VIOLENCIA INTRAFAMILIAR Y MEDIDAS EN MORELOS: ¿UN PASO ADELANTE O SOLO CONTENCIÓN?
CINTARAZOS
Por Guillermo Cinta Flores
Jueves 10 de julio de 2025
La inseguridad en Morelos sigue siendo un tema candente, con datos del SESNSP y el C5 que revelan un aumento significativo en las llamadas al 911 por violencia familiar. Este incremento no solo evidencia una problemática social profunda, sino que subraya la urgencia de políticas públicas efectivas en prevención y atención.
La violencia intrafamiliar trasciende el ámbito privado; es reflejo de la descomposición social agravada por un contexto de inseguridad generalizada. Como ciudadanos, cabe preguntarnos: ¿está el gobierno atacando las raíces de este problema, o nos mantenemos atrapados en medidas reactivas que apenas contienen la crisis?
Este miércoles, la gobernadora Margarita González Saravia agradeció a los presidentes municipales que han respondido a su llamado para limitar los horarios de operación de negocios expendedores de bebidas alcohólicas. Esta medida, según la mandataria, busca reducir la violencia intrafamiliar y otros delitos asociados al consumo excesivo de alcohol.
La lógica es clara: menos acceso a bebidas embriagantes en horarios extendidos podría disminuir los episodios de violencia. Sin embargo, esta iniciativa genera un debate: ¿es suficiente regular horarios, o se necesita un enfoque más integral que aborde las causas estructurales, como la pobreza, la desigualdad y la falta de acceso a servicios de salud mental?
El vínculo entre el consumo de alcohol y la violencia intrafamiliar está bien documentado. Estudios nacionales e internacionales señalan que el abuso de sustancias, incluido el alcohol, actúa como catalizador en situaciones de conflicto doméstico. En Morelos, donde las estadísticas del C5 muestran un repunte en denuncias por violencia familiar, la medida de restringir horarios podría tener un impacto positivo a corto plazo. Sin embargo, la solución no puede limitarse a cerrar bares o licorerías más temprano. La educación, la sensibilización y el fortalecimiento de redes de apoyo para las víctimas son igual de cruciales para romper el ciclo de violencia.
La disposición de algunos municipios para sumarse a esta iniciativa refleja su voluntad de colaboración, pero también expone la falta de uniformidad en las políticas locales. No todos los presidentes municipales han adoptado la medida con el mismo entusiasmo, lo que podría generar resultados desiguales en el estado. Además, persisten retos como la implementación efectiva, la fiscalización de los negocios y la necesidad de programas complementarios que promuevan la prevención. ¿Qué mecanismos está proponiendo el gobierno para garantizar que esta medida no quede en buenas intenciones? La ciudadanía merece claridad y resultados medibles.
La estrategia de restringir horarios de expendios es un primer paso, pero insuficiente si no se acompaña de un enfoque multidimensional. La violencia intrafamiliar y la inseguridad en Morelos requieren abordar sus raíces: desigualdad, falta de oportunidades, y un sistema de justicia que a menudo falla a las víctimas. En ciertas instituciones públicas existen programas que ya están atendiendo estos temas, cuyo trabajo debe redoblarse, pues la gobernadora no puede multiplicarse para resolver cualquier cantidad de problemas. Los funcionarios fueron contratados para hacerlo. Y si no pueden, como dijo el clásico: que renuncien.
Como sociedad, debemos exigir no solo medidas paliativas, sino un compromiso sostenido para transformar las condiciones que perpetúan estas problemáticas. La pregunta sigue abierta: ¿puede el gobierno convertir esta iniciativa en el inicio de un cambio estructural, o seguiremos navegando entre parches y promesas?