GIL MAGADÁN: ¿DEFENSOR DE LOS TRABAJADORES O ESTRATEGA DEL CONFLICTO?
OPINIÓN
Por Guillermo Cinta Flores
Jueves 10 de julio de 2025
Gil Magadán Salazar, líder eterno de la Sección 29 del SNTSA en Morelos, es una figura que despierta tanto admiración como controversia. Por décadas, ha sido la voz de médicos, enfermeras y trabajadores de la salud, denunciando incansablemente la falta de insumos, personal y medicamentos en los Servicios de Salud estatales. Sin embargo, sus constantes críticas a las autoridades, que en julio de 2025 incluyeron quejas por la falta de diálogo con el gobierno, han llevado a algunos a cuestionar si su combatividad busca mejorar las condiciones laborales o mantener su relevancia política en un estado donde los sindicatos enfrentan nuevos retos.
Nadie puede negar que los problemas que Magadán señala son reales. En 2020, durante el pico de la pandemia, denunció la falta de mascarillas N95 y equipos de protección, exponiendo los riesgos que enfrentaba el personal médico en Morelos. Más recientemente, en el presente mes de julio, insistió en la carencia de medicamentos, equipo y personal, problemas que afectan no solo a los trabajadores, sino también a los pacientes que dependen de un sistema de salud colapsado. Estas demandas resuenan entre los empleados del sector, quienes ven en él a un líder dispuesto a enfrentar a las autoridades para visibilizar sus carencias.
Sin embargo, el estilo de Magadán genera suspicacias. Su liderazgo, que se ha perpetuado por años, recuerda a tiempos en que los líderes sindicales usaban la presión como moneda de cambio para negociar beneficios personales con los gobernadores en turno. Aunque no hay pruebas públicas que confirmen tales prácticas en su caso, la percepción persiste entre algunos sectores: ¿es su combatividad un reflejo genuino de las necesidades de los trabajadores, o una táctica para mantenerse relevante en un contexto donde el gobierno actual parece ignorarlo? La falta de reuniones con las autoridades, que él mismo ha lamentado, podría ser un indicio de que su influencia ha menguado, llevándolo a redoblar sus críticas públicas.
El problema no es solo de forma, sino de fondo. Las denuncias de Magadán, aunque válidas, rara vez van acompañadas de propuestas concretas para resolver los problemas estructurales del sector salud. La falta de insumos y personal no es exclusiva de Morelos; es un mal crónico del sistema de salud mexicano, agravado por la descentralización y los recortes presupuestales. Un líder con su experiencia podría impulsar soluciones más allá de la confrontación, como mesas de trabajo o alianzas con otros sectores para presionar por reformas de fondo. En cambio, su enfoque parece anclado en un ciclo de críticas que, aunque visibilizan el problema, no siempre traducen en mejoras tangibles para los trabajadores.
Morelos necesita un sector salud fortalecido, y los trabajadores merecen líderes que combinen la denuncia con la construcción de soluciones. Magadán ha demostrado ser un vocero incansable, pero su perpetuidad en el cargo y su estilo confrontacional levantan dudas sobre sus verdaderas prioridades. ¿Es un defensor genuino de los trabajadores, o un estratega que prospera en el conflicto? La respuesta, quizá, está en los resultados: mientras el sistema de salud siga en crisis, las críticas de Magadán, por certeras que sean, no bastarán para cambiar la realidad de quienes sostienen los hospitales y clínicas del estado. Por cierto, en las hemerotecas abundan los testimonios respecto a la provechosa relación de Magadán con gobernadores anteriores. Al buen entendedor, pocas palabras.