GOBIERNO DE LA MUCHEDUMBRE
CINTARAZOS
Por Guillermo Cinta Flores
Martes 05 de noviembre de 2024
El concepto de “oclocracia” hace referencia a un sistema de gobierno donde el poder es ejercido por la mayoría de la gente sin una estructura formal o institucional sólida que organice el ejercicio del poder. México ha experimentado una transición parcial hacia un sistema donde el poder de las mayorías, expresado a través del voto, domina las instituciones tradicionales, debilitando la democracia liberal a favor de una suerte de “gobierno de la mayoría”.
La llegada al poder de Morena y el liderazgo de figuras como Andrés Manuel López Obrador han impulsado un modelo que busca privilegiar el mandato popular sobre los frenos y contrapesos, lo que podría interpretarse como una derivación hacia una estructura de poder donde la voluntad de la mayoría supera los límites. ¿Será un gobierno de la muchedumbre, según la oclocracia?
La democracia en México, como en otros países, se basa en un equilibrio entre los poderes del Estado, en el respeto al Estado de derecho y en la protección de los derechos individuales y de las minorías. Sin embargo, en los últimos años, hemos observado cómo el Ejecutivo federal ya casi controla al Poder Judicial, como de hecho lo hace con el Congreso y los organismos autónomos. Esta centralización de poder en torno al Ejecutivo y la subordinación de otras instituciones a su agenda política son una franca erosión de los principios democráticos. Sin embargo, aún no se ha llegado al punto en que estas instituciones hayan perdido por completa su autonomía o capacidad de contrapeso… pero hacia allá van.
Otro aspecto relevante es el papel de las consultas populares y la participación ciudadana directa. Si bien estas prácticas pueden fortalecer una democracia al involucrar más a la población en la toma de decisiones, cuando se usan para legitimar decisiones del Ejecutivo sin un proceso de deliberación profundo, podrían degenerar en una “oclocracia” en la que la mayoría impone su voluntad, sin considerar plenamente el impacto en las minorías o en el marco institucional. En el caso de México, algunas de estas consultas han sido criticadas por su falta de rigor, baja participación y preguntas orientadas, lo que plantea dudas sobre si se están usando de manera adecuada.
Aun así, México no ha dejado de ser una democracia en sentido estricto. Las elecciones siguen siendo libres y competitivas, y los ciudadanos tienen la posibilidad de cambiar a sus representantes mediante el voto. Sin embargo, el predominio de un solo partido en diversas entidades, así como el uso de recursos públicos para influir en la percepción de la ciudadanía, son factores que limitan la pluralidad política. México sigue siendo una democracia electoral, aunque con riesgos de deterioro en su institucionalidad y respeto por los derechos humanos.
En conclusión, si bien México no ha transitado completamente hacia una oclocracia, el fortalecimiento de un modelo de gobierno mayoritarista, con menor atención a los contrapesos institucionales, llevará a una situación en la que la democracia se vea debilitada a favor de un gobierno más centralizado. El reto de México radica en encontrar un equilibrio donde el poder de las mayorías no se convierta en un vehículo para socavar los principios democráticos, ni la autonomía de sus instituciones, garantizando así una democracia que respete tanto el mandato popular como el Estado de derecho y los derechos individuales.