LA DESCONFIANZA HACIA EL GOBIERNO Y LA INCREDULIDAD EN LA ERA DIGITAL
LA CRÓNICA DE MORELOS
Viernes 19 de septiembre de 2025
E D I T O R I A L
La desconfianza hacia las acciones de los gobiernos se ha convertido en un fenómeno global, amplificado por las redes sociales como X, donde los ciudadanos expresan su escepticismo ante la información oficial.
En el caso de Hernán Bermúdez Requena, comentarios en X sugieren que las imágenes presentadas por autoridades no corresponden a él, sino a otra persona. Estas acusaciones, aunque no siempre verificadas, reflejan una erosión de la confianza en las instituciones, alimentada por un historial de opacidad, contradicciones oficiales y, en ocasiones, manipulación deliberada.
La velocidad con la que estas teorías se difunden en plataformas digitales evidencia el poder de la ciudadanía para cuestionar narrativas, pero también el riesgo de caer en especulaciones sin sustento.
La raíz de esta incredulidad no es nueva. Décadas de escándalos políticos, promesas incumplidas y falta de transparencia han sembrado una semilla de sospecha en la población.
En el contexto de Bermúdez Requena, la falta de claridad en la comunicación oficial –como la inconsistencia en imágenes o datos– da pie a que los usuarios en X llenen los vacíos con interpretaciones propias.
Este fenómeno no es exclusivo de un país o caso; es un reflejo de la desconexión entre gobiernos y ciudadanos, donde la información oficial es recibida con escepticismo antes que con aceptación.
La tecnología, al democratizar el acceso a la información, también ha amplificado las voces que desafían las versiones oficiales, a menudo sin esperar pruebas concluyentes.
Sin embargo, esta dinámica tiene un lado oscuro. La proliferación de teorías y rumores en plataformas como X puede generar desinformación, polarización y un rechazo automático a cualquier narrativa gubernamental, incluso cuando esta sea veraz.
En el caso de las imágenes de Bermúdez Requena, la ausencia de una verificación independiente y accesible alimenta las dudas, pero también dificulta discernir entre críticas legítimas y especulaciones infundadas.
Los gobiernos, por su parte, no han sabido adaptarse a esta nueva realidad, donde la credibilidad no se gana solo con comunicados oficiales, sino con transparencia activa, datos verificables y una comunicación que anticipe las preguntas ciudadanas.
Para reconstruir la confianza, los gobiernos deben asumir que la ciudadanía digital no acepta ciegamente sus versiones. La incredulidad no es solo un síntoma de descontento, sino una demanda de rendición de cuentas.
En casos como el de Bermúdez Requena, donde las redes sociales se convierten en un campo de batalla de narrativas, la solución pasa por ofrecer pruebas claras, accesibles y verificables, así como por fomentar un diálogo que no subestime la capacidad crítica de la población.
Solo así se podrá cerrar la brecha entre la autoridad y una sociedad que, con razón o sin ella, ha aprendido a dudar de todo lo que proviene del poder.