ROSARIO PIEDRA Y LA APLANADORA DE MORENA
OPINIÓN
Por Guillermo Cinta Flores
Miércoles 13 de noviembre de 2024
Rosario Piedra Ibarra, actual presidenta de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), ha enfrentado una considerable oposición debido a varias razones clave. Desde su elección inicial en 2019, fue y sigue siendo criticada por su cercanía al partido Morena y a Andrés Manuel López Obrador, lo cual ha llevado a cuestionamientos sobre la autonomía de la CNDH bajo su liderazgo. Su gestión no ha sido lo suficientemente independiente, especialmente en momentos críticos donde la comisión debería actuar como contrapeso al Poder Ejecutivo. Además, se le ha acusado de inacción frente a violaciones de derechos humanos cometidas por el Estado durante su mandato, como en el caso de la Guardia Nacional y la Sedena. Estas críticas han sido especialmente vocalizadas por organizaciones de derechos humanos y activistas que esperaban una defensa más enérgica de las víctimas.
A pesar de estas críticas, Morena y sus aliados en el Senado decidieron respaldar la reelección de Piedra Ibarra. Una de las razones principales es su simbolismo como hija de Rosario Ibarra de Piedra, reconocida activista por los derechos humanos en México. Esta conexión familiar le añade un valor simbólico y de continuidad a su gestión, alineándose con la narrativa de la ‘Cuarta Transformación’ de López Obrador. Además, su apoyo podría interpretarse como una estrategia de Morena para mantener el control sobre instituciones clave, asegurando que los nombramientos reflejen su visión política y eviten ser contrapesos del Ejecutivo. La presidenta Claudia Sheinbaum y la bancada de Morena en el Senado han expresado su reconocimiento y respeto por su figura, lo que contribuyó a su reelección.
La oposición también se basa en la percepción de que la CNDH bajo Piedra Ibarra no ha respondido adecuadamente a la crisis de derechos humanos en México, caracterizada por altos niveles de violencia, desapariciones y homicidios. Críticos como Luis de la Barreda, expresidente de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal, han señalado que la CNDH se ha convertido en una extensión del gobierno, fallando en su deber de ser un organismo autónomo y crítico. Las organizaciones civiles han pedido una renovación en el liderazgo para revitalizar la institución, pero estos llamados no encontraron eco suficiente en el Senado.
La apertura para el registro de aspirantes a relevar a Piedra Ibarra fue una simulación por parte de Morena y Palacio Nacional. Aunque se abrió el proceso de selección a múltiples candidatos, la decisión política de respaldar a Piedra Ibarra indica que el resultado estaba predefinido. La insistencia en que cualquier persona registrada tenía posibilidades de ser nombrada contrastaba con la realidad política, donde el consenso dentro de Morena favorecía claramente a la actual presidenta. Esto ha llevado a la percepción de que el proceso fue más una formalidad para cumplir con las apariencias de transparencia y participación, que una real competencia por el cargo.
Finalmente, la reelección de Piedra Ibarra hasta 2029 refleja la dinámica política en México, donde el partido en el poder utiliza su mayoría para asegurar alianzas y mantener la continuidad en instituciones estratégicas. Este apoyo, a pesar de la oposición, subraya la influencia que Morena y Palacio Nacional tienen sobre el proceso de selección de funcionarios públicos, sugiriendo que la autonomía y la meritocracia juegan un papel secundario en comparación con la lealtad política y las alianzas estratégicas.