La gestión de Israel Hernández Cruz al frente de la CDHM: ¿Recomendaciones sin eco?
La Comisión de Derechos Humanos de Morelos (CDHM), bajo la gestión de Israel Hernández Cruz, ha sido objeto de escrutinio por la percepción de que sus recomendaciones carecen de impacto real. Estas “recomendaciones”, diseñadas para señalar violaciones a los derechos humanos y proponer soluciones, a menudo parecen quedarse en el papel, sin generar cambios sustantivos en las políticas públicas o en la conducta de las autoridades.
La crítica recurrente es que, como los “llamados a misa”, estas resoluciones son ignoradas por quienes deberían atenderlas, dejando a las víctimas en un limbo de promesas vacías. La gestión de Hernández Cruz, en este sentido, enfrentó el desafío de transformar un organismo que, en la práctica, parece más simbólico que efectivo. El próximo 19 de mayo, Hernández Cruz (notario público con licencia) terminará au gestión como Ombudsperson.
La falta de obligatoriedad de las recomendaciones de la CDHM es un problema estructural que trasciende a su titular. Aunque la Comisión documenta casos y emite informes detallados, su incapacidad para exigir cumplimiento limita su influencia.
Durante la gestión de Hernández Cruz, se han emitido pronunciamientos sobre temas críticos como desapariciones forzadas, abusos policiales y violencia de género, pero los resultados concretos son escasos. Las autoridades señaladas suelen aceptar las recomendaciones “bajo protesta” o simplemente las ignoran, sin que existan mecanismos efectivos de seguimiento o sanción. Esta dinámica pone en entredicho la relevancia de la CDHM en un contexto donde las violaciones a los derechos humanos son una constante en México.
Por otro lado, no se puede culpar exclusivamente a Hernández Cruz por las limitaciones de la institución. La CDHM opera en un entorno político donde los intereses de poder a menudo prevalecen sobre la justicia. Sin embargo, la gestión actual podría ser más proactiva en la construcción de alianzas con organizaciones civiles y en la presión pública para visibilizar los casos. La percepción de que las recomendaciones son “inofensivas” también radica en la falta de una estrategia comunicativa que movilice a la sociedad y genere presión sobre las autoridades. Un liderazgo más dinámico podría elevar el perfil de la CDHM, convirtiéndola en un actor relevante en el debate público, en lugar de un mero observador.
En conclusión, la gestión de Israel Hernández Cruz al frente de la CDHM refleja los retos de un organismo atrapado entre la voluntad de cambio y las limitaciones institucionales.
Para que las recomendaciones dejen de ser “llamados a misa” y se traduzcan en acciones concretas, es necesario reformar el marco legal de la Comisión, fortalecer su capacidad de incidencia y adoptar un enfoque más combativo frente a las violaciones de derechos humanos. Mientras tanto, la percepción de ineficacia persistirá, y con ella, la frustración de quienes ven en la CDHM una esperanza que no termina de materializarse.