¡Cámaras al cuerpo, problemas al aire! Una comedia tepozteca en tres actos
Por Guillermo Cinta Flores
En Tepoztlán, ese rincón místico donde el aroma a copal se mezcla con el de los tacos de cecina, el alcalde Perseo Quiroz Rendón decidió que la solución a los problemas de su policía municipal es digna de un guion de Hollywood: ¡bodycams para todos!
Setenta elementos policiacos serán equipados con estas cámaras corporales, porque, claro, nada grita “transparencia” como un gadget pegado al uniforme de quienes, según las malas lenguas, confundieron una pareja con un saco de boxeo el fin de semana pasado. Pero, oh, sorpresa, no hay queja formal, así que todo está en el aire, como el buen humor del edil.
Acto uno: El mea culpa que no fue. El alcalde, con la solemnidad de quien presenta un TED Talk en chanclas, nos dice que no hay denuncia oficial por la presunta agresión policial. ¿Para qué molestarse con detalles como pruebas o testimonios? Mejor pasemos la pelota a la Comisión de Derechos Humanos de Morelos, que seguro tiene tiempo de sobra para investigar rumores mientras toma un tepache. La estrategia es impecable: si no hay queja, no hay problema. Y si hay problema, que lo resuelva alguien más. Bravo, Perseo, un maestro del pase de estafeta.
Acto dos: La culpa es del turista. Porque, claro, el verdadero villano de esta telenovela tepozteca no es la policía, sino esos visitantes desconsiderados que osan conducir ebrios o ignorar señalamientos. ¿Quién no ha soñado con un Pueblo Mágico donde los turistas lleguen con un manual de urbanidad bajo el brazo? Quiroz Rendón, en un alarde de hospitalidad, invita a los forasteros a respetar las normas locales. Porque, obvio, si te dan un coscorrón policial, seguro fue porque no leíste el reglamento municipal en letra chiquita. La lógica es aplastante: si los turistas fueran perfectos, la policía no tendría que, ejem, “hacer cumplir la ley” a su manera.
Acto final: ¡Llegan las bodycams, el deus ex machina! Aquí viene la joya de la corona: las cámaras corporales. Setenta aparatos que grabarán cada movimiento, cada palabra, cada… ¿abuso? Porque nada dice “evitemos excesos” como poner una cámara en el pecho de quien, según el relato, ya tiene experiencia en repartir empujones. La idea es tan brillante que uno casi puede imaginar a los policías posando para selfies con sus nuevas bodycams, mientras el alcalde aplaude desde su escritorio, soñando con un Oscar a la mejor dirección de un reality show municipal.
Pero, un momento, ¿quién revisará esas grabaciones? ¿Habrá un editor de video en Tepoztlán dispuesto a pasar horas viendo tomas movidas de discusiones en el mercado? ¿Y qué pasa si la cámara “se apaga” en el momento clave?
Detalles, detalles. El telón cae con una pregunta: ¿son las bodycams la solución o un accesorio más para el circo? En un pueblo donde el misticismo y la burocracia se dan la mano, la medida huele a distracción. Es como ponerle un cascabel al gato y esperar que deje de cazar ratones. Las cámaras pueden grabar, sí, pero no cambian la mentalidad de quien porta el uniforme. Si el problema es la falta de capacitación, la impunidad o la simple desidia, ninguna lente lo resolverá.
Mientras tanto, el alcalde Quiroz Rendón seguirá pidiéndole a los turistas que sean ciudadanos modelo, porque en Tepoztlán, al parecer, la responsabilidad siempre es de los de afuera. Así que, queridos visitantes, traigan su mejor comportamiento, lean el reglamento municipal y, por si acaso, una cámara propia. Porque en este Pueblo Mágico, la magia a veces viene con un buen golpe de realidad.