, presidente de la Mesa Directiva del Senado de la República, negó la existencia de tal contradicción, con todo y que salta a la vista. Siendo él uno de los que argumentaron que fueron muchos meses, desde febrero de este año, en los que la iniciativa fue estudiada y trabajada en el Congreso, del que también formaba parte porque era diputado, nunca se diera cuenta de esa contradicción y otras que simplemente no atendieron debido a su férrea negativa de mover ni una coma a la iniciativa presidencial y su ánimo de dar toda la celeridad posible para su votación. Cabe la duda, al menos, de si en verdad los diputados y senadores, y sus asesores, en verdad leyeron y analizaron lo que votaron.
Encima, si se quisiera minimizar este error en el contenido del máximo ordenamiento que rige a la Nación, porque no se trata de cualquier Ley ni de un trabajo rutinario, sino de la reconfiguración de uno de los tres poderes de la Federación, esperen, porque pronto sobrevendrán otros. Adelanto uno: la invasión de ámbitos competenciales. No es lo mismo perfectibilidad que corregibilidad.
Y para iniciados:
Las demandas y necesidades de las mujeres, en una gran variedad de sentidos, no encontraron eco ni atención en la administración estatal que acaba de concluir. Los propios indicadores oficiales dan cuenta de lo mucho que está pendiente por hacerse. Pero, ya empieza a verse una luz en el horizonte. La gobernadora, Margarita González Saravia, anunció no sólo programas sociales, propios para el estado de Morelos, que complementarán los del gobierno federal, que encabeza Claudia Sheinbaum Pardo, como el de Mujeres con Bienestar, dirigido a quienes tengan entre 50 y 60 años de edad y financiamientos a las mujeres emprendedoras, sino también alista, a través de la Secretaría de las Mujeres, que encabeza Clarisa Gómez Manrique, un proyecto que permita ayudar a las mujeres que se encuentren en situación de violencia, mismo que involucra a trabajadores, empresas y negocios.
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