LA EROSIÓN DE LA FIGURA GUBERNAMENTAL EN MÉXICO: FACTORES Y DESAFÍOS CONTEMPORÁNEOS
ANÁLISIS
Por Guillermo Cinta Flores
Miércoles 8 de octubre de 2025
En el panorama político mexicano, la erosión de la figura gubernamental representa un fenómeno multifacético que socava la autoridad y el respeto hacia las investiduras presidencial y estatal. Esta degradación no es un evento aislado, sino el resultado de dinámicas acumuladas que han transformado la percepción pública de los líderes como entes distantes y falibles, en lugar de símbolos de unidad y gobernabilidad. En el ámbito federal, la investidura presidencial ha perdido brillo en los últimos años, mientras que a nivel estatal, como en Morelos, el sexenio anterior evidenció un desgaste similar marcado por escándalos y desconexión social.
Esta erosión se manifiesta en una creciente desconfianza ciudadana, donde el 70 por ciento de los mexicanos percibe a los gobiernos como corruptos, según encuestas recientes, lo que debilita la capacidad de los mandatarios para implementar políticas efectivas.
Históricamente, el presidencialismo mexicano, forjado en la era posrevolucionaria, ha sido un pilar del sistema político, pero su concentración de poder generó vulnerabilidades inherentes. Desde la transición democrática de finales del siglo XX, la figura presidencial ha transitado de un rol casi monárquico a uno expuesto a la crítica abierta, exacerbada por la alternancia política y la fragmentación partidista. En contextos como el actual, bajo la presidencia de Claudia Sheinbaum, persisten ecos de la erosión observada en administraciones previas, donde el déficit democrático y el deterioro institucional erosionaron la legitimidad del Ejecutivo. Este patrón se repite en estados como Morelos, donde el sexenio de Cuauhtémoc Blanco (2018-2024) estuvo plagado de controversias que minaron la investidura gubernamental, incluyendo acusaciones de nexos con el crimen organizado y una gestión opaca.
Uno de los factores primordiales que contribuye a esta erosión es el deterioro institucional y el déficit de gobernabilidad, que fragmenta la capacidad del gobierno para responder a las demandas sociales. La concentración paulatina del poder bajo la figura presidencial y de partidos hegemónicos debilitaron contrapesos como el Instituto Nacional Electoral (INE), con ataques sistemáticos que inclinaron el campo electoral hacia el oficialismo. En este sentido, la erosión democrática se acelera cuando las instituciones pierden autonomía, generando un ciclo vicioso donde la percepción de parcialidad gubernamental fomenta el cinismo ciudadano. A nivel estatal, en Morelos, este factor se agudizó en el periodo anterior por la falta de reformas que fortalecieran la rendición de cuentas, dejando un legado de instituciones debilitadas que la actual administración debe reconstruir.
La corrupción y la opacidad en la gestión pública constituyen otro pilar fundamental de la erosión, al minar la confianza en la investidura como garante de equidad. En México, escándalos como los relacionados con contratos irregulares o el uso indebido de recursos han expuesto a líderes federales y estatales, transformando la figura gubernamental en sinónimo de privilegios elitistas. Este fenómeno no solo genera indignación inmediata, sino que perpetúa un precarismo municipal que agrava la distribución desigual de la riqueza. En el caso de Morelos, el sexenio previo vio un aumento en denuncias por corrupción, con auditorías revelando desvíos millonarios, lo que contribuyó a una pérdida de respeto hacia la gubernatura, contrastando con el actual enfoque de transparencia impulsado por la gobernadora Margarita González Saravia.
El rol de los medios de comunicación y las redes sociales emergió como un catalizador acelerado de esta erosión, amplificando narrativas críticas y polarizando el debate público. Mientras que en décadas pasadas la “mañanera” presidencial buscaba recrear una épica discursiva para fortalecer la figura del líder, hoy las plataformas digitales diseminan en tiempo real fallos gubernamentales, desde respuestas lentas a la violencia hasta promesas incumplidas en programas sociales. Esta hipervisibilidad erosiona el aura de infalibilidad tradicional, haciendo que la investidura presidencial parezca vulnerable a memes y campañas virales.
En Morelos, las redes sociales jugaron un papel clave en la difusión de videos comprometedores del exgobernador, acelerando la deslegitimación de su figura y allanando el camino para un cambio en 2024. A nivel estatal, el caso de Morelos ilustra cómo factores locales interactúan con dinámicas nacionales para profundizar la erosión.
Durante el sexenio anterior, la descontrolada violencia y el precarismo en ayuntamientos minaron la autoridad del gobernador y proyectaron una imagen de complicidad con el crimen organizado, erosionando el respeto a la investidura como protectora de la ciudadanía. Esta situación se vio agravada por una distribución pobre de la riqueza, con indicadores de pobreza que superaron el 50 por ciento en zonas rurales, fomentando protestas y boicots. Sin embargo, la transición a la gubernatura de Margarita González Saravia en 2024 marcó un punto de inflexión, donde su personalidad incluyente y visión de estadista avanzan en restaurar la confianza mediante diálogos multipartidistas y políticas de apertura.
En conclusión, revertir la erosión de la figura gubernamental requiere un enfoque integral que aborde estos factores interconectados, desde fortalecer instituciones hasta fomentar una comunicación empática. La experiencia en Morelos bajo González Saravia demuestra que líderes con empatía y compromiso pueden reconstruir el respeto perdido, priorizando la igualdad y la democracia como antídotos al desgaste.
A nivel federal, esta lección podría inspirar reformas que equilibren el poder presidencial con mecanismos de responsabilidad, asegurando que la investidura no sea un relicto del pasado, sino un pilar vivo de la democracia mexicana. Solo así, en un contexto de riesgos políticos crecientes para 2025, se podrá mitigar la deriva hacia un autoritarismo sutil que amenaza la gobernabilidad.