LA PERENNE INSEGURIDAD EN HUITZILAC
OPINIÓN
Por Guillermo Cinta Flores
Domingo 24 de noviembre de 2024
Huitzilac, municipio ubicado al norte de la zona metropolitana de Cuernavaca, ha sido históricamente conocido por sus altos niveles de inseguridad, agravados por eventos recientes como el secuestro y posterior liberación de una jueza del reality show MasterChef. Este incidente vuelve a poner de relieve la vulnerabilidad de la zona, donde la delincuencia organizada opera con relativa impunidad.
La carretera federal y la autopista México-Cuernavaca, en los tramos que pasan inevitablemente por Huitzilac, son consideradas como puntos altamente peligrosos, criminógenos, con reportes frecuentes de asaltos, secuestros y homicidios. La presencia de grupos criminales involucrados en actividades como la tala clandestina, el robo de vehículos, los asaltos a mano armada y el secuestro ha creado un clima de terror entre los habitantes y los usuarios de la vía, haciendo que las recomendaciones de las autoridades sean evitar detenerse en la carretera a menos que sea absolutamente necesario.
En el secuestro de la jueza de MasterChef, la respuesta de las fuerzas de seguridad, federales y estatales, fue inmediata debido al alto impacto del hecho y a la difusión del violento suceso realizada por una importante cadena televisiva nacional. Sin embargo, los esfuerzos previos en materia de seguridad no han logrado disminuir no solo la percepción de indefensión, sino el hecho real de grupos delincuenciales en ambas vías de comunicación.
La captura de algunos miembros de bandas delictivas, como “Los Netos” y “El Diablo”, ha sido insuficiente para erradicar la influencia de estos grupos. La impunidad se percibe alta, con líderes criminales que, a pesar de ser capturados, logran su liberación o continúan sus operaciones desde la clandestinidad. Además, la corrupción y la posible colusión de algunos funcionarios locales con el crimen organizado han exacerbado la situación, con denuncias de que incluso el alcalde de Huitzilac podría estar vinculado a actividades ilícitas.
Los delitos no solo afectan a las víctimas directas, sino que también tienen un impacto socioeconómico significativo en la comunidad. La inseguridad ha desalentado el turismo y el desarrollo económico en la región, ya que los negocios locales y los visitantes temen por su seguridad. Incidentes como el linchamiento de supuestos delincuentes por parte de la población, reflejan el hartazgo y la falta de confianza en las instituciones encargadas de la seguridad. Este acto de “justicia por mano propia” es un indicador de la desesperación de los habitantes frente a la ineficacia de las autoridades para garantizar su seguridad.
La respuesta gubernamental ha incluido operativos esporádicos de las fuerzas federales, como la Guardia Nacional y el Ejército, pero estos esfuerzos parecen más reactivos que preventivos. La falta de una estrategia integral y sostenida para combatir la inseguridad ha permitido que Huitzilac siga siendo un “reino de la mafia”, según han descrito algunos medios, donde los crímenes violentos son recurrentes. La sociedad civil ha comenzado a tomar medidas por su cuenta, como la vigilancia comunitaria, pero la solución requiere una intervención más profunda, que aborde no solo la delincuencia sino también las condiciones socioeconómicas que alimentan esta problemática.
La situación de Huitzilac se ha convertido en un microcosmos de los desafíos que enfrenta México en su lucha contra la inseguridad, con lecciones para otras regiones del país sobre la importancia de la presencia estatal efectiva y la necesidad de reconstruir la confianza en las instituciones. Por cierto, aquella región lleva varios lustros, presente entre las zonas ingobernables, de gran peligro, en las alertas de viaje de Estados Unidos, dirigidas a sus ciudadanos.