El ciclo recurrente de partidos políticos en Morelos: Apariciones efímeras y la promesa de nuevos contendientes para 2027
Por Guillermo Cinta Flores
En el dinámico panorama electoral de Morelos, un estado marcado por una alta fragmentación política y una normativa estricta para el registro de partidos, se observa un patrón cíclico que se repite con insólita regularidad: la proliferación de agrupaciones políticas en vísperas de elecciones, seguida de su inevitable desaparición tras no cumplir con los umbrales mínimos de votación. Este fenómen no es nuevo, pero cobra relevancia en el contexto actual, donde siete asociaciones civiles han iniciado el proceso para convertirse en partidos políticos locales de cara a las elecciones de 2027.
Basado en información verificada del Instituto Morelense de Procesos Electorales y Participación Ciudadana (IMPEPAC), esta nota explora el historial reciente —focalizándose en las elecciones de 2021 y 2024—, analiza las causas de estas desapariciones y examina el avance de las nuevas aspirantes, destacando las implicaciones para la democracia morelense.
Las elecciones de 2021: Un “bonche” de 23 partidos y la primera gran depuración
Las elecciones locales de Morelos en 2021 representaron un pico de fragmentación partidista, con un total de 23 partidos políticos compitiendo por cargos como la gubernatura, diputaciones locales y ayuntamientos. De estos, 10 eran de registro nacional —como el PAN, PRI, PRD, PT, PVEM, MC, Morena y Nueva Alianza— y 13 eran locales, emergidos de asociaciones civiles que habían cumplido con los requisitos de afiliación y asambleas previas al proceso electoral. Esta abundancia de opciones reflejaba un esfuerzo por diversificar la representación, pero también evidenciaba la laxitud relativa en los umbrales de registro inicial, permitiendo que agrupaciones menores accedieran al tablero electoral con relativa facilidad.
Sin embargo, el periodo postelectoral trajo una depuración drástica. Tras los comicios del 6 de junio de 2021, el IMPEPAC determinó que 12 partidos no alcanzaron el 3% de la votación válida requerida por la Ley de Instituciones y Procedimientos Electorales para Morelos (LIPE) para mantener su registro. Entre los desaparecidos destacaban nombres como el Partido Revolucionario de la Democracia (PRD), el Partido Verde Ecologista de México (PVEM) y el Partido Encuentro Social (PES), que a nivel local no lograron el mínimo pese a su presencia nacional. Esta pérdida masiva redujo el número de contendientes de 23 a aproximadamente 11 para el ciclo subsiguiente, ilustrando cómo la norma electoral morelense —inspirada en la federal— actúa como un filtro implacable: solo sobreviven aquellos que demuestren arraigo ciudadano real, medido en votos, y no solo en afiliaciones formales.
Las causas de esta desaparición eran multifactoriales. Por un lado, la dispersión del voto en un estado con alta polarización entre bloques como el de Morena y la alianza opositora diluyó los sufragios de los partidos menores. Por otro, irregularidades en el financiamiento y la fiscalización —aunque no siempre sancionadas de inmediato— erosionaron la credibilidad de algunas agrupaciones. El resultado fue un ecosistema político más concentrado, pero también una crítica recurrente de analistas: la volatilidad genera desconfianza en el electorado, que percibe a estos partidos como “fantasmas electorales” diseñados para captar recursos públicos efímeros.
Las elecciones de 2024: de 12 partidos a una nueva poda de tres, perpetuando el ciclo
Avanzando al proceso electoral ordinario 2023-2024, el número de partidos se estabilizó en 12, según el directorio oficial de plataformas electorales publicado por el IMPEPAC en noviembre de 2023. Esta lista incluía a los grandes nacionales —PAN, PRI, PRD, PT, PVEM, MC, Morena y Nueva Alianza Morelos— junto a locales como el Partido Encuentro Solidario Morelos (PES), Redes Sociales Progresistas Morelos (RSP), Movimiento Alternativa Social (MAS) y Partido Morelos Progresa. Los comicios del 2 de junio de 2024 renovaron la gubernatura (ganada por Margarita González Saravia de Morena), 18 diputaciones locales y 36 ayuntamientos, en un contexto de concurrencia con las elecciones federales que amplificó la visibilidad, pero también la competencia.Una vez más, el filtro del 3% de votación válida actuó con rigor. En octubre de 2024, el IMPEPAC anunció que tres partidos locales perdieron su registro: RSP, PES y MAS, que no superaron el umbral mínimo pese a campañas visibles en Cuernavaca y otros municipios clave. Esta depuración, aunque menor que la de 2021, redujo el panorama a nueve partidos para el próximo ciclo, dejando un vacío que —irónicamente— podría llenarse con nuevas agrupaciones. Las razones detrás de estas caídas incluyeron no solo el bajo desempeño electoral, sino también acusaciones de opacidad en el uso de prerrogativas públicas y alianzas fallidas con coaliciones mayores, que diluyeron su identidad propia.
Este patrón de 2024 refuerza la idea de que las elecciones locales en Morelos actúan como un “mercado de partidos” donde la entrada es accesible (mediante asambleas y afiliaciones), pero la permanencia es precaria. La ley morelense exige que los partidos mantengan al menos el 3% en elecciones consecutivas para cargos de elección popular, bajo pena de perder financiamiento público y acceso a boletas. En un estado con un padrón electoral de alrededor de 1.2 millones de votantes, esto equivale a unos 20,000-30,000 votos mínimos, una barrera que muchos no logran saltar en un contexto de abstencionismo creciente (alrededor del 50% en 2024).
Hacia 2027: siete asociaciones en marcha, con 50 asambleas de 150 cumplidas
Y así, como un ave fénix colectivo, el ciclo se reinicia. La consejera electoral del IMPEPAC, Mayte Casalez Campos —presidenta de la Comisión Permanente de Organización y Partidos Políticos—, informó que siete asociaciones civiles han solicitado el registro para convertirse en partidos políticos locales de cara al Proceso Electoral Local 2026-2027. Estas agrupaciones, aún sin nombres públicos detallados en los reportes iniciales, han avanzado en el requisito clave: la realización de asambleas distritales para afiliación ciudadana. Hasta la fecha, habían completado 50 de las 150 asambleas requeridas, un avance significativo que las posiciona bien para el plazo final en 2026.
Cada asociación debe reunir el 0.26% del padrón electoral en al menos el 70% de los municipios morelenses, una cifra que varía por población: en Cuernavaca, por ejemplo, podría implicar miles de afiliados, mientras que en cabeceras pequeñas como Tetela del Volcán bastarían cientos. Casalez Campos enfatizó el cumplimiento normativo: todas las entidades han adherido a los lineamientos de la LIPE, y el equipo de fiscalización verifica que no excedan los topes de gastos de campaña (alrededor de 5 millones de pesos por asociación, ajustados por inflación). Hasta ahora, ninguna ha recibido acta administrativa por violaciones, lo que contrasta con escándalos pasados en ciclos anteriores.
Este proceso, regulado por el artículo 41 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y la legislación local, busca equilibrar la pluralidad con la viabilidad. Las asambleas no solo sirven para contar cabezas, sino para demostrar representatividad: deben incluir al menos 150 participantes por evento, con actas notariadas y listas de afiliados únicas. Si las siete logran el registro, Morelos podría ver un repunte a 16 partidos en 2027, revitalizando la competencia pero también arriesgando otra ola de desapariciones postelectorales.
Implicaciones y reflexiones: ¿Pluralidad o fragmentación ineficiente?
El ciclo de aparición-desaparición en Morelos no es un capricho aislado, sino un reflejo de tensiones sistémicas en el federalismo electoral mexicano. Por un lado, fomenta la innovación política, permitiendo que voces marginadas —como movimientos indígenas o feministas— accedan al juego democrático. Por otro, genera ineficiencias: los partidos efímeros absorben recursos públicos (prerrogativas por más de 100 millones de pesos anuales en Morelos) sin contrapartida duradera, y confunden al electorado con boletas abarrotadas.
En el horizonte de 2027, con elecciones concurrentes federales y locales, el IMPEPAC enfrentará el desafío de equilibrar apertura y rigor. Si las siete asociaciones prosperan, podrían inyectar frescura, pero la historia sugiere cautela: de las 13 locales de 2021, solo unas pocas sobrevivieron. Casalez Campos, en su rol de guardiana, insiste en la transparencia, pero la verdadera prueba será en las urnas. Mientras tanto, el morelense común observa con escepticismo: “¿Cuántos durarán esta vez?” La respuesta, como siempre, la darán los votos —y el inexorable 3%.