La malaria cunde en Chiapas y Oaxaca, ante la insuficiencia de programas para el control de la enfermedad
El aumento de casos de malaria en México, con 84 contagios reportados hasta la semana epidemiológica 28 de 2025, principalmente en Chiapas (83 casos) y Oaxaca (1), evidencia omisiones significativas en el control epidemiológico durante el sexenio de AMLO (2018-2024).
A pesar de los esfuerzos por reducir la transmisión, el incremento del 103.34% en 2024 (608 casos) respecto a 2023 (44 casos), impulsado por el flujo migratorio, revela deficiencias en la vigilancia activa, la asignación insuficiente de recursos financieros y técnicos, y la falta de actualización de los programas de control. Estas omisiones han permitido la reactivación de focos de transmisión en regiones endémicas, dificultando el avance hacia la eliminación de la malaria autóctona y resaltando la necesidad de fortalecer la infraestructura sanitaria y la coordinación regional para enfrentar los retos epidemiológicos actuales.
La Secretaría de Salud ha reconocido que, pese a una reducción general de casos en los últimos seis años, el incremento del flujo migratorio desde 2022 ha complicado el control de la enfermedad. Chiapas, por su cercanía con Guatemala, concentra la mayoría de los casos debido a la movilidad constante de comunidades migrantes, que introduce el parásito en áreas endémicas. Además, la persistencia de focos activos en el sureste, como en Chiapas y Oaxaca, se ve agravada por condiciones como la temporada de lluvias (junio-noviembre), que favorece la proliferación del mosquito Anopheles, vector de la malaria. A pesar de estos retos, México sigue comprometido con la meta de eliminar la malaria autóctona para 2026, según la iniciativa E-2025 de la OMS. Para lograrlo, es crucial fortalecer la vigilancia pasiva en unidades de salud, garantizar el diagnóstico y tratamiento en menos de 72 horas, y coordinar esfuerzos regionales con países vecinos para abordar el impacto de la migración. La Secretaría de Salud ha intensificado las medidas preventivas, como el uso de mosquiteros y quimioprofilaxis en zonas de riesgo, pero el éxito dependerá de una mayor inversión y cooperación intersectorial para superar los desafíos estructurales y epidemiológicos en Chiapas y Oaxaca.
El gobierno federal, durante el sexenio de AMLO, promovió estrategias como la vigilancia epidemiológica y el tratamiento oportuno de casos entre migrantes para mitigar la transmisión. Sin embargo, los programas de control no han sido renovados técnica ni financieramente de manera adecuada, lo que limita la calidad y cobertura de las acciones preventivas. La falta de recursos y la debilidad en la infraestructura sanitaria en regiones endémicas han sido señaladas como factores que dificultan una respuesta efectiva, especialmente en un contexto de alta movilidad migratoria.