EL ACTO DE FE EN EL PRESUPUESTO FEDERAL
PERSPECTIVA
Por Marcos Pineda Godoy
Jueves 05 de diciembre de 2024
Una vez más la aplanadora oficialista se impuso en los órganos legislativos, como lo seguirá haciendo el resto del sexenio. Ahora, al aprobar la Ley de Ingresos de la Federación para el ejercicio fiscal del 2025, sin mover una sola coma a la iniciativa enviada por la presidencia de la República.
El paso final lo dio la Cámara de Senadores, donde los argumentos para conseguir los votos al interior del grupo de aliados no fueron las evidencias para confirmar la viabilidad de la propuesta, la congruencia entre las estimaciones de crecimiento económico, el tipo de cambio y el precio del petróleo ni ningún fundamento de carácter técnico o económico, sino el llamado a estar del lado de la cuarta transformación, de la lealtad al proyecto político.
La oposición cumplió con el papel al que estará destinada por los siguientes años: dejar constancia testimonial, para ser registrada en el Diario de Debates, pero sin ninguna posibilidad de influir, al menos para generar un debate serio y profundo, y mucho menos para alcanzar algún tipo de acuerdo sobre posibles modificaciones. Hacer como que escuchan a las legisladoras y a los legisladores opositores no es más que un acto protocolario. Solamente levantaron ámpula con algunos señalamientos más políticos que económicos, que recibieron respuesta en ese mismo sentido.
En suma, se proyectan ingresos por 9.302 billones de pesos, que se obtendrían en un 56.95% del cobro de impuestos, por ahí de 1.500 billones (alrededor del 16%), mayormente de las aportaciones de Pemex y, finalmente, 1.246 billones de financiamientos, es decir, de deuda. No se contratará nuevos créditos, siempre que los pronósticos económicos se cumplan, pero sí se hará uso de las líneas de crédito ya existentes. ¿O como para qué cree que Sheinbaum se reunió con el presidente del Banco Interamericano de Desarrollo?
Con ello se estaría en posibilidades de conseguir alrededor de 8 billones de los más de 9 billones que se proyecta necesitar para el siguiente año, siendo el déficit, en otras palabras, lo que se necesitará cubrir con deuda, menor en dos puntos a lo que se usó en el 2024. Hasta ahí, todo suena razonablemente lógico. El problema está en las estimaciones.
Se cree y confía en que el crecimiento económico del año será de entre el 2 y el 3%, que el precio del dólar tendrá un promedio de 18.5 pesos por unidad y que el precio del petróleo de exportación andará en los 57.8 dólares por barril. Con respecto al precio del petróleo no hay mayor discusión, sí es probable que se mantenga en esos precios. Pero no es lo mismo ni con el Producto Interno Bruto (que en la iniciativa privada se estima entre el 1.1 y el 1.5%), a partir del cual se calcula el crecimiento económico, ni con el precio del dólar (que no ha bajado del 19.30). Encima, todavía es más preocupante la incertidumbre sobre los efectos que puedan tener las políticas del gobierno de Donald Trump.
Si una de estas tres estimaciones resulta menor a lo estimado las únicas dos consecuencias posibles son las siguientes: o se deja de hacer parte de lo programado en el Presupuesto de Egresos o se contrata más deuda para poder cumplir. Creo que usted ya imagina lo que decidirán, claro, contratar más deuda, que podría llegar desde 1.5 y hasta los 2 billones en total, para el 2025, dependiendo de cómo nos vaya en crecimiento y en el tipo de cambio, rompiendo con ello el récord histórico de endeudamiento que, hoy por hoy, dejó Andrés Manuel López Obrador.
Los números aprobados hablan por sí solos. No obstante, hace falta un poco de conocimiento y mucha voluntad para saber leerlos correctamente, para saber si se trata de un presupuesto realista y equilibrado, entre lo que se pretende obtener de recursos y lo que se desea gastar o invertir. En concreto, la aprobación de la Ley de Ingresos se parece más a un acto de fe, que a un análisis económico.
Y para iniciados:
Todo parece apuntar a que habrá sensibilidad y apoyo de los legisladores locales para la aprobación del paquete económico de Morelos para el 2025, particularmente en cuanto a los recursos que destinarán a la seguridad y a la procuración de justicia. Todavía persiste la duda sobre si habrá órganos o instituciones a los que se hagan algunos ajustes en su presupuesto, especialmente en aquellos que están más metidos en la promoción personal de sus titulares, en la defensa por escándalos mediáticos o en confrontaciones políticas, que en la entrega de resultados. Ya lo veremos en diez días. Por cierto, Hertino Avilés Albavera, del IMIPE, sigue sin responder para qué quiere un 85% de aumento al presupuesto una institución que, pronto, habrá de desaparecer.
La información es PODER!!!