Un pulso al mediodía de este 19 de septiembre: México teje su escudo invisible
El 19 de septiembre de 2025, en punto de las 12:00 horas, México se paralizó en un suspiro colectivo, cuando la sirena de la alerta sísmica irrumpió como un eco ancestral en el corazón del país.
El Segundo Simulacro Nacional 2025, orquestado por la Coordinación Nacional de Protección Civil, congregó a más de 80 millones de almas en un tributo vivo a los sismos de 1985 y 2017, esas heridas que han forjado nuestra tenacidad.
Desde los rascacielos relucientes de la Ciudad de México hasta los atardeceres serenos de la península de Yucatán, el mediodía se convirtió en un lienzo de preparación, donde un hipotético temblor de magnitud 8.1 con epicentro en Lázaro Cárdenas, Michoacán, sirvió de pincel para pintar rutas de evacuación y abrazos de solidaridad.
En las aulas de Morelos, donde la memoria de 2017 aún susurra en las grietas de las paredes, los niños se acurrucaron bajo mesas con la gracia de quien baila con el destino; en los mercados de Oaxaca, los vendedores pausaron sus tratos para guiar a multitudes hacia puntos seguros, tejiendo un tapiz multipeligro que incluía tsunamis en Baja California, huracanes en Quintana Roo e incendios en Guanajuato.
Por primera vez, el Sistema Nacional de Alertamiento Celular cobró vida, enviando un mensaje vibrante a 80 millones de dispositivos —“ESTO ES UN SIMULACRO”— que no pedía internet, solo voluntad.
Brigadistas, familias y comunidades indígenas se unieron en un coro de acción, mientras en redes sociales, las fotos de calles vacías y manos entrelazadas se viralizaron como versos de un himno nacional, bajo la campaña “Proteger y Prevenir” que nos recuerda: la fuerza nace de lo cotidiano.
Pero México, ya en marcha, respondió con la elegancia de quien ha domado tormentas: evacuaciones fluidas en Puebla, calma en los hospitales de Guerrero, y un orgullo que se encendió en los ojos de quienes, habiendo practicado, caminaron no huyendo, sino protegiendo.
Las evaluaciones fluyeron como ríos caudalosos hacia la plataforma de Protección Civil, revelando fortalezas en el 90% de los registros y brechas que se convierten en puentes hacia mañana, todo bajo la atenta mirada de la presidenta Claudia Sheinbaum, quien en el Zócalo capitalino rindió homenaje a las víctimas con un acto cívico que latió como el corazón de la patria.
Este Segundo Simulacro no fue mero trámite; fue un poema épico de resiliencia, un lazo que une el desierto al mar, el ayer al porvenir, recordándonos que en cada alarma, en cada paso coordinado, forjamos no solo refugios, sino un legado de vida. Bajo el sol poniente, el país se yergue más alto, listo para danzar con lo imprevisible, porque en nuestra unión yace el verdadero cimiento inquebrantable.