AUMENTO DE IMPUESTOS BAJO ENDEBLES ARGUMENTOS
PERSPECTIVA
Por Marcos Pineda Godoy
Miércoles 10 de septiembre de 2025
Los aumentos de impuestos son una medida impopular. A nadie le cae bien cuando le dicen que deberá pagar más por sus hábitos de consumo, aunque le repitan una y otra vez que es por su bien y el de su familia. Los gobiernos esgrimen argumentos para justificarlos, sin embargo, no siempre resultan válidos o creíbles. Ese es el caso de los propuestos para el 2026.
Haciendo gala de una gran creatividad discursiva, conocida como simple y llana demagogia, la Iniciativa de Ley de Ingresos contempla los que llaman “impuestos saludables”, por un lado, e “impuestos estratégicos” por el otro.
Los primeros, incrementarán los costos para el consumidor final en refrescos, aunque no tengan los famosos e inútiles sellos preventivos, bebidas alcohólicas, de todo tipo, tabacos y sus derivados, videojuegos, ya sean físicos o virtuales, así como las apuestas.
Los segundos, encarecerán los productos importados. Aproximadamente, a 1 mil cuatrocientos artículos de muy diferentes tipos, provenientes de países asiáticos, particularmente de China, les serán impuestos aranceles diferenciados, según el análisis que haga Hacienda. Y los llaman “estratégicos” porque buscan compensar las balanzas comerciales. ¿Quién pagará los aumentos, al final? Pues sí, el consumidor final.
La presidenta, Claudia Sheinbaum Pardo, argumentó que no se trata de “impuestos recaudatorios”. Es decir, no tienen por objeto la obtención de ingresos, sino, cito, “tiene que ver con la salud de los y las mexicanas”. Dijo que lo recaudado se concentrará en “un fondo de salud”. Adelantó que mañana se presentará el titular de Salud federal, David Kershenobich, para explicar los daños a la salud por consumo excesivo de bebidas azucaradas. El argumento es el mismo para todo lo demás: hacen daño y el gobierno quiere evitar o disminuir el consumo de esos productos.
Pero, de entrada, decirnos que un impuesto no es recaudatorio, sino disuasivo, es todo un contrasentido. Por definición, todos los impuestos son recaudatorios, no importa si incrementan o disminuyen las cantidades recaudadas. Todos los impuestos son para recaudar fondos. Enseguida, en toda la historia de la economía ha quedado claro que ni los impuestos ni las prohibiciones disminuyen el consumo. Lo que sí lo hace es, por ejemplo, la pérdida del poder adquisitivo, es decir, que la gente se quede sin dinero para comprar.
Le pongo un ejemplo, madres y padres de familia no van a dejar de comprar a sus hijos los videojuegos que pidan porque subieron de precio ni debido a la falaz advertencia de que dañan la salud mental de los menores. Quizá ajusten sus gastos, pero no privarán a sus familias de los hábitos de consumo que han generado al paso del tiempo… a menos que se queden sin recursos y ya no los puedan comprar. Y eso aplica para todos los productos que aumentarán de precio a partir del próximo 1º de enero.
Ah, y el ahora famoso “Fondo de Salud para el Bienestar (FONSABI)”, en el que se supone se concentrará lo recaudado, lleva detrás la desaparición de 11 programas de salud, entre los que están el de obesidad, VIH, vigilancia epidemiológica y enfermedades crónicas, sin que haya nada etiquetado sobre cómo se utilizarán nuestros impuestos en este rubro. Otra vez, manga ancha para el uso y destino de nuestros impuestos, bajo el nada creíble argumento de que están muy preocupados por cuidar nuestra salud.
Trato aparte merecen los aranceles a productos asiáticos. De ello hablaremos en otra ocasión.
Y PARA INICIADOS:
A la par de los llamados “impuestos saludables”, viene también un nuevo recorte al sector salud y a la compra de medicamentos gratuitos. En ambos casos, menos presupuesto que en el sexenio anterior. Sí, todo eso supone un costo político, pero tienen la firme convicción de que ni la aceptación de Sheinbaum ni las preferencias electorales se verán afectadas. El pueblo bueno y sabio aguanta eso… y más.
La información es PODER!!!