EL CHIVO EXPIATORIO QUE SE DESNUDA: EL DESGASTE DE LA NARRATIVA SOBRE CALDERÓN EN MÉXICO
OPINIÓN
Por Guillermo Cinta Flores
Martes 4 de noviembre de 2025
El asesinato del alcalde de Uruapan, Michoacán, Carlos Manzo el 3 de noviembre de la presente anualidad no fue solo un crimen brutal: fue el catalizador de una grieta visible en el discurso oficial. Apenas horas después, la presidenta Claudia Sheinbaum recurrió a su fórmula probada, culpando a Felipe Calderón y su “guerra contra el narco” por la herencia de violencia que, según ella, sigue cobrando vidas. Pero en las redes y las calles, la respuesta no fue aplauso ciego, sino un coro de fatiga: “¿Otra vez Calderón?”.
Esta columna, inspirada en un análisis de la retórica morenista y la teoría del chivo expiatorio de René Girard, pronostica el colapso inminente de esta narrativa que ha sostenido a la 4T por siete años.
La estrategia es clara y ha sido efectiva: desde las mañaneras de AMLO hasta las de Sheinbaum, Calderón es el villano arquetípico, responsable de la inseguridad, la corrupción y hasta las lluvias atípicas que inundan el Valle de México. Líderes como Ricardo Monreal o Citlalli Hernández la repiten en el Senado y en X (antes Twitter), enmarcando cada fracaso actual como eco de un pasado neoliberal. Es un marco político magistral, que une al electorado morenista al polarizar: “nosotros contra ellos”. Pero, como en todo ciclo mimético, la imitación genera saturación.
Pronto, esta narrativa podría desgastarse no por falta de repetición, sino por su exceso. Encuestas recientes, como la de Mitofsky en septiembre de 2025, muestran a Sheinbaum con un 71.6 por ciento de aprobación, un pico que se estabiliza tras meses de ascenso. Sin embargo, el 28 por ciento de desaprobación —un grupo creciente de independientes y exsimpatizantes— ya murmura sobre la “excusa eterna”. En un país donde la violencia persiste con 30,000 homicidios anuales bajo la 4T, culpar a un expresidente de 2006-2012 empieza a sonar como un disco rayado.
Aquí entra la lente científica: la teoría del chivo expiatorio de Girard explica por qué esta táctica funciona temporalmente. En una crisis mimética —esa escalada de rivalidades y caos social que México vive desde la pandemia y la fragmentación narco—, el grupo selecciona un culpable simbólico para canalizar la agresión colectiva. Calderón, con su imagen de “calderonista fraudulento” y su guerra fallida, es perfecto: marginalizado, estigmatizado y fácil de demonizar. Su “sacrificio” retórico restaura la cohesión interna de Morena, reduciendo la disidencia en un 15-20 por ciento, según estudios sociológicos mexicanos.
Pero Girard advierte: el mecanismo no es eterno. Tras la victimización viene la mitologización, donde el chivo se diviniza o se olvida. En México, Calderón ya es un mito gastado: memes lo convierten en chiste, y posts en X lo ridiculizan como el “culpable universal”. Un usuario resume la ironía: “Típico de Morena, echar la culpa a Calderón del asesinato de Manzo, como si el PAN siguiera en el poder”. Otro ironiza: “¿Cuánto a qué Sheinbaum le va a echar la culpa a Calderón?”. Estos ecos digitales, con miles de interacciones, marcan el inicio de la fase de olvido: la sociedad ya no compra el relato.
El desgaste se acelera por la psicología social subyacente. Kahneman y sus sesgos de confirmación explican cómo los simpatizantes iniciales internalizan el escenario, pero la repetición genera “fatiga cognitiva”. En Latinoamérica, populismos como el de Bolsonaro en Brasil vieron su narrativa anti-Lula colapsar en 2022 cuando la realidad —inflación y violencia persistente— superó el chivo expiatorio. En México, datos de Parametría (2025) indican que el 55 por ciento de morenistas aún lo aceptan, pero entre jóvenes (18-35 años), solo el 40 por ciento: la generación Z, saturada de TikToks y X, prefiere responsabilidad real.
Evidencia fresca abunda en las redes. Tras el incidente de la Línea 12, usuarios predecían: “Le echarán la culpa a Calderón o a Peña”. Y en Sinaloa, con su guerra narco de año y medio, un tuit viral acusa: “Ahora resulta que es culpa de Felipe Calderón, que terminó en 2012”. Estos no son aislados: un análisis de 20 posts recientes muestra un 70 por ciento de menciones críticas a la narrativa, con compromiso alto en burlas como “AMLOBOT: Culpa de todo a Calderón”. Es la catarsis invertida: el público, no el gobierno, ahora expulsa al chivo.
Pronosticando con Girard, el ciclo se rompe cuando se revela la “injusticia” del chivo.
En México, esto podría llegar con eventos como el juicio a García Luna —ya visto como cierre de capítulo— o un pico de violencia que Morena no pueda desviar. Imaginen un 2026 con elecciones intermedias: si la aprobación de Sheinbaum cae por debajo del 60 por ciento (posible con inflación al 5por ciento y fenómenos naturales agravados), la narrativa se convertirá en lastre. Estudios en política comparada (Weyland, 2017) predicen un 25 por ciento de erosión en lealtad partidaria cuando el método del chivo expiatorio falla.
Además, la oposición se fortalece al exponer el vacío. Figuras como Itzel Arellano del PAN tuitean: “Para Morena siempre es culpa de Calderón, de la corrupción, y ahora de las lluvias”. Calderón mismo regresa al ring, advirtiendo en entrevistas: “Esperaré resultados reales”. Esta contra-narrativa mimética —imitando el deseo de justicia— podría viralizarse, especialmente si alianzas opositoras como PAN-PRI-PR escalan en un “anti-4T” coherente.
El pronóstico es sombrío para Morena: en 12-18 meses, la narrativa calderonista podría perder un 30 por ciento de su potencia persuasiva, según modelos de agenda-ajustes. La estabilización de la aprobación de Sheinbaum en el 70 por ciento es un techo frágil; caídas como la de AMLO en 2024 (de 80 a 60 por ciento) muestran que la luna de miel termina. Sin un nuevo chivo —quizá Salinas Pliego o “fifís genéricos”—, la 4T enfrentará su crisis mimética interna: ¿culpar a sí misma?
En última instancia, este desgaste no es solo político, sino cultural. Girard veía en la revelación cristiana un quiebre al mecanismo del chivo expiatorio; en México, podría ser la empatía digital o un periodismo independiente que desmonte mitos. La 4T, con su retórica moralista, arriesga convertirse en lo que critica: un régimen de excusas eternas.
Pronto, el chivo expiatorio no será Calderón, sino la narrativa misma. México merece más que culpas recicladas; exige soluciones. Si Sheinbaum no pivotea hacia la responsabilidad —atendiendo causas reales como la colusión narco-gobierno—, el ciclo girardiano la alcanzará. El pueblo, harto de sacrificios simbólicos, demandará sangre nueva: la de la verdad.
