ADÁN AUGUSTO APRIETA EL GATILLO: GERTZ CAE Y EL SENADOR TABASQUEÑO COBRA SU REVANCHA
OPINIÓN
Por Guillermo Cinta Flores
Viernes 28 de noviembre de 2025
El colmillo rara vez miente en la política mexicana, y esta vez aulló fuerte. El 26 de septiembre, Adán Augusto López Hernández subió al templete con la cara de quien ya sabe dónde está enterrado el muerto. Convocó a la prensa para hablar de sus millones “lícitos” como notario y de un supuesto adeudo fiscal que, según él, nunca existió. Pero entre líneas soltó la frase que hoy resuena como disparo de gracia: “Ya sé de parte de quién y de quiénes vienen estos ataques… eso tendrá su tiempo”.
Dos meses después, el tiempo llegó. Alejandro Gertz Manero, el fiscal que lo tenía en la mira por el caso de Hernán Bermúdez Requena —el ex jefe policiaco convertido en fantasma del cártel La Barredora—, presentó su renuncia. Aceptada en fast track por el Senado, con Adán Augusto como director de orquesta de la mayoría morenista. Casualidad, dirán los ingenuos. Venganza calculada, gritan los que conocen el paño.
Porque el expediente Bermúdez no era cualquier carpeta. Era dinamita pura: un testigo protegido declarando bajo criterio de oportunidad, alertas de la DEA desde 2006, fichas rojas de Interpol y una red de “derecho de piso” que salpicaba directamente al entonces gobernador de Tabasco. Todo eso dormía (o se movía muy despacio) en los cajones de la FGR mientras Gertz seguía al mando. Bastó que el caso empezara a oler a citatorio formal para que el fiscal, de pronto, descubriera su vocación diplomática en “un país amigo”.
Adán niega haber tocado un solo botón. “Me enteré por la carta, como todos”, repite con la serenidad de quien ya ganó la partida. Pero en los pasillos del Senado nadie se traga el cuento. Los mismos morenistas que hace unas semanas temblaban ante la posibilidad de que Gertz abriera la caja de Pandora hoy brindan en privado. El tabasqueño no solo evitó que lo sentaran en el banquillo; se encargó de que el árbitro incómodo abandonara el campo antes del silbatazo final.
El mensaje es tan claro como brutal: en la 4T ya no hay lugar para fiscales que jueguen solos. Gertz, con su estilo de viejo lobo priista, creyó que su autonomía era intocable. Olvidó que en este sexenio la lealtad pesa más que la ley, y que quien coordina la bancada mayoritaria en el Senado tiene más poder real que cualquier titular de la FGR.
Ahora Adán Augusto camina por los pasillos con la sonrisa del cazador que cobró la pieza mayor. Ya anunció que la próxima semana empezarán a desfilar los perfiles del nuevo fiscal, lo cual será una mascarada pues ya sabemos que Ernestina Godoy será quien releve a Gertz. Y uno no necesita ser brujo para adivinar el requisito número uno: que a la señora Godoy no le tiemble la mano para archivar ciertos expedientes tabasqueños.
Gertz se va con maleta diplomática y sin despedida. Adán se queda con el trofeo y con la certeza de que, por ahora, nadie más se atreverá a apuntarle con carpeta en mano.
En política mexicana, el que dispara primero no siempre gana. Gana el que sabe esperar dos meses, mover las piezas correctas y apretar el gatillo justo cuando el otro cree que ya está a salvo. Y el tabasqueño, hay que reconocerlo, esperó lo suyo. Pero cuando disparó, no falló.
