DESINTEGRACIÓN FAMILIAR Y LA APUESTA POR LA SALUD MENTAL EN MORELOS
CINTARAZOS
Por Guillermo Cinta Flores
Lunes 7 de abril de 2025
La desintegración familiar en Morelos, exacerbada por la pandemia, ha dejado heridas profundas en el tejido social. Factores como el acoso escolar o “bullying” se convirtieron en síntomas visibles de una problemática más amplia, vinculada a la pérdida de valores éticos, la violencia intrafamiliar, la pobreza y la marginación. Estos elementos, que afectan a muchas familias mexicanas, no solo erosionan los lazos afectivos, sino que también abonan el terreno para fenómenos como la delincuencia juvenil, un flagelo que en nuestro estado encuentra eco en adolescentes de apenas 12 o 13 años.
Es innegable que la descomposición familiar y social tiene raíces complejas. En México, solemos señalar la pobreza, el desempleo, la drogadicción y la discriminación como catalizadores de la delincuencia, pero rara vez contamos con datos precisos que nos permitan entender cómo se gestan estos problemas desde la infancia. A diferencia de otros países, como Inglaterra, donde estudios longitudinales han rastreado a niños desde los 8 años hasta la adultez para identificar los factores que los llevan a delinquir, en Morelos y en México carecemos de iniciativas similares que nos brinden un diagnóstico claro y soluciones efectivas.
En este contexto de incertidumbre, surge una luz de esperanza desde el Congreso de Morelos. El diputado de Morena, Rafael Reyes, ha presentado una iniciativa valiosa y oportuna para incorporar estudios psicológicos regulares y gratuitos en las escuelas públicas de nivel básico y medio superior. Esta propuesta, discutida el pasado 3 de abril en la LVI Legislatura, busca reformar la Ley de Educación estatal mediante la adición del artículo 56 BIS, con el objetivo de ofrecer apoyo psicológico temprano a estudiantes que enfrentan crecientes presiones sociales, académicas y familiares.
La iniciativa de Reyes no solo responde a una necesidad urgente, sino que también plantea una visión preventiva. El legislador, representante de Jiutepec, subraya que un diagnóstico psicológico oportuno puede ser la diferencia entre la vida y la muerte, entre un futuro de angustia o uno de plenitud. En un estado donde el “bullying” y los trastornos de personalidad antisocial están relacionados con entornos familiares disfuncionales, esta medida podría marcar un antes y un después en la forma en que abordamos la salud mental de nuestras niñas, niños y jóvenes.
Los estudios longitudinales, como el realizado en Londres con 411 niños, nos enseñan que factores como el comportamiento antisocial, la hiperactividad, el bajo rendimiento académico, la pobreza familiar y una crianza autoritaria son predictores clave de la delincuencia. En Morelos, donde muchos de estos elementos están presentes, la propuesta de Reyes se alinea con la idea de intervenir desde la infancia para romper ciclos de violencia y exclusión. Aunque no contamos con encuestas de largo plazo, los diagnósticos psicológicos en las escuelas podrían ser un primer paso para recopilar información valiosa y diseñar políticas públicas más efectivas.
El diputado ha enfatizado que su labor legislativa prioriza el bienestar de los sectores más vulnerables, un compromiso que, asegura, comparte con la gobernadora Margarita González Saravia. Esta alianza entre el Legislativo y el Ejecutivo podría traducirse en mecanismos concretos para velar por la salud mental de los estudiantes, un aspecto históricamente relegado en nuestro sistema educativo. La iniciativa no solo busca prevenir tragedias, sino también devolver esperanza a las familias morelenses, muchas de las cuales enfrentan diariamente las consecuencias de un tejido social fracturado.
En conclusión, la desintegración familiar y sus efectos en Morelos requieren más que lamentos: exigen acción. La propuesta de Rafael Reyes representa un esfuerzo loable por atender las raíces de problemas como el “bullying” y la delincuencia juvenil, apostando por la salud mental como pilar de reconstrucción social. Si esta reforma se concreta, podríamos estar ante el inicio de una estrategia integral que, con el tiempo, nos permita entender y sanar las heridas de nuestra comunidad. El futuro de nuestros niños y jóvenes bien lo merece.