LA INFANCIA EN GUERRA: MORELOS CONTRA EL RECLUTAMIENTO SILENCIOSO

CINTARAZOS
Por Guillermo Cinta Flores
Viernes 7 de noviembre de 2025
En las sombras de Morelos, donde el sol radiante a veces choca con el plomo de los cárteles, una diputada se alza con una propuesta que no es solo ley, sino grito de auxilio. Luz Dary Quevedo Maldonado, de Movimiento Ciudadano, presentó la iniciativa para crear la Ley para Prevenir y Erradicar el Reclutamiento de Niñas, Niños y Adolescentes. No es retórica: es la respuesta a una batalla invisible que devora generaciones enteras, transformando parques en trincheras y sueños en pesadillas armadas.
En un México donde la niñez se convierte en carne de cañón del narco, esta ley morelense podría ser el primer muro contra la resignación. Quevedo no exagera al hablar de una “guerra sin esperanza”. Cada año, entre 35 y 45 mil menores son enganchados por promesas de billetes fáciles o protección ilusoria, según datos de organizaciones como Tejiendo Redes Infancia.
En Morelos, epicentro de corredores narcos entre Guerrero y el Valle de México, el reclutamiento no es anécdota: es epidemia. Niños como halcones, adolescentes como sicarios, niñas en redes de explotación. Lo que empieza como escape de la pobreza termina en fosas comunes. La diputada lo dice claro: permitirlo es abdicar al Estado, dejar que la infancia viva en alerta permanente.
El núcleo de la propuesta es una comisión interinstitucional que une a DIF, educación, seguridad y sociedad civil en un frente unido. Nada de declaraciones de incompetencia: aquí se obliga a coordinar. Imaginen: dependencias que hoy se pasan la pelota ahora obligadas a jugar en equipo, con un programa estatal que ataque raíces como la desintegración familiar y la falta de escuelas seguras. Es un enfoque de derechos humanos, no de plomo, que pone al menor en el centro, no como daño colateral de la “guerra contra el narco”.
Pero vayamos al hueso: mecanismos concretos. Albergues seguros para víctimas que huyen del miedo, apoyo psicológico para sanar traumas que duran generaciones, becas educativas para romper el ciclo de la calle. Y un sistema de datos estatal, ese gran ausente en muchas políticas, para mapear el monstruo: cuántos, dónde, cómo.
Quevedo cita la Red por los Derechos de la Infancia: entre 2010 y 2014, 1,200 niños murieron por esta violencia. Hoy, con cárteles como La Familia Michoacana acechando en Cuernavaca, la cifra duele más.
Las fortalezas saltan a la vista. Esta ley no es represiva; es restaurativa, alineada con la Ley General de Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes. En un estado donde la impunidad roza el 95 por ciento, obliga a la acción colectiva, involucrando municipios y ONGs. Quevedo, con su historial de reformas en violencia escolar y equidad educativa, sabe tejer consensos. Podría inspirar a estados como Colima o Baja California, también en la lista roja del reclutamiento, según el Mecanismo Estratégico de la Segob.
Sin embargo, el diablo acecha en la implementación. ¿Presupuesto? La propuesta calla sobre fondos, y Morelos, con fuertes deudas, no es California. ¿Quién protege a los albergues de las balas narco? Casos como el adolescente detenido en octubre con AK-47s en Cuautla muestran que el crimen no negocia. El reclutamiento “voluntario” complica todo: un chavo de 14 prefiere 5 mil pesos semanales a una escuela derruida. Sin un pacto federal de desarrollo social, esta ley podría ser quimera.
Viabilidad política: en un Congreso morelense polarizado, Quevedo navega con astucia. Su fracción en MC ha sumado votos en temas sociales; si Morena y PAN se alinean por la niñez, pasa. Pero urge monitoreo: indicadores claros, como tasas de deserción por reclutamiento, para no repetir errores de leyes muertas.
El Observatorio Nacional Ciudadano podría ser aliado, midiendo si salva vidas o solo genera titulares. Al final, esta iniciativa es un faro en la niebla morelense. “La infancia de Morelos no puede seguir creciendo así”, clama Quevedo, y tiene razón. No es solo ley; es apuesta por un futuro sin niños-soldados. Si cae en oídos sordos, el silencio será cómplice. Pero si prende, podría ser el principio de una paz reconstruida desde abajo. Morelos, tierra de flores y balas, merece que su niñez florezca, no que se marchite en el olvido.
