El comercio ambulante en Cuernavaca nunca se ha regularizado, representando una problemática eterna
El comercio ambulante en Cuernavaca parece ser una problemática sin fin, que se ha consolidado como un elemento constante en el paisaje urbano de la ciudad. A pesar de los esfuerzos repetidos por parte de las administraciones municipales, la situación sigue siendo la misma año tras año.
El alcalde José Luis Urióstegui Salgado ha reconocido que esta actividad alcanzó niveles de desbordamiento, especialmente durante la transición de un gobierno a otro, lo que refleja falta de continuidad y efectividad en las políticas de regulación. El anuncio de un nuevo proceso de regularización, junto con la promesa de sanciones a líderes que han incitado a la invasión de calles sin permiso, es solo otro capítulo en una larga historia de intentos fallidos.
Desde hace más de cuatro décadas, los habitantes de Cuernavaca han sido testigos de cómo ciertas zonas de la ciudad se convierten en verdaderos zocos donde la anarquía predomina sobre el orden legal. Las calles del centro se ven invadidas por puestos ambulantes y semifijos que operan sin regulación, creando un ambiente de desorganización y competencia desleal con el comercio formal. Esta situación no solo afecta la imagen de la ciudad, sino que también perjudica a aquellos negocios que cumplen con todos los requisitos legales, enfrentando una competencia que no paga impuestos ni cumple con las normas de seguridad y salud.
La problemática se agrava con la falta de un padrón actualizado y la emisión de permisos irregulares o duplicados, como se ha denunciado en varias ocasiones. Los esfuerzos de regularización han sido insuficientes, y cada cambio de administración parece traer consigo una nueva ola de comerciantes ambulantes que aprovechan la confusión para establecerse en puntos estratégicos de la ciudad.
La promesa de un nuevo proceso de regularización suena esperanzadora, pero la historia sugiere que es fácil caer en la inacción una vez que se disipe la presión inicial. El descontento de los comerciantes formales y de la ciudadanía en general es palpable, ya que ven cómo sus espacios públicos se transforman en áreas de venta sin control.
Además, la intervención de líderes que incitan a la invasión de calles sin permiso ha sido un factor que complica aún más la situación. Estos líderes, a menudo con intereses personales, han logrado movilizar a un gran número de vendedores para ocupar calles importantes, lo que no solo afecta el tránsito peatonal y vehicular, sino que también genera un ambiente de tensión y confrontación con las autoridades. Las sanciones anunciadas por el alcalde podrían ser un paso hacia la recuperación del orden, pero la experiencia pasada indica que sin una aplicación estricta y constante, estas medidas pueden resultar ineficaces.
En concreto, el comercio ambulante en Cuernavaca es un problema crónico que desafía la capacidad de las autoridades para encontrar soluciones duraderas. La ciudad necesita una estrategia integral que no solo busque regular, sino también integrar a los vendedores ambulantes en un marco legal que beneficie tanto a la economía local como a la calidad de vida de sus ciudadanos. Hasta que no se logre esto, Cuernavaca seguirá siendo testigo de cómo, una y otra vez, el mismo problema se repite sin encontrar una solución definitiva.