EL BULLYING QUE MATA: LA TRAGEDIA DE ERICK Y EL GRITO POR JUSTICIA
CINTARAZOS
Por Guillermo Cinta Flores
Miércoles 30 de abril de 2025
El acoso escolar, o bullying, es una herida profunda en nuestras escuelas que afecta a niños y adolescentes, robándoles seguridad y dignidad. En México, según estudios de la OCDE, el 40% de los estudiantes de secundaria han enfrentado alguna forma de acoso, lo que nos coloca en el primer lugar mundial en este problema. Este no es solo un juego de niños; es una forma de violencia que puede escalar hasta consecuencias irreversibles, como el caso de Erick, un menor de 13 años que perdió la vida en un campamento en Tlalnepantla, Morelos. El bullying no es un rito de paso, es una alerta que exige acción inmediata de familias, escuelas y autoridades.
El caso de Erick, ocurrido en el campamento de la Academia Militarizada Ollin Cuauhtémoc en la comunidad de Felipe Neri, es un ejemplo desgarrador de cómo el acoso puede transformarse en tragedia. Según denuncias de su familia y testigos, Erick fue víctima de torturas físicas durante una “novatada” que incluyó golpes y ser arrastrado por el suelo. La necropsia reveló un estallamiento de vísceras, desmintiendo versiones iniciales de un supuesto golpe de calor. Este no fue un accidente; fue un homicidio derivado de un entorno que permitió y normalizó la violencia. La academia, que operaba sin permisos para el campamento, fue clausurada por las autoridades de la Ciudad de México, pero el dolor de la familia y la indignación social persisten.
El bullying, como el que sufrió Erick, no ocurre en el vacío. Se alimenta de entornos donde la supervisión es laxa, los valores se distorsionan y la violencia se disfraza de disciplina. Otros menores en el campamento relataron haber sido golpeados, obligados a pelear por comida o privados de agua, lo que pinta un cuadro de abuso sistemático. La tragedia de Erick no es un caso aislado; recuerda otros incidentes, como el de Jonathan en Jalisco, quien murió tras ser acosado en su escuela. Estos casos nos obligan a preguntarnos: ¿qué estamos haciendo para proteger a nuestros niños? Las escuelas deben ser santuarios, no campos de batalla.
Para combatir el bullying, necesitamos un esfuerzo colectivo. Las escuelas deben implementar programas de prevención, capacitar a docentes y fomentar una cultura de respeto. Los padres debemos estar atentos a las señales de nuestros hijos, desde cambios de humor hasta marcas físicas. Las autoridades, por su parte, deben garantizar que instituciones como la Academia Ollin no operen sin regulación. La justicia para Erick no solo implica castigar a los responsables, sino prevenir que otros niños sufran lo mismo. Hablemos, escuchemos, actuemos: el silencio es el mejor aliado del acoso. Que la memoria de Erick nos impulse a construir un futuro donde ningún niño tema ir a la escuela o a un campamento