Las raíces del resentimiento: ¿Por qué algunos mexicanos miran con recelo a Estados Unidos?
AGENDA DIARIA
Por Regina M. Cinta Becerril
Miércoles 09 de julio de 2025
La relación entre México y Estados Unidos es un tejido complejo de historia, economía y cultura, donde los lazos de vecindad se entrelazan con episodios de desconfianza. No es raro escuchar en México expresiones de resentimiento hacia los estadounidenses, pero ¿qué hay detrás de estos sentimientos? Si bien no todos los mexicanos comparten esta postura, las razones que alimentan el recelo tienen raíces profundas y merecen un análisis.
El primer capítulo de esta historia se escribe con tinta amarga: la Guerra México-Estados Unidos de 1846-1848. México perdió más de la mitad de su territorio —hoy California, Texas, Arizona y más— en un conflicto que culminó con el Tratado de Guadalupe Hidalgo. Para muchos, este episodio no es solo un dato histórico, sino una herida que simboliza la imposición de un vecino poderoso. La memoria de esta pérdida sigue viva en el imaginario colectivo, alimentando la percepción de una relación desigual.
A esto se suman las intervenciones estadounidenses en México y América Latina durante el siglo XX, desde el apoyo a gobiernos controvertidos hasta la influencia en la Revolución Mexicana. Estas acciones han dejado en algunos mexicanos la impresión de un Estados Unidos que actúa como “patrón” regional, una imagen reforzada por su papel en conflictos globales. La idea de un imperialismo yanqui, aunque matizada, sigue resonando en ciertos círculos.
En el terreno económico, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) es un punto de fricción. Aunque trajo beneficios, muchos mexicanos sienten que favoreció desproporcionadamente a Estados Unidos, dejando a sectores como la agricultura mexicana en desventaja. La desigualdad económica entre ambos países, junto con el trato a los migrantes mexicanos —deportaciones masivas, políticas antimigratorias y retórica hostil—, aviva el descontento. Frases que tildan a los mexicanos de “criminales” o propuestas como el muro fronterizo no solo hieren, sino que refuerzan la narrativa de un vecino que menosprecia.
No menos importante es el choque cultural. Los estereotipos que reducen a México a un país de “sombreros y tacos” en los medios estadounidenses generan frustración. Muchos mexicanos sienten que su riqueza cultural es ignorada o caricaturizada, lo que alimenta la percepción de una actitud condescendiente desde el norte.
Sin embargo, sería injusto generalizar. La relación México-Estados Unidos no se define solo por el resentimiento. Millones de mexicanos y estadounidenses colaboran, comparten familias y construyen puentes a través del comercio y la cultura. Hay una historia de cooperación que no debe pasarse por alto, desde el intercambio académico hasta los lazos comunitarios en la frontera.
Entonces, ¿es justificable el sentimiento negativo de algunos mexicanos hacia los estadounidenses? Desde una perspectiva histórica y social, es comprensible: nace de un pasado de despojo, desequilibrios de poder y desencuentros culturales. Pero mirar al futuro exige ir más allá del rencor, apostando por el diálogo y el entendimiento mutuo. En una vecindad tan entrelazada, el desafío es construir una relación donde ambas partes se miren como iguales.