LA HERIDA QUE NO CIERRA: A 13 AÑOS DEL ASESINATO DE JUAN FRANCISCO Y SEIS PERSONAS MÁS
CINTARAZOS
Por Guillermo Cinta Flores
Martes 24 de diciembre de 2024
Un escalofrío recorrió México la mañana del 28 de marzo de 2011. Casi en el acceso del fraccionamiento Las Brisas del municipio de Temixco, al sur de la zona metropolitana de Cuernavaca, siete cuerpos sin vida yacían amontonados en un automóvil Honda abandonado. Entre ellos, el de Juan Francisco Sicilia Ortega, hijo del reconocido poeta y escritor Javier Sicilia.
La noticia, como un mazazo, despertó la indignación y el dolor de una nación cansada de la violencia. El joven de 24 años, junto a seis personas, había sido secuestrado, torturado y asesinado por integrantes del autodenominado Cártel del Pacífico Sur. Este crimen atroz, lejos de ser un hecho aislado, se convirtió en un símbolo de la barbarie que azotaba al país y en un catalizador para el movimiento social en contra de la violencia.
Javier Sicilia, con el alma destrozada, transformó su dolor en clamor. Encabezó el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, una caravana que recorrió el país exigiendo justicia para las víctimas de la guerra contra el narcotráfico. Miles de personas se unieron a su llamado, marchando con fotos de sus seres queridos, desaparecidos o asesinados. “Estamos hasta la madre”, se convirtió en el grito de un México dolido que clamaba por un alto a la violencia. El poeta, antes ajeno a la política, se convirtió en la voz de las víctimas, en un símbolo de la resistencia civil frente al horror.
El caso Sicilia, como se le conoció, sacudió los cimientos del poder político. El entonces presidente Felipe Calderón se vio obligado a replantear su estrategia de seguridad, enfrentando críticas debido a la escalada de violencia generada por su guerra contra el narco. La sociedad civil, harta de la impunidad, exigió justicia y un cambio profundo en las políticas de seguridad. El asesinato de Juan Francisco y las demás víctimas dejó al descubierto la fragilidad del Estado y la profunda crisis humanitaria que vivía el país.
A trece años de la tragedia, la justicia llega de forma parcial. Dos de los implicados en el crimen, Julio de Jesús Radilla “El Padrino” y Ángel Taboada “El Conejo”, fueron sentenciados a más de 300 años de prisión. Si bien este fallo representa un pequeño triunfo en la búsqueda de justicia, el dolor sigue presente. Para Javier Sicilia, la sentencia es “un pequeño gramo de justicia” en un país donde la impunidad sigue siendo la regla. La lucha por la paz y la justicia continúa, en memoria de Juan Francisco y de todas las víctimas de la violencia.
El asesinato de Juan Francisco Sicilia Ortega marcó un antes y un después en la historia reciente de México. Su muerte, un acto de barbarie sin sentido, despertó la conciencia de una nación y dejó una herida profunda en la sociedad mexicana. A trece años de la tragedia, el recuerdo de Juan Francisco sigue vivo, como un recordatorio de la urgente necesidad de construir un país en paz, donde la justicia y la dignidad sean la norma.