¡ARANCELES EN PAUSA! MÉXICO Y EE. UU. SE DAN 90 DÍAS PARA NEGOCIAR (Y CADA QUIEN CUENTA SU VERSIÓN)
CINTARAZOS
Por Guillermo Cinta Flores
Viernes 1 de agosto de 2025
Imaginen ustedes, gentiles lectores, que México y Estados Unidos están en una partida de ajedrez económico. Donald Trump, con su alfil en la mano, amenaza con un jaque mate: aranceles del 30 por ciento a todo lo que México exporta, a partir del 1 de agosto. Pero Claudia Sheinbaum, con una jugada maestra, logra un empate temporal: 90 días de tregua para negociar un nuevo acuerdo comercial. Sin embargo, como en todo buen drama, cada lado cuenta la historia a su manera. Vamos a desmenuzar este culebrón diplomático para entender qué pasó y qué viene.
Este jueves 31 de julio, Trump y Sheinbaum hablaron por teléfono y acordaron aplazar los nuevos aranceles. México seguirá pagando lo de siempre: 25 por ciento en fentanilo y autos, 50 por ciento en acero, aluminio y cobre. A cambio, México prometió eliminar “de inmediato” sus barreras comerciales no arancelarias (esas reglas y trámites que a veces dificultan el comercio, como normas sanitarias o restricciones técnicas). Además, ambos países se dieron hasta el 31 de octubre para negociar un acuerdo más grande, mientras refuerzan la cooperación en temas como el fentanilo y la migración. Suena como un trato razonable, ¿no? Pero aquí viene el twist: cada lado lo vende como una victoria propia.
Desde México, Sheinbaum y su equipo salieron con una sonrisa de oreja a oreja. La presidenta tuiteó que la llamada fue “muy buena” y celebró haber evitado el temido 30 por ciento que habría golpeado nuestras exportaciones (¡el 87 por ciento de lo que vendemos a EE. UU. está libre de aranceles gracias al T-MEC!). Marcelo Ebrard, el secretario de Economía, pidió “cabeza fría” y confía en que estos 90 días nos llevarán a un buen puerto. Este tono optimista no es casual: el peso y la bolsa mexicana se estabilizaron tras el anuncio, y el gobierno quiere proyectar que tiene el control. Es como si dijeran: “Tranquilos, todo bajo control, seguimos siendo los reyes del taco”.
Pero en Washington, la vocera de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, cuenta otra película. Según ella, México no solo aceptó quitar esas barreras no arancelarias (aunque nadie ha dicho exactamente cuáles son), sino que está cooperando más que nunca con Trump. Leavitt agradeció los esfuerzos de Sheinbaum, pero dejó claro que los aranceles actuales se quedan y que México debe seguir “portándose bien” durante las negociaciones. Es como si EE. UU. dijera: “Nosotros pusimos las reglas, y México está jugando nuestro juego”.
Entonces, ¿quién tiene razón? Ambos, pero con matices. México logró ganar tiempo y evitar un golpe económico inmediato, lo que es un punto a su favor. Pero EE. UU. parece ver esto como una rendición parcial de México, especialmente por lo de las barreras no arancelarias. Aquí hay un detalle curioso: nadie ha aclarado qué son exactamente esas barreras. ¿Regulaciones sobre el aguacate? ¿Trámites para el ganado? La vaguedad podría ser una estrategia: México no quiere admitir públicamente que cedió terreno, y EE. UU. usa la ambigüedad para venderse como el ganador.
Lo cierto es que estos 90 días serán un maratón de negociaciones. México necesita proteger su economía, que depende mucho de las exportaciones a EE. UU., mientras Trump quiere reducir el déficit comercial y mostrar resultados a sus votantes.
Además, temas como el fentanilo y la migración están en la mesa, y ambos países saben que la cooperación es clave. Si México logra un acuerdo que mantenga el T-MEC intacto y evite nuevos aranceles, será un touchdown. Pero si las demandas de Trump se endurecen, podríamos estar ante un partido mucho más complicado.
Por ahora, el tablero está listo, y ambos jugadores están moviendo sus piezas. México apuesta por la diplomacia y el tiempo; EE. UU., por la presión y los resultados rápidos. ¿Quién dará el próximo jaque? En 90 días lo sabremos. Mientras tanto, sigamos comiendo tacos y observando el juego.