LA MENTIRA EN LA POLÍTICA MEXICANA
ANÁLISIS
Por Regina M. Cinta Becerril
Martes 13 de mayo de 2025
En México, la política a veces parece un juego de espejos donde la verdad se distorsiona para ganar votos, silenciar críticas o mantener el poder. La mentira y la desinformación no son nuevas, pero en la era de las redes sociales y la polarización, se han convertido en armas de doble filo que los políticos mexicanos usan con maestría… y riesgo. Si eres estudiante de comunicación política, entender cómo funcionan estas tácticas no solo te hará un mejor analista, sino que te dará herramientas para construir un futuro más honesto en el debate público.
Vamos a desmenuzar este juego, con ejemplos claros y un foco en lo que realmente importa.
Imagina un candidato en campaña prometiendo acabar con la inseguridad en seis meses. Suena bien, ¿no? La gente aplaude, comparte el video en redes, y el mensaje se vuelve viral. Pero cuando ese candidato gana y la violencia no baja, la promesa se desvanece como si nunca existió. Esta es la mentira en acción: una herramienta para persuadir sin que parezca manipulación. En México, estas promesas vacías son pan de cada día. Los políticos saben que una mentira bien contada, envuelta en emociones como la esperanza o el enojo, puede pasar desapercibida. Y cuando funciona, nadie pregunta por los detalles.
Pero, ¿qué es mentir en política? Es simple: decir algo que sabes que no es cierto para que la gente crea otra versión de la realidad. Por ejemplo, un gobierno puede presumir que la economía creció como nunca, aunque las cifras del INEGI digan lo contrario. O un político puede culpar a la “mafia del poder” de todos los males, mientras omite sus propios errores. La clave está en hacer que la mentira suene creíble. En México, los políticos son expertos en hablarle al corazón del pueblo: usan frases como “estamos con el pueblo” o “vamos a cambiarlo todo” para que sus palabras, aunque falsas, parezcan auténticas.
Las redes sociales han cambiado el juego. Hoy, un tuit o un video en TikTok puede hacer que una mentira vuele más rápido que la verdad. Hemos visto campañas donde bots y cuentas falsas inflan la popularidad de un candidato o entierran a sus rivales con rumores. ¿Recuerdas las elecciones de 2018 o 2021? Las fake news y los ataques coordinados estuvieron a la orden del día. Pero no solo se trata de redes: la manipulación de datos oficiales también es un clásico. Gobiernos que reportan menos homicidios de los reales o que maquillan el desempleo para verse bien no son cosa nueva. Estas tácticas funcionan porque la verdad requiere esfuerzo para ser descubierta, y mucha gente no tiene el tiempo o las herramientas para verificar.
Aquí va algo importante: la verdad es más fácil de decir que la mentira. Mentir exige inventar, recordar la historia falsa y rezar para no ser atrapado. En México, hemos visto políticos caer por sus propias mentiras. Un caso famoso es el de un exgobernador que presumía obras millonarias que resultaron ser puro cascarón. Cuando la prensa y los ciudadanos lo descubrieron, su credibilidad se derrumbó. La lección es clara: la verdad, aunque a veces incómoda, es menos arriesgada a largo plazo.
Entonces, ¿por qué los políticos mienten tanto? Porque buscan un efecto inmediato: ganar una elección, desviar una crítica o polarizar a la sociedad para que nadie hable de sus fallos. La polarización, por cierto, es un truco muy mexicano. Frases como “estás con nosotros o contra nosotros” simplifican el mundo y hacen que la gente elija bando sin pensar. Mientras tanto, los problemas reales —como la pobreza o la inseguridad— quedan en segundo plano. Y cuando alguien, como un periodista, intenta señalar la mentira, muchos políticos optan por atacar a la prensa, diciendo que son “vendidos” o “enemigos del pueblo”. Este desprestigio es otra forma de desinformación: si no confías en los medios, ¿en quién vas a confiar? En el político, claro.
Para los estudiantes de comunicación política, este panorama es un reto y una oportunidad. Si quieres marcar la diferencia, empieza por aprender a detectar estas trampas. Verifica los datos: revisa fuentes como el INEGI, organismos internacionales o reportes independientes. Observa cómo los políticos usan las emociones para vender sus mentiras. Monitorea las redes para identificar patrones de desinformación, como cuentas que repiten lo mismo como robots. Y, sobre todo, comprométete con la verdad. Construir mensajes honestos, claros y que conecten con la gente es más poderoso de lo que parece. La verdad no necesita adornos para convencer; solo necesita comunicadores valientes que la defiendan.
En México, la mentira en la política es un juego peligroso que puede ganar elecciones, pero también destruir confianza. Como futuro comunicador, tú decides si quieres ser parte del problema o de la solución. La próxima vez que escuches una promesa grandiosa o un ataque incendiario, pregúntate: ¿esto es verdad o solo quieren que lo crea? Esa pregunta es el primer paso para cambiar el juego.