¿UNA NARRATIVA DISTRACTORA?
ANÁLISIS
Por Guillermo Cinta Flores
Miércoles 30 de octubre de 2024
La insistencia de la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, sobre la detención de Ismael “El Mayo” Zambada (el 25 de julio pasado), y su postura frente al embajador Ken Salazar al respecto, refleja una persistente tensión en las relaciones entre México y Estados Unidos, particularmente en el enfoque hacia la seguridad y la soberanía.
Sheinbaum, al cuestionar la manera en que se realizó la detención y la falta de transparencia en la información compartida por las autoridades estadounidenses, no solo critica el procedimiento legal y “los derechos humanos” potencialmente violados, sino que también subraya un principio de soberanía y respeto que busca establecer en las relaciones internacionales de México. Esta postura puede interpretarse como un rechazo a la idea de que los fines justifiquen los medios, especialmente cuando se trata de cómo se manejan las detenciones transnacionales y la cooperación entre ambos países. Sheinbaum rechaza cualquier operativo en territorio mexicano sin consentimiento del gobierno de la República.
Por otro lado, la respuesta de Ken Salazar, al señalar que debería celebrarse la captura de Zambada, muestra una perspectiva diferente, donde el resultado (la detención de un importante capo del narcotráfico) se considera prioritario sobre el método utilizado. Esto resalta una divergencia en las prioridades y en la metodología de lucha contra el crimen organizado: mientras México, bajo Sheinbaum, enfatiza la importancia de los procedimientos legales y los derechos humanos, Estados Unidos, a través de Salazar, parece posicionarse en un terreno más pragmático, donde la efectividad en la lucha contra el narcotráfico justifica los medios empleados. Este intercambio no solo ilustra una diferencia en enfoques de seguridad, sino también en cómo se perciben la soberanía y la cooperación internacional entre estos dos países.
Sin embargo, el tema de Ismael “El Mayo” Zambada y su arresto pueden, de manera indirecta, haber servido y seguir funcionando como una distracción para el gobierno mexicano, desviando la atención pública y mediática hacia la seguridad y el crimen organizado, en lugar de otros problemas críticos como la crisis económica. Hoy más que nunca, en cualquier parte del país, existe estrés financiero. Millones de familias mexicanas viven al día y, no obstante, el gobierno está enfocado en su narrativa alrededor de la reforma judicial, así como en otros asuntos, verbigracia el de Ken Salazar y Zambada, soslayando el empobrecimiento de la inmensa mayoría de ciudadanos.
El enfoque en la detención de figuras como Zambada, quien ha sido una de los personajes más elusivos y significativos en el mundo del narcotráfico, puede funcionar como una narrativa poderosa de “lucha contra el crimen” para el gobierno. Esta narrativa puede capturar la atención del público y los medios, especialmente dado el historial de violencia y la percepción de impunidad que rodea a estos líderes del narcotráfico. Al concentrarse en estos logros, el gobierno pudiese, conscientemente o no, estar distrayendo del análisis crítico de su manejo de la economía.
Aunque la detención de Zambada y las luchas internas dentro del Cártel de Sinaloa pueden tener un impacto real, como el incremento en la violencia que afecta la actividad económica local, esto no necesariamente aborda la crisis económica más amplia que México enfrenta, que incluye inflación, desempleo, y políticas económicas. La narrativa de seguridad puede ser más mediática y, por lo tanto, más visible y manejable en términos de percepción pública.
Históricamente, los medios y la opinión pública tienden a centrarse en eventos dramáticos y/o espectaculares como la captura de líderes del narco. Esto puede crear un ciclo de noticias que, aunque importante, a menudo eclipsa discusiones sobre políticas económicas, reformas estructurales, o el manejo de la deuda pública, entre otros temas económicos. La crisis económica, que requiere de un análisis profundo y soluciones a largo plazo, puede quedar en segundo plano.
Algunos analistas podrían argumentar que el gobierno utiliza estas operaciones de seguridad no solo para combatir el crimen sino también para fortalecer su imagen de acción y compromiso. Sin embargo, esto no quita la realidad de que las estrategias para combatir el narcotráfico y la corrupción son necesarias, pero deben ir de la mano con políticas económicas sólidas.
Desde una perspectiva crítica, se podría argumentar que el gobierno, al enfocarse en figuras emblemáticas del crimen, está capitalizando en la percepción de logro y control, lo cual puede ser más fácil de comunicar que el manejo de una economía compleja. La crítica aquí sería que, aunque el tema de Zambada es significativo, no aborda las raíces de la violencia o la economía subterránea que florece en parte debido a fallas en el sistema económico legal.
Aunque el arresto de El Mayo Zambada y las luchas por el poder dentro de los cárteles pueden tener repercusiones económicas, como la violencia que afecta la economía local, su cobertura mediática y la narrativa gubernamental alrededor de estos eventos podrían, efectivamente, desviar la atención de problemas económicos más sistémicos y profundos que México enfrenta. Esta distracción puede ser vista como una estrategia, consciente o no, de manejo de la percepción pública y mediática por parte del gobierno.
Sheinbaum ha destacado la continuidad del “humanismo mexicano” promovido por su predecesor, Andrés Manuel López Obrador, al mismo tiempo que subraya la importancia de ser la primera mujer en ocupar la presidencia, marcando un cambio histórico en la representación política. Esta narrativa se interpreta como una estrategia para consolidar apoyo al mantener políticas populares mientras se introduce un nuevo liderazgo con un enfoque de género.
Críticas, como las de Raymundo Riva Palacio, señalan que Sheinbaum podría estar enfrentando una crisis de seguridad que desborda su capacidad de respuesta en sus primeros meses, lo cual insinúa que, efectivamente, la seguridad y el enfoque en el narcotráfico están rebasando la narrativa oficial, forzando al gobierno a reaccionar más que a planificar su agenda. Esta crítica se interpreta como una percepción de que el gobierno está siendo obligado a centrarse en la seguridad por la presión de eventos, más que por elección.
Dado que Sheinbaum ha tomado una postura clara sobre no calificar a los cárteles como terroristas y ha presentado su estrategia de seguridad, podría decirse que, aunque reconoce la problemática, intenta no dejar que la narrativa se centre exclusivamente en el combate al narcotráfico. Esto podría ser visto como una tentativa de no permitir que la violencia del narco defina su gobierno, desviando la atención hacia otros logros o propuestas.
Aunque la narrativa de Sheinbaum aborda la seguridad y el narcotráfico, su enfoque parece ser el de integrarlos dentro de una agenda más amplia, evitando que dominen la conversación pública. Sin embargo, críticas y eventos recientes (como el pleito con Ken Salazar) sugieren que la realidad de la violencia podría estar desbordando esta narrativa, obligando al gobierno a reaccionar y posiblemente distrayendo de otros problemas de México, como la crisis económica, aunque no necesariamente por elección del gobierno, sino por la fuerza de los eventos.