Shakira en el GNP: el espectáculo de la identidad, el poder y la catarsis latina
AGENDA DIARIA
Por Regina M. Cinta Becerril
Jueves 20 de marzo de 2025
Shakira, como figura pública y artista colombiana, no es solo una cantante; es un símbolo cultural que trasciende fronteras y encarna múltiples significados sociales. Su concierto de anoche, 19 de marzo de 2025, que “atascó” el espacio del Estadio GNP Seguros (con siete fechas consecutivas agotadas, un récord histórico) de la Ciudad de México, puede entenderse a través de varios lentes sociológicos. Desglosemos.
Shakira representa un puente entre lo local y lo global. Nacida en Barranquilla, Colombia, su música mezcla ritmos latinos (como el pop, la cumbia y el reguetón) con influencias internacionales (rock, dance, etc.). Esto resuena con audiencias diversas, especialmente en un país como México, donde la identidad latinoamericana es fuerte, pero también hay una apertura a la cultura global. El hecho de que llene estadios masivos refleja cómo su figura une a las personas en una experiencia compartida que trasciende nacionalidades, algo que los sociólogos llaman “comunidad imaginada”.
Asistir a un concierto de Shakira no es solo un acto de entretenimiento, sino también una forma de adquirir y mostrar capital cultural. En términos de Pierre Bourdieu, los fans no solo disfrutan de su música, sino que participan en un evento que les da prestigio social. En una sociedad como la mexicana, donde la música y los espectáculos en vivo son parte integral de la vida social, estar presente en un concierto de esta magnitud (y más aún en una serie de siete shows agotados) se convierte en un marcador de pertenencia y estatus.
Su gira “Las Mujeres Ya No Lloran” lleva un mensaje implícito de empoderamiento femenino, algo que conecta con dinámicas sociales actuales. Shakira, tras su ruptura pública con Gerard Piqué, ha transformado su narrativa personal en un discurso artístico de resiliencia. Esto puede verse como un reflejo de lo que sociólogos como Judith Butler describen como la performatividad de género: ella no solo canta, sino que “actúa” un rol de mujer fuerte e independiente, lo que inspira a muchas personas, especialmente mujeres, en un contexto donde los roles de género están en constante negociación.
Desde la perspectiva de Guy Debord y su “sociedad del espectáculo”, el concierto de Shakira es un evento donde la experiencia colectiva se convierte en mercancía. La euforia del público, las pantallas gigantes, la producción masiva y el “atascamiento” del estadio son signos de cómo la cultura contemporánea transforma el arte en un espectáculo consumible. Esto no es solo sobre escuchar música, sino sobre vivir un momento que se comparte en redes sociales, se graba y se mitifica.
Finalmente, hay un elemento de emoción colectiva que Émile Durkheim podría relacionar con la “efervescencia colectiva”. Shakira no solo atrae por su talento, sino por lo que representa: nostalgia (con éxitos de décadas pasadas), celebración de la identidad latina y una historia personal que muchos sienten cercana. La noche de este miércoles, miles de personas en el GNP encontraron en su música un espacio para liberar emociones, celebrar y sentirse parte de algo más grande.
Entonces, ¿por qué Shakira “atascó” el GNP? Porque no es solo una cantante, sino un fenómeno sociológico que encapsula identidad, poder, emoción y consumo en una era globalizada. Su capacidad para movilizar masas y generar esta respuesta en México refleja tanto su talento como el momento cultural que vivimos.