REGIDORES: DE FANTASMAS PARTIDISTAS A VOCES CIUDADANAS
OPINIÓN
Por Guillermo Cinta Flores
Viernes 10 de octubre de 2025
La propuesta del diputado Sergio Omar “Chino” Livera Chavarría, de Morena por el tercer distrito de Morelos, cae como agua de mayo en un desierto de corrupción municipal. Imagínense: regidores electos directamente por los ciudadanos, en una boleta aparte de la presidencial, sin el manto protector de la representación proporcional que los convierte en simples peones de los aparatos partidistas.
No más listas cerradas donde los líderes imponen a sus incondicionales, esos que llegan al cabildo con la promesa de lealtad ciega y terminan vendiendo el alma al mejor postor. Esta reforma, presentada ayer jueves, no es solo un tecnicismo constitucional; es un bisturí para extirpar el pus de la opacidad que infecta nuestros ayuntamientos.
Bravo, Chino, por atreverse a cuestionar un sistema que premia la sumisión sobre el servicio.
Pero vayamos al grano: el actual esquema de regidores por plurinominales es una farsa que beneficia a los más conchudos, no a los más capaces. Estos aspirantes se pegan como garrapatas a las campañas de los candidatos a presidentes municipales. No gastan un peso en recorrido ni en propuestas; solo simulan lealtad para colarse en las fórmulas y aterrizar en el cabildo sin sudar la gota gorda. ¿Resultado? Un montón de síndicos y regidores que ni conocen las calles de su municipio, pero sí las oficinas donde se reparten los contratos jugosos.
En la base social-municipal radica el verdadero pulso electoral de los partidos. Ahí, en las colonias y barrios, la gente sabe quién es quién: el que cojea de intereses perversos, el que baila al son del crimen organizado o el que solo busca el botín público. ¿Por qué no dejar que esa sabiduría popular decida, en vez de delegarla a cúpulas cupulares?
En el nivel municipal, los ciudadanos son los mejores detectives de la decencia. Han visto de cerca cómo estos “representantes” entran al ayuntamiento con una mano adelante y otra atrás, oliendo a pobreza fingida, y salen tres años después con maletas de enriquecimiento inexplicable.
En Morelos, donde la corrupción municipal es un deporte de alto contacto, los regidores no sueltan su mesada por menos de 80 mil pesos al mes –una cifra que, aunque varía por municipio, refleja el despilfarro rampante que asfixia a la ciudadanía. Recuerden el caso de Emiliano Zapata, donde apenas en septiembre de 2025 se aprobó una reducción drástica en sueldos: de cifras obscenas cercanas a los 75-80 mil para síndicos y regidores, bajaron a la mitad, pero solo después de escándalos que olían a rapiña. ¿Cuántos cabildos morelenses repiten el patrón? Entran humildes, terminan en yates prestados, mientras las calles se hunden en baches y la inseguridad devora comunidades enteras.
Esta propuesta de elección directa obliga a los candidatos a regidores a salir del aire acondicionado partidista y ensuciarse las botas en el territorio. Nada de campañas de escritorio: tendrían que recorrer municipios, escuchar quejas en mercados y plazas, y comprometerse con soluciones reales, no con promesas etéreas dictadas desde la sede central.
Livera Chavarría lo dice claro: hoy, estos regidores “no recorren sus localidades y solo obedecen a intereses de los partidos”. Mañana, con voto ciudadano directo –ya sea por partido o independiente–, cada uno rendiría cuentas individuales, no como rebaño plurinominal. Adiós a los que se esconden detrás del colectivo para delinquir impunes; hola a una representación que, por fin, refleje la diversidad y el coraje de la sociedad morelense.
No nos engañemos: esta reforma toca nervios expuestos porque desmantela el feudo de los caciques locales que usan los cabildos como cajeros automáticos.
En Morelos, donde el crimen organizado ha permeado hasta las urnas, elegir regidores directamente es un antídoto contra la infiltración. La gente de a pie detectará al instante al lobo con piel de oveja. Y si fallan, la boleta los mandará de vuelta al anonimato sin piedad. Es hora de que los partidos, en vez de lloriquear por perder control, inviertan en capacitar verdaderos líderes locales, no en fabricar clones serviles.
En resumen, la iniciativa del diputado Livera Chavarría no es un capricho morenista; es un grito de auxilio por la democracia de base que nuestra Carta Magna promete pero rara vez cumple. Apoyémosla con uñas y dientes: que los regidores sean votados por quienes los vigilarán de cerca, no impuestos por quienes los corromperán desde lejos. Morelos merece cabildos con pulso ciudadano, no con pulso delictivo. Si no actuamos, seguiremos cosechando los mismos frutos podridos: enriquecidos impunes y comunidades empobrecidas. ¡Que viva la elección directa, y que tiemble el status quo!