SHEINBAUM ENFRENTA EL LEGADO DE LA VIOLENCIA: UN NUEVO ENFOQUE
CINTARAZOS
Por Guillermo Cinta Flores
Jueves 4 de septiembre de 2025
Eduardo Guerrero Gutiérrez, destacado experto en seguridad y profesor de El Colegio de México, ha señalado que la estrategia de seguridad de la presidenta Claudia Sheinbaum marca un cambio significativo respecto al sexenio de Andrés Manuel López Obrador. Mientras la política de “abrazos, no balazos” de AMLO fue criticada por su ineficacia, Sheinbaum ha optado por un combate al crimen organizado más frontal, medible y basado en inteligencia, con resultados iniciales que muestran avances, aunque los desafíos persisten. La violencia heredada, con más de 190 mil homicidios en el sexenio anterior, sigue siendo un lastre.
Sheinbaum presentó su Estrategia Nacional de Seguridad en octubre de 2024, basada en cuatro ejes: atención a las causas, consolidación de la Guardia Nacional, fortalecimiento de la inteligencia e investigación, y coordinación con estados. A diferencia de la estrategia de López Obrador, que evitó confrontaciones directas, el gobierno actual intensificó operativos, resultando hasta ahora en la detención de casi 28 mil presuntos criminales y el decomiso de 140.5 toneladas de drogas, incluyendo fentanilo, entre octubre de 2024 y julio de 2025. Guerrero Gutiérrez destaca que estas acciones, impulsadas en parte por presiones de Estados Unidos, han debilitado operativamente a cárteles como el de Sinaloa y el CJNG, aunque han generado reacomodos violentos en regiones como Sinaloa.
Sin embargo, las “desarticulaciones” de organizaciones criminales, como las descritas por Guerrero Gutiérrez en su ensayo de 2010 en Nexos, siguen generando efectos indeseados. La detención de líderes como Ismael “El Mayo” Zambada desencadenó pugnas internas, como la guerra entre “La Chapiza” y “La Mayiza” en Sinaloa, que elevó la tasa de violencia homicida en un 67.2 por ciento en 2025. Estas acciones, aunque efectivas en el corto plazo, fragmentan cárteles y multiplican grupos criminales, extendiendo su presencia a nuevas zonas. En Morelos, por ejemplo, la extorsión y los homicidios persisten en Cuernavaca y Cuautla, mostrando que el problema está lejos de resolverse.
La presidenta ha enfatizado la atención a las causas sociales, inspirada en su experiencia en Ciudad de México, donde redujo homicidios en un 60 por ciento entre 2018 y 2023. Programas como “Barrio Adentro” buscan prevenir que los jóvenes se unan al crimen mediante educación y empleo, pero su escalabilidad a nivel nacional es cuestionada por expertos, dado que las dinámicas delictivas varían por región. Además, el fortalecimiento de la Guardia Nacional, ahora bajo la Secretaría de la Defensa Nacional, generó críticas por su enfoque militarizado, aunque Sheinbaum siempre ha defendido la decisión, “que no implica militarización, sino una consolidación institucional”.
Los resultados son alentadores pero insuficientes. Entre septiembre de 2024 y marzo de 2025, los homicidios dolosos disminuyeron un 14 por ciento a nivel nacional, con reducciones significativas en Guerrero (46 por ciento) y Guanajuato (48 por ciento en las últimas semanas). No obstante, Guerrero Gutiérrez advierte que el descabezamiento de cárteles, como la eventual captura de Nemesio Oseguera “El Mencho”, podría generar más violencia si no se acompaña de estrategias para recuperar el control territorial. La creación de la Subsecretaría de Inteligencia e Investigación Policial busca anticiparse a los delitos, pero su efectividad dependerá de la coordinación con fiscalías locales, que manejan el 80 por ciento de los delitos.
El camino es arduo. Sheinbaum enfrenta un país donde el crimen organizado no solo trafica drogas, sino que controla economías locales mediante extorsión y otros delitos. La presión internacional, especialmente de Estados Unidos, ha forzado un enfoque más agresivo, pero el riesgo de una escalada violenta persiste. Como señala Guerrero Gutiérrez, México necesita un acuerdo ambicioso con Estados Unidos que aborde las múltiples dimensiones de la inseguridad. Mientras tanto, la presidenta debe equilibrar la acción inmediata con soluciones estructurales, demostrando que su estrategia no solo es seria, sino sostenible, para evitar que la violencia siga siendo el legado de su gobierno.