¿A qué se deben los vaivenes en la inseguridad pública en Morelos?
Por Guillermo Cinta Flores
La inseguridad en Morelos es un problema persistente que fluctúa entre períodos de relativa calma y repuntes de violencia, sin lograr una solución definitiva. Estas oscilaciones, que afectan la percepción ciudadana y la realidad cotidiana, responden a una combinación de factores estructurales, institucionales y sociales. A continuación, se analizan las principales causas de este fenómeno, que explican por qué la inseguridad sube, baja y vuelve a subir de manera implacable.
Crimen organizado y pugnas territoriales
Uno de los principales motores de los vaivenes en la inseguridad es la actividad del crimen organizado. Grupos como La Familia Michoacana, Los Maya y Los Linos compiten por el control de rutas de narcotráfico, extorsión y otras actividades ilícitas en municipios como Cuernavaca, Temixco y Cuautla. Estas disputas generan picos de violencia, especialmente en homicidios dolosos, que en 2024 alcanzaron los 1,324 casos en el estado. Cambios en liderazgos criminales o en administraciones municipales, como los relevos de alcaldes, suelen desencadenar reacomodos que intensifican los enfrentamientos, explicando los incrementos súbitos en la inseguridad.
Debilidad institucional y corrupción
La ineficacia y/o limitaciones de las instituciones de seguridad y justicia, junto con la corrupción, perpetúa el ciclo de inseguridad. La falta de coordinación entre los niveles de gobierno, la capacitación insuficiente de las fuerzas policiales y la percepción de corrupción en la policía y el sistema judicial generan un entorno de impunidad. En 2023, el 93.2 por ciento de los delitos en Morelos no fueron denunciados, según el INEGI, lo que refleja la desconfianza ciudadana y facilita que los delincuentes operen sin consecuencias. Esta fragilidad institucional explica por qué las mejoras temporales no se sostienen y la inseguridad repunta con facilidad.
Aumento de delitos comunes y percepción ciudadana
Además de los delitos de alto impacto, los robos, asaltos, fraudes y la violencia familiar contribuyen significativamente a la percepción de inseguridad, que en 2024 alcanzó el 90.1 por ciento entre la población. Morelos registró una tasa de violencia familiar de 1,163.6 por cada 100,000 habitantes y una tasa de extorsión de 148.1, ambas muy superiores al promedio nacional. Aunque operativos puntuales, como los liderados por Miguel Ángel Urrutia en 2024, logran reducir temporalmente la percepción de inseguridad (por ejemplo, al 80.3 por ciento en Cuernavaca en 2025), incidentes como asesinatos o extorsiones a grupos vulnerables revierten rápidamente estos avances.
Falta de estrategias integrales
Las políticas de seguridad en Morelos suelen ser reactivas, centradas en operativos de la Guardia Nacional o la Marina, sin abordar las causas estructurales como la pobreza, la desigualdad y la desintegración social. Esto provoca que las bajas en la inseguridad sean frágiles y temporales, seguidas de nuevos repuntes cuando los recursos se desvían o los operativos pierden intensidad. Iniciativas como la propuesta por el alcalde José Luis Urióstegui, enfocada en educación y cohesión social, podrían ofrecer soluciones a largo plazo, pero su implementación es limitada, lo que perpetúa el ciclo de vaivenes.
Factores socioeconómicos como caldo de cultivo
La pobreza, la falta de oportunidades laborales y la desigualdad en municipios clave como Cuernavaca, Jiutepec y Emiliano Zapata son terreno fértil para la delincuencia. Estos problemas estructurales no se resuelven con medidas de corto plazo, lo que explica la persistencia de la inseguridad y su tendencia ascendente en muchos casos. Sin políticas integrales que combinen seguridad, desarrollo económico y cohesión social, los esfuerzos para reducir la violencia seguirán siendo insuficientes.
Así las cosas, los vaivenes en la inseguridad de Morelos (al menos ocho asesinatos durante el pasado fin de semana) son el resultado de la interacción entre la actividad del crimen organizado, la debilidad institucional, la corrupción, el aumento de delitos comunes y las condiciones socioeconómicas adversas.
Las bajas temporales suelen estar ligadas a operativos o detenciones, pero la falta de soluciones de fondo hace que los repuntes sean inevitables. Para romper este ciclo, Morelos requiere estrategias integrales que no solo combatan los síntomas, sino que aborden las raíces profundas de la violencia.