AL RETROCESO LE LLAMAN 4T
OPINIÓN
Por Jorge Messeguer Guillén
Lunes 14 de agosto de 2023
Para millones de ciudadanas y ciudadanos que votaron en el 2018 por un cambio en México, creyendo en un proyecto que se antojaba histórico porque prometía cambiar aquellas viejas prácticas en el ejercicio de gobierno que la mayoría de mexicanas y mexicanos repudiaban. Me refiero a la exacerbada corrupción, la impunidad, la inseguridad en lo más amplio del término: personal, patrimonial, jurídica.
La transformación profunda que demandaba la ciudadanía y que el país necesitaba en ese momento, después de 18 años de alternancia en el poder ejecutivo, era la consolidación de la democracia, terminar la llamada Reforma del Estado. Era la tarea pendiente de los que se decían de izquierda, llevar a cabo las reformas y las transformaciones necesarias para lograr la consolidación de la democracia y con esto el inicio de otra etapa histórica de México; eso hubiera significado realmente la cuarta transformación nacional y no la farsa que hoy es la llamada 4T.
Esta consolidación democrática significaba avanzar en temas fundamentales. Profundizar en los mecanismos de participación ciudadana con reformas legales accesibles como la revocación de mandato: no la farsa de revocación que organizó el gobierno; avanzar y perfeccionar nuestro sistema electoral reforzando al INE y a los OPLE en los estados: no la intentona de desmantelamiento con el plan A y el B; fortalecer el acceso a la transparencia y el acceso a la información pública a través del INAI y de los institutos locales de acceso a la información: no la anulación en la que los senadores de la 4T tienen al INAI; reforzar los controles institucionales en temas fundamentales como la salud, la educación, a través de los diferentes organismos autónomos regulatorios: hoy disminuidos; dotar de más y mejores atribuciones a la CNDH para que los derechos humanos sean uno de los principales ejes de la política nacional: hoy es un remedo controlado por el poder; generar las condiciones para el desarrollo de generación de energías limpias propiciando la transición energética: hoy se entierra el dinero en la construcción de una refinería que en caso de funcionar, seguirá abonando al cambio climático; trabajar la gran reforma judicial de la mano con la SCJN y los tribunales estatales: hoy se insulta a los Ministros y se combate a los jueces que no se alinean; avanzar en el sistema nacional anticorrupción con mecanismos más severos de vigilancia y capacidad sancionadora: hoy existe más corrupción que antes pero la pretenden esconder en el discurso de pureza; contar con un sistema de educación muy sólido que le otorgue las herramientas necesarias a nuestras niñas y niños para salir adelante en la vida; hoy le apuestan a la mediocridad disfrazada de reivindicación histórica, entre otros ejemplos.
Después del fracaso de la 4T, México necesitará de un gran acuerdo de reconciliación, seguir con la confrontación alentada desde la más alta tribuna del país, nos llevará necesariamente a un escenario de mucho riesgo, inestabilidad y violencia, en donde los poderes fácticos, como ya está pasando, lo aprovechan para ganar terreno en vastas regiones y estados de la república.
Al inicio de este gobierno, México requería dialogar para reconciliar, no pleitos y revanchas inútiles; para mediante el diálogo construir entre todas y todos una visión compartida del país que queremos, del país que necesitamos construir para nuestros hijos y nietos para los próximos cien años.
El país necesita construir ese gran proyecto básico del Estado Mexicano con la participación de las mujeres y la visión de género, de los diferentes actores políticos, sociales, económicos, empresariales, sectores educativos, investigadores, campesinos, trabajadores.
Esa gran reconciliación ya no será posible bajo el mandato de López Obrador, en realidad nunca fue su intención, al contrario, vienen tiempos de más polarización porque sabe que en la elección se juega todo y no le gusta ni sabe perder. Los resultados de la contienda, si no le favorecen los puede desconocer; entonces México entraría en una crisis en donde las definiciones de las instituciones serán fundamentales, me refiero además del INE a las fuerzas armadas. Será la prueba de fuego de nuestra incipiente democracia.
La cuarta transformación que significaba para muchos el gran cambio que México necesitaba, la gran consolidación democrática del país, se puede convertir en escenario de inestabilidad política y hasta de violencia. Que paradoja, los que lucharon por la democracia pueden ser sus verdugos.
Los grandes retos que enfrentará el nuevo gobierno, de cualquier signo y color, a partir del 1 de octubre del 2024, serán reconstruir la convivencia social en un ambiente de paz, la seguridad ciudadana, la libertad, la tolerancia y el respeto a la diversidad.
Construyamos un mejor escenario, sí se puede, y por favor no le llamen transformación al retroceso.