LA MADRE DE LA RETENCIÓN SIGUE SIENDO LA REPETICIÓN
LA CRÓNICA DE MORELOS
Miércoles 19 de noviembre de 2025
E D I T O R I A L
En los años ochenta, un gobernador de Morelos, el doctor Lauro Ortega Martínez, recorría los pueblos más apartados del estado con un ritual que a muchos de sus colaboradores nos parecía excesivo: repetía exactamente los mismos discursos, los mismos conceptos, las mismas frases. Un día, alguien se atrevió a preguntarle por qué no variaba el mensaje. Su respuesta fue lapidaria: “La madre de la retención es la repetición”. En aquellas comunidades sin radio ni televisión, explicó, si no escuchaban lo mismo varias veces, simplemente no lo recordaban.
Cuarenta y tantos años después, en un México inundado de internet, redes sociales, streaming y notificaciones 24/7, uno pensaría que esa máxima quedó sepultada por la tecnología. Sin embargo, basta encender la televisión cualquier mañana para comprobar que no solo sobrevive: se ha vuelto más poderosa que nunca.
Claudia Sheinbaum, donde se para, repite. Repite “es un honor estar con Obrador”, repite “primero los pobres”, repite que la oposición es conservadora y corrupta, repite que la seguridad va mejorando, repite que México está en su mejor momento histórico.
Y cuando una encuesta —en este caso la de ayer en El Heraldo de México— la coloca en 80 por ciento de aprobación, la cacarea con entusiasmo de gallina recién parida, aunque otras casas encuestadoras digan números muy distintos.
Muchos se burlan, muchos se hartan, muchos tuitean “ya nos sabemos el guion de memoria”. Y tienen razón… pero pasan por alto el punto esencial: el hartazgo de unos pocos no es lo que define la efectividad del mensaje.
Hoy el problema ya no es la falta de medios, sino la sobredosis de ruido. La atención humana se ha fragmentado en clips de ocho segundos; los algoritmos premian la consistencia verbal; la “verdad ilusoria” —esa que dice que algo parece más cierto cuanto más se repite— opera a velocidad industrial. Cada día hay millones de mexicanos que escuchan por primera vez “no soy una dama de compañía de nadie” o “la transformación avanza”, aunque lleve diciéndose desde 2018.
En un ecosistema donde todos gritan, quien deja de repetir es quien desaparece.
Por eso la repetición ya no es un recurso de campaña: es la gramática misma del poder en la era digital. AMLO la perfeccionó durante dieciocho años de oposición y tres mil mañaneras. Claudia Sheinbaum, su alumna más aplicada, no hace otra cosa que aplicar la misma ley con la disciplina de quien entendió que la tecnología no la derogó, sino que la potenció.
El doctor Lauro Ortega Martínez gobernó en blanco y negro, sin satélites ni fibra óptica. Hoy su frase resuena en alta definición, en TikTok, en WhatsApp y en Palacio Nacional.
Y mientras haya oídos que escuchen por primera vez —o que necesiten que se les recuerde—, la madre de la retención seguirá siendo, inexorablemente, la repetición.
