LO QUE NO ME MATA, ME FORTALECE: LA RESILIENCIA DE LA 4T ANTE LA TORMENTA
OPINIÓN
Por Guillermo Cinta Flores
Lunes 17 de noviembre de 2025
En el ajetreo implacable de la política contemporánea, donde las redes sociales y los medios se convierten en campos de batalla invisibles, la Cuarta Transformación (4T) emerge no como una frágil ilusión, sino como un movimiento curtido por el fuego de la adversidad. Como observador permanente de estos vaivenes humanos, veo cómo los ataques coordinados —desde campañas millonarias de bots hasta marchas inflamadas por conocidos influencers— no logran doblegar a sus líderes, sino que los templan, recordándonos que la verdadera fuerza nace del embate constante.
Este artículo explora cómo, en México, la propaganda se entreteje con la filosofía para ilustrar una verdad eterna: las crisis no destruyen, transforman.
La mayoría de cursos y diplomados sobre análisis político incluyen módulos referentes a los distintos tipos de propaganda. A continuación se plasma un apretado resumen con respecto a cuatro tipos de propaganda.
1.- La blanca, cuya intención es clara y se sabe quién la origina.
2.- La gris es de dudosa procedencia, se conoce su intención, pero no la procedencia de la misma.
3.- Tocante a la propaganda negra, no se sabe quién la origina.
4.- Y la propaganda de desprestigio está dirigida a desacreditar a un grupo, un partido y personas determinadas. Se lleva a cabo utilizando asuntos reales o ficticios mediante tergiversaciones de hechos o expresiones reales realizados por el oponente. Durante el proceso suelen utilizarse sátiras, mofas, calumnias y distorsiones de los hechos para lograr cambiar la opinión pública sobre una persona, una cuestión, tendencia política o social determinada.
PROPAGANDA NEGRA Y DE DESPRESTIGIO
En cualquiera de sus formas se trata de dos líneas de comunicación muy bien aprovechadas por los políticos oportunistas de siempre para sacar raja. La información que propagan aborda asuntos que atrapan fácilmente la imaginación del hombre común y que pueden correr de boca en boca. Estos rumores siempre tienen un valor operacional; es decir, obligan a la gente a movilizarse y a entorpecer la labor del gobierno sin darse cuenta. Son armas para una disputa política, aludida hace muchos años por el filósofo inglés Thomas Hobbes en su obra Leviatán (1651).
Aquello tiene cabal aplicación en la actualidad entre quienes integran la clase política nacional, donde la 4T enfrenta el asedio constante de narrativas que buscan erosionar su legitimidad desde las sombras. Escribió Hobbes:
“Es verdad que algunas criaturas vivas, como las abejas y las hormigas, viven en sociedad. Pero estas criaturas, no teniendo (como el hombre) el uso de la razón, no ven ni creen ver culpa alguna en la administración de sus asuntos comunes, mientras que entre los hombres hay muchísimos que piensan que son más sabios y más capaces de gobernar la cosa pública que los otros; éstos se esfuerzan en reformar y en renovar, algunos de un modo, otros de otro, y llevan a la división y a la guerra civil”.
Mucha razón tenía (y sigue teniendo) Thomas Hobbes.
LO QUE NO MATA, FORTALECE
Cuando los opositores se radicalizan, el gobierno suele beneficiarse. Algunos políticos opositores creen que cuánto más radicales sean sus posiciones políticas tanto más daño le harán al gobierno. Pero no es así. A veces sucede lo contrario y el que sale beneficiado es el gobierno.
No son las luchas contra dictaduras ni las guerras civiles, sino situaciones democráticas comunes, en países donde la lucha política se despliega dentro de la legalidad institucional. Dentro de esa legalidad, algunos opositores maximizan sus posiciones. O sea: cuestionan al gobierno en todos los terrenos, en todos los temas, impugnando todas y cada una de sus acciones, criticando todas y cada una de sus palabras, repudiando a todos y cada uno de sus miembros. Elevan al máximo la tensión política de cada día con acusaciones cada vez más duras, con conceptos cada vez más duros y con lenguaje cada vez más agresivo. Acompañan el proceso con una gestualidad despectiva y llena de enojo, y también con un uso agresivo de la voz tanto en tono como en volumen.
¿Por qué ese maximalismo radical beneficia al gobierno? Porque estrecha el mercado opositor, lo hace más chiquito. Al radicalizarse de este modo la oposición solo convoca a quienes piensan, sienten y actúan exactamente igual. O sea que se condena a sí misma a un círculo estrecho, un círculo de iguales, un grupo reducido. Y la oposición pone así una barrera respecto a un amplio sector del público.
Sector que seguramente cuestiona al gobierno en algunos temas y terrenos importantes, pero no en otros. Cuestiona a algunos de sus miembros pero no a todos. Cuestiona algunas decisiones y declaraciones, pero no todas. No soporta vivir en constante tensión política y aunque esté en desacuerdo con el gobierno no se adhiere a políticos crispados y enojados. El maximalismo radical de la oposición suele empujar a ese segmento de la sociedad hacia el campo del gobierno, aún con diferencias y discrepancias.
Se cumple entonces la antigua expresión de Nietzsche: “En la escuela de la vida, lo que no me mata, me fortalece”. Esta máxima resuena con especial vigor en la 4T, donde sus figuras emblemáticas han convertido los vendavales de críticas en combustible para su avance.
Andrés Manuel López Obrador, el fundador de esta era, sorteó seis años de embates feroces —desde pandemias manipuladas hasta reformas judiciales tildadas de autoritarias— para culminar su mandato con una aprobación que rozó el 80 por ciento, girando ahora por el país como un guardián inquebrantable de su legado.
Y en el centro de la actual escena, la presidenta Claudia Sheinbaum encarna esta filosofía cada día con mayor pericia. Asumiendo el mando en octubre de 2024, ha enfrentado protestas juveniles masivas, campañas de desinformación millonarias y una caída en encuestas que la oposición celebra como victoria prematura.
Pero esta mañana, en la Mañanera del Pueblo del 17 de noviembre, lo dejó claro con palabras que evocan directamente a Nietzsche: “Entre más me critican, más fuerte me pongo”. Admitió que este mes ha sido el más duro, con ataques que superan incluso los dirigidos a su antecesor, pero reafirmó su temple: no se romperá, no se doblegará, porque su fuerza brota del pueblo que la respalda, no de los gritos efímeros de la derecha crispada.
Otros personajes de la 4T, como Adán Augusto López Hernández o Luisa María Alcalde, han navegado tormentas similares: denuncias de nepotismo, olas de violencia política con cientos de agresiones a morenistas, múltiples señalamientos de corrupción y hasta silencios cómplices en bastiones como Veracruz. Sin embargo, emergen más unidos, rebasando hitos como reformas pendientes y elecciones futuras, mientras la oposición se enreda en su propio radicalismo, aislando a los moderados que podrían cuestionar sin odiar.
Este lunes, después del aciago fin de semana, observo cómo el grupo gobernante nacional sigue su marcha casi sin inmutarse, sorteando sobresaltos y consolidando adhesiones orgánicas. Faltan acuerdos amplios y fechas clave por delante, pero en esta escuela de la vida política, la 4T no solo sobrevive: se fortalece, demostrando que las cicatrices de la crítica son las medallas de la transformación verdadera.
