EL DESAFÍO DE LOS COMERCIANTES EN CUERNAVACA: ¿ORDEN O CAOS EN LAS FIESTAS PATRIAS?
CINTARAZOS
Por Guillermo Cinta Flores
Viernes 22 de agosto de 2025
En el corazón de Cuernavaca, las fiestas patrias se perfilan como un polvorín en lugar de una celebración. Los comerciantes de las plazas Lido y Degollado, encabezados por Mario Lara López, han anunciado que 250 de ellos tomarán el primer cuadro de la ciudad a partir del 14 de septiembre, con o sin permiso municipal. Este desafío abierto al ayuntamiento no solo cuestiona la autoridad de José Luis Urióstegui, sino que destapa la herida abierta del comercio informal en una ciudad donde la regulación brilla por su ausencia. La decisión de instalarse sin autorización es un grito de supervivencia económica, pero también una bofetada a la gobernabilidad. ¿Es esto una lucha legítima por el sustento o una provocación que busca medir fuerzas?
La falta de un diálogo estructurado entre comerciantes y autoridades ha convertido el centro de Cuernavaca en un tablero de ajedrez sin reglas. Mario Lara López, líder de la Coalición de Líderes de Comerciantes de Morelos, ha dejado claro que no esperarán el visto bueno del municipio para aprovechar la bonanza de las festividades. Este no es un problema nuevo: en años anteriores, la ausencia de control derivó en tensiones, con episodios tan insólitos como los olotes usados como proyectiles. La prohibición de vender elotes este año, aunque parece una anécdota, no resuelve el fondo del asunto: la incapacidad del ayuntamiento para establecer un reordenamiento comercial que beneficie tanto a los vendedores como a la ciudad. Mientras los comerciantes defienden su derecho a trabajar, el gobierno municipal oscila entre la pasividad y la improvisación, dejando que el desorden se apodere de las calles.
El verdadero peligro de este pulso trasciende el caos inmediato de las fiestas patrias. Si el ayuntamiento cede ante la presión, sentará un precedente que debilitará aún más su autoridad; si opta por la confrontación, podría encender un conflicto social en un momento que debería ser de unidad. La solución no está en medidas cosméticas ni en enfrentamientos estériles, sino en un plan integral que ofrezca certeza jurídica a los comerciantes y ordene el espacio público. Cuernavaca no puede permitirse que su centro histórico sea rehén de disputas recurrentes. Las fiestas patrias son una oportunidad para mostrar cohesión, no para escenificar una batalla de voluntades donde todos pierden.
Pero el problema va más allá de una fecha en el calendario. El comercio informal en Cuernavaca refleja una crisis estructural: la falta de políticas públicas que integren a los comerciantes a un esquema formal sin asfixiarlos. La coalición de Lara López no solo desafía al ayuntamiento, sino que pone en evidencia un sistema que ha normalizado la precariedad. Los comerciantes no son el enemigo, pero su decisión de actuar al margen de la ley refleja la desesperación de quienes no ven alternativas viables. El ayuntamiento debe dejar de tratar el síntoma y atacar la raíz: crear espacios regulados, ofrecer incentivos para la formalización y garantizar que el centro de Cuernavaca sea un lugar de convivencia, no de conflicto.
Finalmente, el desafío de los comerciantes es un espejo para la sociedad cuernavacense. ¿Qué ciudad queremos? Una donde las fiestas patrias sean sinónimo de caos y tensiones, o una donde la celebración refleje orden y respeto mutuo. El ayuntamiento tiene la oportunidad de liderar con visión, sentando a las partes en una mesa de diálogo antes de que las calles hablen por sí solas. Ignorar esta crisis o enfrentarla con mano dura solo profundizará las fracturas. Cuernavaca merece un liderazgo que no se doblegue ni se esconda, sino que construya soluciones duraderas. Sin ellas, el 14 de septiembre no será solo el arranque de las festividades, sino el inicio de un capítulo más en una ciudad que no termina de encontrarse.