“ES POLITIQUERÍA, NADA MÁS”
OPINIÓN
Por Guillermo Cinta Flores
Jueves 1 de mayo de 2025
En días recientes, ciertos sectores de mexicanos hemos sido testigos de un nuevo episodio de la telenovela política mexicana: la presidenta Claudia Sheinbaum y el ex presidente Ernesto Zedillo intercambiando dardos verbales, con el coro de Morena y otros actores sumándose al espectáculo. ¿El tema? Una vieja disputa sobre políticas pasadas, sazonada con reproches y descalificaciones. ¿El impacto para los mexicanos? Cero. Es puro ruido, un conflicto estéril que no resuelve nada ni toca los verdaderos agravios que duelen al país.
Mientras los titulares se llenan con esta politiquería, los problemas de fondo siguen acumulándose: la inseguridad que no cede, el sistema de salud que cojea, el crecimiento económico que no despega y la corrupción que, aunque cambien los discursos, sigue enquistada.
¿Alguien en el gobierno o en la oposición está hablando de soluciones concretas para los millones que viven al día? No. Están ocupados en una guerra de palabras que, como dijo alguna vez el excandidato presidencial estadounidense Ross Perot, no es más que “politics”: pura política barata, un juego de egos que no llena el estómago ni garantiza seguridad.
Este pleito entre Sheinbaum y Zedillo no es nuevo ni único. Es parte de una tradición mexicana donde los políticos se enfrascan en debates que parecen cruciales en sus círculos, pero que al ciudadano de a pie le resultan indiferentes. ¿Cuántas veces hemos visto a líderes gastar energía en defender su legado o atacar al adversario, mientras las escuelas públicas se caen a pedazos y el transporte público es un calvario? Este circo mediático no es casual: distrae, polariza y, sobre todo, evita rendir cuentas sobre lo que realmente importa.
No se trata de ignorar el pasado ni de dejar de debatir ideas. Pero hay una diferencia entre un diálogo constructivo y este tipo de escaramuzas que solo sirven para alimentar titulares y redes sociales. Los mexicanos no necesitamos más dimes y diretes; necesitamos resultados. Menos “es política” y más acción. Que los líderes dejen de mirarse el ombligo y volteen a las calles, donde la vida real no espera resoluciones de telenovela.
En la elección presidencial de Estados Unidos de 1992, Ross Perot, como candidato independiente, no tuvo un único “adversario” específico, ya que competía contra dos candidatos principales: el republicano George H. W. Bush (presidente en ejercicio) y el demócrata Bill Clinton, quien finalmente ganó la elección. Además, otros candidatos menores, como el libertario Andre Marrou, participaron, pero no tuvieron relevancia significativa.
Sinceramente no recuerdo a quién aludía la expresión de Perot (“It’s politics”), pero se derivó del ataque de uno de sus oponentes principales. Según la información disponible, tanto las campañas de Bush como de Clinton atacaron a Perot, cuestionando su credibilidad y señalando supuestos “defectos de carácter” para desacreditarlo como un político serio. Por ejemplo, se menciona que las campañas de Bush y Clinton intentaron bajar a Perot de su estatus de “héroe popular” a un simple político, destacando sus presuntas fallas. Además, Perot tuvo tensiones específicas con Bush, incluyendo un conflicto personal relacionado con la Guerra del Golfo y acusaciones de que operativos republicanos intentaron sabotear su campaña, como amenazar con interrumpir la boda de su hija. En fin. Lo importante este día es confirmar su dicho un poco modificado: “Es politiquería, nada más”.