Causas que mantienen a la criminalidad en un avance implacable, a lo largo y ancho del país
LA CRÓNICA DE MORELOS. Martes 03 de diciembre de 2024.
La criminalidad en México sigue siendo alta en ciertas regiones del país debido a una combinación de factores socioeconómicos, la fortaleza y adaptabilidad del crimen organizado, la corrupción, y la capacidad limitada de las instituciones gubernamentales para enfrentar estos desafíos de manera efectiva.
La narrativa oficial a menudo choca con la realidad vivida por muchos ciudadanos, creando una sensación de “realidad paralela” donde la seguridad anunciada no se corresponde con la experiencia diaria de la población.
La criminalidad en México presenta un escenario complejo que se ha mantenido elevada en ciertas regiones por múltiples razones. Desglosemos algunas.
La pobreza, la desigualdad y el desempleo son factores que pueden impulsar a algunos individuos hacia actividades delictivas, particularmente en áreas donde las oportunidades legales son limitadas. La correlación entre estos factores y la delincuencia es discutida, pero hay indicios de que, en regiones con altos niveles de pobreza, la criminalidad puede aumentar debido a la falta de alternativas económicas viables.
México ha sido un corredor vital para el tráfico de drogas hacia Estados Unidos, lo que ha fortalecido a los cárteles. Estos grupos criminales no solo se dedican al narcotráfico, sino que han diversificado sus actividades hacia secuestros, extorsión, y robo de combustibles, entre otros delitos. La fragmentación de estos grupos ha llevado a una mayor competencia por territorios, incrementando la violencia.
La corrupción dentro de las instituciones de seguridad y justicia ha sido un problema persistente que facilita la operación de grupos criminales. La colusión entre autoridades y delincuentes puede llegar a niveles donde el crimen organizado influye o controla directamente ciertas áreas o actividades gubernamentales.
A pesar de los esfuerzos del gobierno en los tres niveles, se ha observado que en muchas áreas, las autoridades están sobrepasadas por la capacidad operativa y la violencia de los grupos criminales. La estrategia de seguridad ha sido cuestionada, y aunque hay intentos de reforma, la implementación efectiva y coordinada entre los diferentes niveles de gobierno no siempre es exitosa.
Existe una discrepancia entre la narrativa oficial y la percepción pública o la realidad en el terreno. Mientras que el gobierno puede reportar avances en ciertas métricas de seguridad, la experiencia de los ciudadanos en regiones afectadas a menudo cuenta una historia diferente, sugiriendo que los criminales siguen operando con impunidad en muchas áreas. La tasa de delitos no denunciados o investigados también sugiere que las estadísticas oficiales podrían subestimar la magnitud del problema.
Las estrategias implementadas, como la militarización de la seguridad pública, han mostrado resultados mixtos. Si bien hay disminuciones en ciertos tipos de crímenes, la violencia general y la presencia de grupos criminales no han disminuido significativamente en algunas regiones.